La ley del menor esfuerzo fílmico
"Garfield, la película" ("Garfield: The Movie", Estados Unidos/2004). Dirección: Peter Hewitt. Con Breckin Meyer, Jennifer Love Hewitt, Stephen Tobolowsky, y Evan Arnold. Guión: Joel Cohen y Alec Sokolow, basado en la historieta de Jim Davis. Música: Christophe Beck. Fotografía: Dean Cundey. Edición: Peter E. Berger. Diseño de producción: Alec Hammond. Presentada por 20th. Century Fox de Argentina. Duración: 75 minutos. Apta para todo público.
Nuestra opinión: regular
Garfield ha fascinado a varias generaciones de lectores de diarios y de televidentes desde su aparición en 1978. Por eso, en su salto a la pantalla grande, este gato gruñón, voraz, vago y travieso -uno de los personajes más egocéntricos y sarcásticos surgidos del mundo de la historieta- merecía una película mucho más divertida y sorprendente que la dirigida por el inexpresivo Peter Hewitt.
A esta altura del desarrollo tecnológico en el área de la animación tridimensional y de los efectos visuales, justificar un proyecto exclusivamente por los logros exhibidos al generar por computadora los movimientos del querible y delirante felino sería desdeñar lo que en realidad es central en una producción de neto corte familiar y con aspiraciones populares como ésta: la habilidad de entretener con nobles recursos. En las antípodas de "¿Quién engañó a Roger Rabbit?" o de "Stuart Little", en "Garfield" sorprende la falta de audacia, su mediocre guión, la incapacidad para redondear gags inteligentes, su narración de vuelo demasiado bajo y su atadura a las fórmulas más convencionales.
Cuando el admirador de Garfield lo haya visto comer lasagna, mirar televisión apoltronado en un sillón, engañar a su dueño o al perro vecino, bailar con sus movimientos grotescos o cantar el clásico de James Brown "I Feel Good", poco a poco empezará a sentir el vacío, la inutilidad de una película que no se sostiene ni siquiera mínimamente en términos narrativos o dramáticos, ya que sólo parece una astuta jugada de marketing destinada a explotar en el cine el indudable carisma de este antihéroe concebido por el historietista Jim Davis, que ha hecho de su alimentación y de la ley del menor esfuerzo sus estandartes de vida.
La trama es tan elemental que puede reducirse a una frase: Garfield siente celos de su dueño Jon (Breckin Meyer) porque éste está decidido a iniciar un romance con la veterinaria Liz (Jennifer Love Hewitt) y, para peor, ha incorporado a la dinámica hogareña al perro Odie, que empieza a acaparar los mimos y la atención de los que hasta entonces él era beneficiario exclusivo. Esta nueva situación provocará en el protagonista un ataque de furia y celos que, por supuesto, luego tendrán su contracara con una resolución políticamente correcta que permitirá su redención.
Para colmo de males, la película se estrena en la Argentina sólo en copias dobladas a un español neutro pero con cierto acento y molestos giros centroamericanos. Así, una de las principales atracciones de esta producción (apreciar el histrionismo del gran Bill Murray en la voz de Garfield), resulta imposible, incluso para el segmento de público adulto que creció leyendo la historieta durante el último cuarto de siglo. Peor aún son las "interpretaciones" de las voces latinas encargadas de doblar, por ejemplo, al malvado conductor televisivo Happy Chapman (Stephen Tobolowsky) y a otros personajes secundarios. Un desliz más para una película que no le hace honor a su protagonista y que se queda a una enorme distancia del encanto, la ternura y el humor del Garfield original.
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