El thriller de Curtis Hanson fue vapuleado por la crítica al momento de su estreno y revalorizado posteriormente; además, sacó del primer lugar de taquilla a Hook, el regreso del Capitán Garfio y marcó el inicio de la carrera de Julianne Moore
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Una de las improntas del fallecido realizador Curtis Hanson fue, sin dudas, su ductilidad. El realizador, que murió el 20 de septiembre de 2016, hizo una excelente obra neo-noir como Los ángeles al desnudo, una entrañable comedia dramática sobre la dinámica familiar con En sus zapatos, y también una biopic con Eminem que se corría de la fórmula con 8 Mile: calle de las ilusiones. Años antes de esos largometrajes, más precisamente en 1992, Hanson fue parte de la tendencia de los thrillers de la época con La mano que mece la cuna.
La adaptación libre de la ópera The Pirates of Penzance, cuyo título está tomado de un poema de William Ross Wallace, marcó el debut como guionista de Amanda Silver y resultó incomprendida por la crítica al momento de su estreno, aunque celebrada por la audiencia.
El film, que cumple su trigésimo aniversario, ya mostraba una necesidad de desmarcarse de otros thrillers al emplear el lugar común de “la niñera con malas intenciones” con una premisa bastante áspera. Embarazada, Claire Bartel (Annabella Sciorra) acude a realizarse un chequeo con su obstetra, Victor Mott (John de Lancie); en ese control, la mujer es abusada sexualmente y decide luego denunciar al médico, provocando un efecto dominó: otras víctimas juntar coraje y alzan su voz, y Mott se suicida para no enfrentar las consecuencias.
La viuda del médico, que también se encuentra embarazada, se siente abrumada por lo sucedido, y su estado de salud empieza a complicarse; al poco tiempo da a luz de manera prematura, pero su bebé no consigue sobrevivir. Al ver el rostro de Claire, la mujer le traslada la culpa de lo sucedido, y así empieza a urdir su plan de venganza.
El componente erótico del thriller (el flirteo de la villana con el padre de la familia), de esta forma, pasa a un tercer plano cuando lo psicológico entra en juego. La viuda de Mott, bajo una nueva identidad, logra conseguir un trabajo como niñera en la casa de los Bartel y pone en marcha su objetivo: quitarle a Claire todo lo que ella misma perdió.
Mucho más que “la niñera vengadora”
El guion de Silver hace algo interesante al concebir a dos personajes femeninos complejos, ambas víctimas del mismo hombre y con un trauma que deben procesar. Mientras Claire denuncia a Mott e intenta avanzar con su vida aún con el daño psicológico del abuso padecido, el personaje de De Mornay no puede hacer lo mismo, ya sea por el machismo que ella misma fue incorporando a lo largo de los años como por la incapacidad para lidiar con el dolor de haber perdido un hijo a causa de su estrés postraumático. Si bien es cierto que La mano que mece la cuna enfrenta a sus protagonistas y pondera el proteger a la familia, también intenta sacar a la señora Mott del prototipo de femme fatale vengadora al darle otra tesitura, al mostrar una historia de origen de muchas capas que, en gran medida, se conecta con la de su némesis.
"Aunque Peyton es la mala de la película, nada de lo que hace proviene de un lugar de vanidad o de materialismo. Ella quería su casa, un marido, un hijo. Eso me conmovió."
Rebecca De Mornay
Según De Mornay, tuvo extensas charlas con Hanson en el rodaje respecto a la construcción de su personaje: “Curtis maneja con maestría los elementos de suspenso, pero también teníamos que mostrar la humanidad de Peyton Flanders [el nombre que Mott adopta para su plan de venganza] porque estábamos ante una mujer enceguecida por la pérdida de su marido y de su hijo, pero que también se manejaba en función de todo aquello que le fue arrebatado. Aunque es la mala de la película, nada de lo que hace proviene de un lugar de vanidad o de materialismo. Ella quería su casa, un marido, un hijo. Eso me conmovió. Y la idea era mostrar ese costado, porque si no estábamos ante un rol chato”, expresó la actriz en diálogo con Entertainment Weekly.
Hanson, en una entrevista con el mismo medio que brindó el año del estreno de su largometraje, destacó “el coraje en la interpretación” de De Mornay” y cómo no tuvo que darle indicaciones. “En algunas secuencias en las que su personaje tenía que mostrarse fuera de sí le empecé a mostrar algunos lineamientos y ella me frenó y me dijo: ‘Curtis, yo tuve muchos momentos de enojo, dejame que te muestre’, y de repente apareció esta figura que se fue volviendo más y más salvaje. Terminamos de filmar y me dijo: ‘¿Qué te pareció eso?’”, recordó el realizador.
Un equipo soñado para un film que sorprendió en taquilla
La mano que mece la cuna cuenta con grandes trabajos no solo de De Mornay sino también de Sciorra, de Ernie Hudson como Solomon (cuya línea argumental también es muy compleja) y de Julianne Moore como Marlene Craven, amiga de la familia. La actriz ganadora del Oscar había hecho su debut cinematográfico tan solo dos años antes con Tales from the Darkside: The Movie y, después del film de Hanson, su carrera fue en ascenso. Moore luego trabajó junto a Robert Altman, Todd Haynes y Paul Thomas Anderson en las brillantes Short Curts: Vidas cruzadas, Safe y Boogie Nights: juegos de placer.
En el thriller de Hanson, la actriz se divierte con un papel algo camp al que también logra mover del cliché. La mejor amiga de la protagonista que advierte que hay algo malo en la niñera no es un personaje con altas probabilidades de sobrevivir, y Moore siempre lo supo. Es por eso que su muerte, orquestada a la perfección por el director, es realmente memorable, con un invernadero como escenario improbable para un asesinato. Asimismo, La mano que mece la cuna contó con la dirección de fotografía del gran Robert Elswit (colaborador de Paul Thomas Anderson y ganador del Oscar por Petróleo sangriento), con una edición muy ajustada de John F. Link, quien venía de recibir una nominación al premio de la Academia por el montaje de Duro de matar, y con la banda sonora del neozelandés fanático de Bernard Hermann, Graeme Revell.
Moviendo todos los hilos, claro, estaba Hanson y así lo destacó De Mornay. “Una película es como un sueño. Orson Welles una vez dijo eso. Todos los jugadores fundamentales tienen que estar soñando el mismo sueño. Si eso no sucede, empiezan a separarse y hacer cada uno lo suyo y eso el espectador lo percibe. En nuestro caso, vivimos el mismo sueño en conjunto. Mejor dicho: la misma pesadilla”, bromeó la actriz sobre un largometraje que conquistó a la audiencia.
"La película funcionó como debía. La audiencia se asustaba en los momentos en los que tenía que pasar, aplaudía cuando yo me había propuesto, y también se divertía"
Curtis Hanson
La película de Hanson tuvo un presupuesto de 11.9 millones de dólares y recaudó 140 millones; lo que se dice un batacazo. Además, ese mismo año, el dueño del público era Steven Spielberg con Hook, el regreso del Capitán Garfio, film que se había estrenado un mes antes, que no bajaba del primer lugar en taquilla y para el que De Mornay, curiosamente, había audicionado (la pulseada la perdió con Julia Roberts). Cuando La mano que mece la cuna se estrenó, el panorama cambió: Hook pasó al segundo puesto y el thriller permaneció cuatro semanas liderando las preferencias de la audiencia que iban a contramano de las de la crítica. El largometraje fue vapuleado por ser “poco realista” y “de mal gusto”, y muchos señalaron que era inverosímil que Claire fuera a contratar a Peyton con tanta premura.
A pesar de las apreciaciones desfavorables de la época, Curtis Hanson siempre se mostró muy orgulloso del film que tuvo una remake: Khal-Naaikaa, dirigida por Saawan Kumar Tak, se estrenó en la India en 1993, tan solo un año después del thriller de Hanson. “La película funcionó como debía. La audiencia se asustaba en los momentos en los que tenía que pasar, aplaudía cuando yo me había propuesto, y también se divertía. Es una historia sobre cómo las vidas perfectas construidas dan un vuelco”, expresó entonces el cineasta en una entrevista con Evening Magazine, cinco años antes de embarcarse a dirigir Los ángeles al desnudo, su obra maestra por la que recibiría el Oscar a mejor guion adaptado junto a Brian Helgeland.
Qué fue de la vida de Rebecca De Mornay
Tras el éxito de La mano que mece la cuna, la actriz californiana siguió trabajando de manera sostenida en películas como Los tres mosqueteros, Identidad, Lords of Dogtown, Los rompebodas, Flipped y She Ball, y se está preparando para el estreno este año de Peter Five Eight, el thriller de Michael Zaiko Hall que seguramente genere controversia ya que la otra figura del elenco es Kevin Spacey. El mes pasado, el actor fue apartado de la producción Gateway to the West, drama histórico dirigido por el húngaro Péter Soós en el que tenía previsto interpretar a un hombre de fe que a mediados de los 1200 intenta detener una invasión de Genghis Khan. Luego de que en mayo pasado fuera imputado por la Justicia del Reino Unido en cinco cargos de agresión y abuso sexual, Spacey fue removido del film; con Peter Five Eight, en cambio, no sucedió lo mismo.
Por otro lado, De Mornay tuvo un rol sustancial en la serie de Netflix, Jessica Jones, como Dorothy Walker, y también formó parte de Lucifer con el personaje de Penelope Decker. En cuanto a su vida personal, la actriz tuvo dos hijas con el actor y periodista Patrick O’Neal, de quien se separó en 2002. Antes, estuvo comprometida con el fallecido músico y escritor Leonard Cohen e incluso coprodujo el noveno disco del canadiense, The Future, que el artista le dedicó en 1992. En la actualidad, De Mornay, de 62 años, mantiene un bajo perfil en la industria en la que dio sus primeros pasos hace exactamente cuarenta años.
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