El clásico de la comedia romántica de los 90 dirigido por P.J. Hogan y protagonizado por Julia Roberts, Dermot Mulroney y Cameron Diaz cumple 25 años; el film atravesó varios cambios, desde la elección de sus actores protagónicos al desenlace que continúa generando apasionados debates
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¿Crème brûlée o gelatina? “I Say a Little Prayer”, una noche de karaoke, “Wishin’ and Hopin’”, una persecución que sale mal, el baile menos pensado... Si uno puedo rastrear estas referencias a un film, es que estamos hablando de una película icónica. Tal es el caso de La boda de mi mejor amigo que, a pocos meses de cumplir 25 años de su estreno en salas, sigue manteniendo su estatus como una de las mejores comedias románticas de los 90.
Dirigida por el australiano P.J. Hogan, quien venía de realizar la extraordinaria La boda de Muriel, y con guion de Ronald Bass, La boda de mi mejor amigo consolidó a Julia Roberts en un género que la vio brillar en otros exponentes como Mujer bonita, Un lugar llamado Notting Hill, y Novia fugitiva; y fue el puntapié al estrellato de Cameron Diaz.
Nominada a tres Globos de Oro y a un Oscar (para la banda sonora de James Newton Howard), la película de Hogan ingresó al octavo puesto de la lista de diez producciones más vistas de 1997 a nivel mundial, recaudando casi 300 millones de dólares en el año en que Titanic de James Cameron monopolizó el interés de la audiencia. Curiosamente, solo otra comedia romántica ingresó en la lista: Mejor... Imposible de James L. Brooks. Nada mal para una rom com que no se vio afectada por el paso de las épocas y que continúa siendo uno de los largometrajes más sólidos del género.
La historia real en la que se basó el film
La boda de mi mejor amigo parte de la premisa “chico conoce chica”, pero no es la protagonista Julianne “Jules” Potter (Roberts) quien forma parte de la ecuación sino Kimmy Wallace (Diaz), quien se enamora y compromete con el mejor amigo de Jules, Michael O’Neal (Dermot Mulroney). De esta forma, Ronald Bass, también productor, trastocaba las reglas del género al poner en el centro a una protagonista que no generara necesariamente empatía sino una que persiguiera, metafórica y literalmente, su deseo de ser ella la novia de su cuento, independientemente del costo.
En un desayuno con su agente, el guionista, quien se nutría de las experiencias de amigos de otros amigos para sus trabajos, escuchó cómo ese hombre le contaba que se había encontrado con una vieja colega. La mujer en cestión le había compartido su necesidad de recuperar a un viejo amor que había reingresado a su vida y que estaba a punto de casarse.
“Mi reacción inmediata fue que tenía que escribir una película sobre una mujer que perdió la oportunidad de estar con el amor de su vida, hasta que advierte que tiene empezar a hacer cosas para recuperarlo”, contó Bass, quien también se inspiró en una boda de una familia de élite a la que asistió en Chicago -ciudad en la que transcurre el film- que parecía no tener fin. “Fue una de esas fiestas que duran como cuatro días, en las que está lleno de gente que va y viene, era como un gran show, y en esos días pueden pasar muchas cosas. Empecé a pensar en todo eso y así nació la película”.
Efectivamente, el retrato de la familia de Kimmy coincide con el recuerdo que tenía Bass de la boda a la que fue invitado, un evento masivo donde cada detalle era excesivo. Jules lo nota en el film y de allí surge su monólogo a Kimmy sobre cómo la considera crème brûlée y no gelatina, y sobre cómo Michael no está habituado a lo extravagante.
Sandra Bullock, Russell Crowe y Drew Barrymore: los protagonistas que no fueron
Para 1997, Sandra Bullock ya había demostrado con creces su talento para la comedia romántica en Me robó el corazón y, sobre todo, en la brillante Mientras dormías. Por lo tanto, no sorprende que el rol de Jules se haya concebido para ella. ¿El problema? No hubo tiempo para que Sandra escuche la oferta. “La audiencia no puede imaginarse a otra actriz que no sea Julia Roberts, pero la única persona a la que se le iba a ofrecer el papel antes que a ella fue Sandra. Ni siquiera sé si lo sabe”, reveló Bass. “Creo que por fuera de ella y Julia, ninguna otra actriz pudiera haber personificado a Jules”, añadió, desmintiendo el mito de que Sarah Jessica Parker fue la primera opción desde el comienzo. “No, si no iba a ser Sandra iba a ser Julia, no se pensó en ninguna otra actriz”, dijo tajante.
Una vez que Julia aceptó la propuesta, ella misma eligió a su galán. Los productores la escucharon atentamente y, como en gran medida el film recaía en sus hombros, confiaron en su instinto, anque rechazaron sus sugerencias respecto a Kimmy. Roberts era exigente y quería a Drew Barrymore, otra actriz de vasta experiencia en el género, pero la producción se inclinó por Cameron Diaz. En cuanto a Mulroney, el actor transitó un camino sinuoso, ya que antes que él se probaron otros actores, como Edward Burns y Russell Crowe, quien hizo uno de los peores castings de su carrera.
En el libro sobre comedias románticas From Hollywood with Love, se incluye un testimonio el director P.J. Hogan, quien originalmente quería al neozelandés para el papel. “A mi entender, era probablemente el actor más asombroso que jamás había visto. Yo intuía que él iba camino a convertirse en una gran estrella”, explicó. Sin embargo, con Roberts había un arreglo, y Crowe debía reunirse con ella primero, quien de todos modos ya quería a Mulroney como compañero.
“No sé qué pasó en esa audición”, contó el realizador. “Fue una de las peores lecturas de guion que jamás presencié. Russell estaba sentado frente a Julia. Él agarró el libreto y empezó a mirarlo fijamente, pero sin mirarla ni una sola vez. Leyó todas sus líneas de forma totalmente monótona. Hubo un punto en el que, literalmente, Julia se estiró sobre la mesa hasta llegar a unos centímetros de la cara de Russell, intentando al menos hacer contacto visual. Pero él ni siquiera la miró. Y al final de ese casting, Russell se me acercó y me dijo: ‘Creo que anduvo todo bastante bien’. Y en ese momento simplemente lo supe: Russell no iba a formar parte de La boda de mi mejor amigo’”, rememoró el cineasta. Acto seguido, Mulroney fue el elegido, para alegría de Julia.
Tanto él como Roberts volverían a coincidir en dos rodajes posteriores: el drama familiar Agosto, estrenado en 2013, por el cual la actriz fue nominada al Oscar en la categoría secundaria; y en la primera temporada de la serie de Amazon, Homecoming. Asimismo, los actores mantuvieron una gran amistad desde el rodaje de La boda de mi mejor amigo, y en 2016 Mulroney le entregó a Julia el premio a la mujer de la década en la ceremonia que llevó a cabo Spike TV.
La lucha por encontrar el final perfecto
Por la premisa del film, Bass tuvo dos grandes desafíos como guionista: que la protagonista no generara rechazo en la audiencia y que el final dejara a los espectadores satisfechos. En ambos escenarios, Diaz y Roberts tenían una gran responsabilidad: la primera, ser lo suficientemente carismática como para que el desenlace no molestara; la segunda, saber hasta dónde mostrar el costado menos afable de Jules. Para fortuna de Bass y Hogan, las comediantes cumplieron ambos objetivos.
Sin embargo, en un momento se barajó un curioso final alternativo. Michael y Kimmy se casaban, pero Jules no se quedaba bailando con su amigo George (Rupert Everett, nominado al Globo de Oro y al BAFTA por su gran interpretación) sino con un hombre que conocía en el casamiento interpretado por John Corbett, quien luego formaría parte del universo de Sex and the City. A contramano de lo que creía su realizador, ese desenlace molestó a la audiencia a la que le fue proyectado.
“No les gustó para nada, querían matar a Jules, pero al mismo tiempo al estudio le molestaba que Julia Roberts terminara sola y triste en la película... Teníamos la presión de agradar tanto al público como al estudio”, explicó el director del film. Eventualmente, Bass encontró la solución. En George estaba la respuesta. El amigo gay de Julianne iba a cumplir meramente el rol de comic relief [alivio cómico] en un par de escenas, pero luego se decidió que Everett se integrara a la película como un personaje secundario mejor desarrollado.
De hecho, muchos diálogos entre George y Jules fueron improvisados. ¿El más memorable? Cuando la protagonista persigue a Michael en una camioneta. George no iba a aparecer en esa secuencia, hasta que Hogan pensó en llamar a Everett y le pidió que dijera por celular la famosa frase “¿Who’s chasing you?” [”¿Y a vos quién te persigue?”]. “Sentí que necesitábamos que alguien le dijera algo a Jules en ese momento, aunque estuviera implícito, ella tenía que escucharlo, por eso expandimos el rol de George”, añadió el cineasta. En efecto, es Everett quien contribuye a que la protagonista sea más querible, y también quien oficia de intermediario entre el espectador y la atribulada y enceguecida Julianne.
Como consecuencia, Josh Corbett fue eliminado del film, y Jules baila con George en un final que sentó un precedente: la mujer protagonista de una comedia romántica no tenía que conseguir su happily ever after gracias al hombre de sus sueños -quien además no estaba enamorado de ella- sino a través de un baile compartido con otro amigo, quien le saca una sonrisa mientras se mueven en la pista. “Si George no aparecía, iba a ser un final demasiado triste”, declaró el realizador sobre la secuencia a la que Everett describió como “hermosa y trágica”. “Esa escena hizo que la audiencia perdonara a Julianne. Los últimos cinco minutos hicieron la diferencia”, expresó Hogan, orgulloso del cierre que se le pudo dar a su largometraje, al que Everett aportó un gran momento, cuando George canta de manera contagiosa “I Say a Little Prayer”, instante que no estaba en el guion.
La secuela que no se concretó y la esperada reunión
Como sucedería años después con Un lugar llamado Notting Hill, el éxito de La boda de mi mejor amigo propulsó la idea una secuela. En este caso, el film iba a centrarse en la vida de George. “Me acuerdo que se lo propuse a Julia”, contó Hogan. “Iba a mostrar cómo George se iba a casar y cómo Jules iba a impedir esa boda también”, recordó el director sobre el proyecto que nunca cobró forma.
En 2019, Roberts, Mulroney, Diaz y Everett se reunieron cuando el film cumplió 22 años para una especial cargado de nostalgia que llevó a cabo la publicación Entertainment Weekly. “Pensé que era una película inteligente y divertida, con el aspecto de la comedia física que me encantaba. Es una comedia que alcanza autenticidad con la secuencia en la que Julianne le implora a Michael que la elija a ella. Es dulce y significativa”, expresó Roberts.
En dicho encuentro, Diaz admitió que se sintió traumada antes de filmar la escena del karaoke. “Estaba aterrorizada, le permití al terror de cantar frente a tanta gente que invadiera mi cuerpo. Quería correr, huir, pero Dermot me dijo que podía hacerlo, y nunca dejó de mirarme como para reasegurarse de que yo estuviera bien”, recordó Cameron, a lo que su compañero añadió: “Es increíble esa escena, porque ella pasa de ser ridícula a completamente emotiva, Michael y Kimmy se enamoran más y más, y Julianne pasa a estar más aislada”, remarcó.
Por su parte, P.J. Hogan mencionó cuál fue, bajo su óptica, el gran logro del guion de Bass que hizo que La boda de mi mejor amigo no perdiera vigencia. “Cuando es gracioso, es gracioso, pero también los actores tienen tiempo de brillar en momentos emotivos”, declaró el director de un film cuyo final sigue siendo objeto de debate. De todas formas, en un punto podríamos todos coincidir. George tenía razón cuando hacía hincapié en la importancia de un buen baile. Y más aún si la canción que suena de fondo en esa última secuencia es la mencionada “I Say a Little Prayer”, tema que Burt Bacharach y Hal David le compusieron a Dionne Warwick. Un clásico dentro de otro... ¿Qué podía fallar?
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