La guerra doméstica de Fonda
"Una suegra de cuidado" ("Monster-in-law", EE.UU./2005, color; hablada en inglés). Dirección: Robert Luketic. Con Jennifer Lopez, Jane Fonda, Michael Vartan, Wanda Sykes, Elaine Stritch, Adam Scott, Monet Mazur, Annie Parisse, Will Arnett. Guión: Anya Kochoff. Fotografía: Russell Carpenter. Música: David Newman. Edición: Scott Hill y Kevin Tent. Presentada por Distribution Company. Duración: 102 minutos. Apta para todo público.
Nuestra opinión: Regular
Jennifer Lopez nunca abandona del todo su papel de humilde y dulce Cenicienta. Esta vez, parece haberse liberado de las maldades de una madrastra, pero cuando le echa el ojo al príncipe del caso (un médico sonriente e insulso del que se enamora apenas lo ve pasar por la playa) ignora que el candidato viene con madre incluida y que la señora es de esas para las cuales ninguna mujer será nunca suficientemente buena para su hijo.
No es cualquier señora: es Jane Fonda, con la misma silueta y el mismo carácter de siempre, pero dispuesta a tomarse las cosas en solfa y a jugar a la caricatura en su demorado regreso al cine. La fabulita romántica del prólogo, estilo "Sueño de amor", deriva entonces hacia otros terrenos: un poco el del enredo familiar a la manera de "Los Fockers", otro poco el de las guerras domésticas que tanto mejor explotó "La guerra de los Roses". Porque la futura suegra que Fonda eligió para el retorno (por razones que sólo ella conocerá) es una veterana animadora de talk-shows televisivos que está al borde del colapso nervioso desde que la emisora para la que trabajaba le anunció su inminente e inapelable reemplazo por una conductora más joven. Se comprenderá que no es el mejor momento para que una desconocida cualquiera venga a arrebatarle a su muchacho, el único tesoro que le queda en el mundo. Habrá guerra -solapada primero, después franca- porque la tierna Cenicienta también tiene su carácter. De eso se trata el cuento, frugal en materia de risa y visiblemente escaso de imaginación.
Tanto la guionista (debutante) Anya Kochoff como el director Robert Luketic ("Legalmente rubia") se muestran demasiado confiados en las fórmulas o bien francamente perezosos. Atentos como están a producir una seguidilla de chistes fáciles (y no siempre efectivos), se desentienden del dibujo de los personajes, sacan poco jugo cómico de las situaciones y desaprovechan el humor negro implícito en el conflicto central. Sólo se ocupan de acumular clisés (no falta el amiguito gay ni la asistente maliciosa y lengua larga) y de describir qué jugarretas son capaces de concebir las dos rivales a partir del momento en que el disputado galán (Michael Vartan, tan anodino como para que su personaje se vuelva invisible) tiene la desdichada idea de presentarlas.
Historia remanida
Las sonrisas de compromiso duran poco. La perversa Viola lleva la delantera: primero arma una fiesta con todo el jet-set a su alcance para desmoralizar a la pobre Cenicienta, que a duras penas se gana la vida con sus trabajos temporarios, entre ellos el de paseadora de perros. Después conspira con la ex novia de su hijo para forzar una ruptura. Más tarde finge un ataque de nervios y consigue instalarse en la casa de los jóvenes, donde improvisará toda clase de torturas para ahuyentar a la chica. Cuando ésta contraataca, y aunque los preparativos para la boda continúan, las cosas se ponen más serias: hay insultos, gritos, cachetadas, empleo de somníferos, intentos de envenenamiento. Y al cabo, claro, la necesaria -y rebuscada- reconciliación que autoriza al final feliz.
De la remanida historia habría podido quizás extraerse una divertida sitcom de media hora. "Una suegra de cuidado" dura el triple y apenas se sostiene en la presencia y el oficio de Jane Fonda, en los desplantes de Wanda Sykes (la desenfadada asistente) y en la gracia de Elaine Stritch, que hace una fugaz aparición sobre el final para recordar que en el fondo de una suegra inaguantable suele haber una nuera sacrificada.
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