La cabeza de la araña: Chris Hemsworth es lo mejor de una película que tiene al encierro, el castigo y la redención como ejes
El film, ya disponible en Netflix, está protagonizado y producido por el actor de Thor y dirigido por Joseph Kosinski, el realizador detrás de Top Gun: Maverick
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La cabeza de la araña (Spiderhead / Estados Unidos, 2022). Dirección: Joseph Kosinski. Guion: Rhett Reese, Paul Wernik, a partir de un cuento de George Saunders. Elenco: Chris Hemsworth, Miles Teller, Jurnee Smollett, Mark Paguio. Duración: 106 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: regular
En unos años, gracias a la claridad que suele otorgar el paso del tiempo, es probable que se pueda hacer un análisis profundo sobre cómo las restricciones en la producción cinematográfica impuestas por la pandemia dejaron un reguero de películas estéticamente planas y narrativamente asfixiantes. Y no en el buen sentido.
Por ahora se puede decir que La cabeza de la araña, el film ya disponible en Netflix, funciona como un nuevo ejemplo de película claustrofóbica y sin sustancia filmada durante la emergencia sanitaria. Con el encierro y la industria farmacéutica como sus ejes temáticos principales, el film, inspirado en un cuento corto publicado en la revista The New Yorker, cuenta con elementos que podrían haberlo hecho significativo además de entretenido, pero a final de cuentas no es ni una cosa ni la otra.
La historia transcurre en una cárcel ubicada en una remota isla en la que un grupo de presos participa de una serie de experimentos con drogas psicotrópicas que lleva adelante Steve, un afable científico y carcelero que insiste con mantener la política de puertas abiertas -hasta un límite- y pedirle a sus sujetos que dejen el formal “señor Abnesti” y utilicen el coloquial Steve cuando se dirigen a él. Siempre sonriente y amigable, Steve acostumbra a hablar del gran trabajo que están realizando por la humanidad que se beneficiará de los resultados de las pruebas que a veces pueden resultar dolorosas, humillantes y excesivas para sus conejillos de India humanos. Que el manipulador personaje esté interpretado por Chris Hemsworth -conocido por encarnar al superhéroe Thor, el dios intergaláctico de Marvel- demuestra el interés del actor por buscar variedad en su carrera, pero sus buenas intenciones no alcanzan para compensar la obviedad de la trama.
Dirigida por Joseph Kosinski, el realizador de la exitosa Top Gun: Maverick, la película tiene un problema de tono, una evidente disonancia entre el guion escrito por Rhett Reese y Paul Wernick (Deadpool) y la dirección que con las herramientas de la ciencia ficción explicita un mensaje ya muchas veces explorado sobre el libre albedrío, los excesos del poder y el dinero, el castigo y la redención. Todos tópicos dramáticos que aquí además cada tanto se cruzan con algunos chispazos de comedia que, lejos de aliviar tensiones, subrayan la falta de nervio del relato.
“¿Soy un monstruo, Jeff? ¿Me olvido de los cumpleaños de los demás?”, le pregunta Steve, sin esperar respuesta, a Jeff, uno de sus sujetos que interpreta por Miles Teller. Preso por haber causado un accidente fatal al manejar borracho y lleno de culpa y añoranza, Jeff acepta participar de los experimentos dócilmente y entre uno y otro se refugia en su habitación/celda o comparte las tareas de la cocina con Lizzy (Jurnee Smollet), otra criminal encantadora. A medida que las pruebas creadas por Steve y su asistente Mark (Mark Paguio) se vuelven más extremas y sádicas, el protagonista empieza a cuestionar su papel en ellas y los verdaderos motivos detrás de la apasionada búsqueda del científico.
Al son de canciones pop de los años setenta y ochenta, las preferidas del personaje de Hemsworth que ensaya una coreografía en la soledad de su torre/habitación en el complejo carcelario de arquitectura brutalista -cualquier semejanza con una escena similar aunque mucho más lograda del film Ex Maquina, de Alex Garland, no es casualidad-, la película avanza a un ritmo sostenido que se vuelve frenético en sus tramos finales. Una aceleración que no se apoya en la lógica del relato sino en la necesidad de cerrar una historia cuya conclusión se adivina prácticamente desde el comienzo.
Sin ser demasiado original pero con potencial para algo más de lo que termina siendo, la idea de la experimentación con humanos y la fantasía de que en un futuro no demasiado lejano las emociones podrían controlarse desde una aplicación del teléfono celular plantea una trama fértil en posibilidades narrativas que La cabeza de la araña no llega a explorar. La decepción es doble: por un lado, para los fanáticos de la ciencia ficción se trata de un cuento repetido que ya vieron ejecutado otras veces de maneras mucho más interesantes que esta. Por el otro, los espectadores interesados en ver a Hemsworth fuera del universo de Marvel deberán seguir esperando, aunque si alguna conclusión se puede sacar de esta película es que el actor tiene capacidad de sobra y que solo necesita del proyecto adecuado para demostrarla.
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