La esencia está en la actuación
"Johnny y June: pasión y locura" ("Walk the Line", EE.UU./2005, color; hablada en inglés). Dirección: James Mangold. Con Joaquin Phoenix, Reese Witherspoon, Ginnifer Goodwin, Robert Patrick, Dallas Roberts, Shelby Lynne. Dan John Miller. Guión: Gill Dennis y James Mangold, sobre los libros "Man in Black" y "Cash: The Autobiography", de Johnny Cash. Fotografía: Phedon Papamichael. Música: T-Bone Burnett. Edición: Michael McCusker. Presentada por Fox. 136 minutos. Sólo apta para mayores de 13 años.
Nuestra opinión: buena
"Johnny y June; pasión y locura" no se aparta demasiado de la fórmula "biografía de ídolo popular" a la que Hollywood ha venido apelando con tanta frecuencia. Más que eso: sigue tan de cerca la reciente y premiada "Ray", que como ella exhibe los mismos aciertos y las mismas flaquezas. Lo mejor está en la personificación del artista evocado, que en este caso no es uno sino dos: Johnny Cash y su segunda esposa (y colega) June Carter. Lo peor, en un libro y una realización que hacen muy poco por evitar la rutina, a pesar de que esta vez los altibajos de la carrera profesional del artista están generalmente asociados a los vaivenes de su relación con la mujer a la que admiraba desde pequeño, que compartió el escenario con él, que fue su tabla de salvación cuando las adicciones y los excesos lo colocaron al borde del abismo y con la que terminó unido, hasta su muerte en 2003, en un matrimonio que duró 35 años.
Según un esquema bien conocido, la historia arranca en un año decisivo en la vida personal y profesional de Cash (1968, cuando se casó y grabó "At Folsom Prison", el álbum en vivo con el que puso fin a una etapa oscura y dio nuevo impulso a su carrera), y vuelve atrás, para detenerse en las estaciones más duras o más felices del camino que lo llevó hasta allí. Los días de la infancia en Arkansas, donde conoció la ardua rutina de los algodonales, vivió el terrible dolor de la pérdida cuando su admirado hermano mayor murió en un accidente que le dejó honda huella, se familiarizó con las canciones religiosas que le cantaba su madre y con las melodías country de la Carter Family, que solía escuchar por radio y a escondidas. Siguen los años de la obligación militar en Alemania, donde compuso sus primeras canciones, y después el regreso, el fracaso de su matrimonio y de sus trabajos como vendedor y los laboriosos ensayos con su banda, hasta que una afortunada irrupción en el legendario estudio de Sam Philips, ya en 1955, le permitió grabar sus primeros éxitos y, muy poco tiempo después, salir de gira con Elvis, Jerry Lee Lewis y June Carter, entre otras celebridades.
De canción en canción
De acuerdo con el formato conocido, en cada episodio hay una frase que da pie a una canción o la justifica, y no falta la que, además, presta su título al film: "I Walk the Line", un clásico de Cash de 1956 que superó largamente el millón de copias. Así, la banda sonora incluye fragmentos o versiones enteras de muchos temas (country, rockabilly, algún aire gospel), incluidos algunos que registró a dúo con June como "Jackson", mientras se asiste a los vaivenes de una relación que nunca se consuma, a los crecientes problemas de John con las anfetaminas y el alcohol, a los excesos que ponen en peligro su vida y lo llevan a la cárcel y, finalmente, a su redención gracias al empeño de June y a su regreso a la religión.
Si a pesar de la exterioridad del retrato y del convencionalismo de la narración el film consigue mantener el interés del espectador y aun emocionar un poco es, sobre todo, gracias a los trabajos comprometidos y brillantes de Joaquin Phoenix y Rheese Witherspoon, que no sólo exponen convicción y sinceridad y hacen maravillas para responder a la imagen que el público guarda de los famosos artistas, sino que también resuelven de la mejor manera el desafío de poner sus propias voces para cantar temas que, sobre todo en el caso de Cash, perduran en la memoria con la marca registrada de su timbre grave y varonil. El otro gran atractivo de la película, claro, está en la banda sonora.
lanacionarTemas
Más leídas de Cine
Thierry Frémaux, director del Festival de Cannes. “El cine argentino es tenido en cuenta en todo el mundo, hay que sostenerlo”
Con ojos norteamericanos. Gaucho gaucho es un atípico acercamiento a la vida rural en el Norte argentino
Una edición austera. Mar del Plata, una ciudad casi ajena al Festival de Cine que está por comenzar