La indeclinable fascinación de Marlene Dietrich
Se cumplen cien años de su nacimiento
Nació hoy hace exactamente 100 años en un pequeño suburbio cercano a Berlín, que fue testigo de su apogeo artístico, luego concentró las voces de quienes la acusaron de traidora a su patria y en los últimos años pasó de las críticas feroces a un reconocimiento más o menos generalizado. Después de todo, Marlene Dietrich fue la última gran estrella de fama mundial nacida en Alemania.
"Existe una fascinación imperecedera con Marlene, ya que ella siempre polarizó a la gente y siempre fue capaz de agitar las cosas. Será un símbolo del siglo XX. Fue actriz, cantante y heroína política reacia. Fue el microcosmos de la historia germano-estadounidense del siglo pasado", sintetizó Werner Sudendorf, biógrafo de Dietrich y curador de una exhibición de la vida de la diva en esta capital.
Nacida como María Magdalena von Losch, hija de un oficial de la policía prusiana , Dietrich ocultaba tras sus gestos de femme fatale , sus bellísimas piernas y una voz ronca y generosamente sensual un carácter severo, forjado por una educación estricta que se apoyaba en el apego a la disciplina y al cumplimiento del deber.
Dietrich luchó para ganarse un lugar en los teatros berlineses hasta que en 1930 saltó definitivamente al estrellato, explotando todos sus encantos, como protagonista de "El ángel azul". El halo de misterio y la extraordinaria belleza que emanaba de su figura fue fruto de la visión del director Josef von Sternberg.
La película, filmada en alemán y en inglés, catapultó también su acceso a Hollywood. "Dietrich fue una estrella manufacturada, una obra de arte producida por su descubridor Von Sternberg, aunque ésa es sólo una cara de la moneda. Ella no fue un objeto sexual sino un sujeto de sexualidad, la encarnación del sexo mismo", escribió el diario suizo Neue Zuercher Zeitung.
Fue precisamente Von Sternberg (que luego, según algunos, llegó a repudiar su propia creación) el primero de una larga lista de affaires que alimentaron la leyenda de Dietrich como amante más allá de la pantalla. Se le atribuyeron volcánicos romances, entre otros, con Jean Gabin, Frank Sinatra, John Wayne y Ernest Hemingway, quien llegó a decir que "sólo con su voz puede derretirte el corazón".
Pero también, y sobre todo a partir de una descarnada biografía escrita por su única hija María Riva (nacida de la unión de la estrella con Rudolf Sieber, su único "esposo oficial"), también creció con el tiempo la referencia permanente al costado homosexual de la estrella, alimentado desde su aparición en la película "Marruecos", también de Von Sternberg, con pantalones y trajes que hasta allí casi ninguna mujer se animaba a usar. Edith Piaf y Mercedes de Acosta, según escritos indiscretos, fueron dos de las muchas mujeres que sucumbieron a sus encantos.
Exilio norteamericano
La carrera -y la leyenda- de Dietrich crecieron vertiginosamente cuando decidió, en 1934, romper con el nazismo y rechazar la ciudadanía alemana. Tres años después, ya exiliada en Estados Unidos y con nacionalidad norteamericana, se vistió con uniformes militares de ese país para actuar ante las fuerzas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial.
Perseveró tanto en su apoyo a las fuerzas de Estados Unidos que el régimen de Hitler la acusó formalmente de "asociarse con los judíos". Y después de la caída de Berlín en 1945, el sentimiento anti-Marlene de los alemanes fue en aumento. "Siempre estuvo orgullosa de esa decisión, que consideraba lo mejor que había hecho en su vida. Nunca le dio la espalda a su patria, rechazaba de plano aquello en lo que se había transformado", señaló su hija María hace pocas semanas, en una entrevista con el diario italiano Corriere della Sera.
Dietrich volvió a su patria sólo dos veces, en 1947 y en 1960. En esta última ocasión llegó para ofrecer un concierto en una sala en la que no cabía un alfiler y que la obligó a salir 18 veces tras la actuación para agradecer la ovación del público. Pero antes debió soportar expresiones de protesta, afiches que decían "Vete a casa, Marlene" y voces que lo menos que le gritaban era prostituta y traidora.
Por entonces, sus películas en Estados Unidos (sobre todo en "Testigo de cargo" y "El juicio de Nuremberg", entre muchos otros éxitos) la elevaron a la altura de las grandes divas del cine de todos los tiempos. También era frecuentemente aplaudida en los teatros de Broadway, mientras paralelamente crecía su adicción al alcohol.
Una caída en el escenario, presuntamente provocada por esos excesos, precipitó la decisión de alejarse voluntariamente de la vida pública. Eligió la reclusión y la vida solitaria para los últimos doce años de su vida en su departamento de París, donde murió el 6 de mayo de 1992. Norma Bosquet, una mujer que la acompañó durante ese trayecto final, declaró ayer a la agencia AFP que "es posible que Marlene haya muerto de una sobredosis de somníferos", ya que había sufrido dos días antes de fallecer una hemorragia cerebral y no quería ser trasladada a un asilo de ancianos.
"Nadie vio a Marlene como una anciana. No hay fotos ni películas. Ella dejó su imagen de mujer seductora y eso es lo que todavía se conoce de ella alrededor del mundo", dijo Sudendorf. La voz de la diva se escuchó por última vez en 1985, en un documental sobre su figura dirigido por Maximilian Schell, que hoy se podrá ver en Buenos Aires.
Los restos de Marlene Dietrich llegaron a Berlín el año de su muerte y su tumba fue profanada varias veces por quienes no le perdonaron su distanciamiento de Alemania. Pero hoy descansa en paz. "Creo que ella hasta hubiese llegado a disfrutarlo -dice María Riva-. Ella se dedicó toda su vida a cultivar su propia fama y hechos como la profanación contribuyeron a alimentarla. Aún al precio de haber perdido en vida su propia identidad".
Documental
- En coincidencia con el anuncio de los nominados al Cóndor de Plata (de lo que se informa por separado), la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina proyectará en su microcine de Maipú 621, a las 19, y con entrada libre y gratuita, "Marlene", el documental que en 1983 realizó Maximilian Schell y en el que se escucha por última vez la voz en off de la gran diva.
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