La banda más divertida
"La nueva gran estafa" ("Ocean´s Twelve", EE.UU./2004, color; hablada en inglés). Dirección: Steven Soderbergh. Con George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon, Julia Roberts, Catherine Zeta-Jones, Andy García, Don Cheadle, Bernie Mac, Casey Affleck, Scott Caan, Vincent Cassel, Eddie Jemison, Carl Reiner, Elliot Gould. Guión: George Nolfi, basado en los personajes creados por George Clayton Johnson y Jack Golden Russell. Fotografía: Peter Andrews. Música: David Holmes. Edición: Stephen Mirrione. Presentada por Warner. Duración: 119 minutos. Sólo apta para mayores de 13 años.
Hace cuarenta y cuatro años, "Once a la medianoche" aprovechó la popularidad de un clan real (el Rat Pack de Sinatra) para inventar una ficción a su medida y, de paso, servir de promoción para los espectáculos de cada uno de sus integrantes. Hace tres, Steven Soderbergh y George Clooney invirtieron el operativo: para reciclar la vieja historia del atraco simultáneo a varios casinos de Las Vegas, reunieron a unas cuantas estrellas de alta cotización y apuntalaron la publicidad de la remake -aquí conocida como "La gran estafa"-, presentando al grupo como una banda de amigotes.
El truco funcionó, entre otras cosas, porque de la buena disposición de los intérpretes, de su profesionalismo y de su innegable atractivo personal brotó una química que era indispensable para el film y que se percibió bastante espontánea.
La impresión se fortalece ahora ante esta nueva aventura: Clooney, Pitt, Damon, Roberts y todos los demás pueden no integrar tribu alguna en la vida real (salvo la que distingue a los favoritos de Hollywood), pero transmiten un aire de complicidad que es decisivo para ganarse la simpatía del público. No se ve solamente a Danny Ocean y a su decena de compinches metidos en robos todavía más audaces y más improbables que los del film anterior; se ve a un grupo de figuras populares divirtiéndose con esa representación, mientras pasan su temporada de vacaciones en Europa. De algún modo hacen vivir a muchos espectadores la ilusión de asomarse detrás de la ficción y sentirse parte del juego.
Ánimo juguetón
El espíritu jovial está presente desde el principio. Aquí reina el humor (un humor menos calculado y más juguetón que en el film anterior), lo que significa que nada debe ser tomado demasiado en serio. Ni siquiera los espectaculares golpes que la banda planea y ejecuta con suerte diversa en distintas ciudades europeas, esta vez, por razones de fuerza mayor, ya que la víctima de la gran estafa anterior ha dado con su paradero después de tres años de obstinada búsqueda y exige de manera inequívoca y amenazadoramente perentoria la devolución de lo robado: 160 millones de dólares, más los correspondientes intereses. Para colmo, a nuestros bandidos les han salido dos nuevos adversarios: un ladrón muy avezado que se les adelanta y una cazaladrones que les anda atrás.
Tampoco hay que tomar en serio el glamour de tanta estrella famosa, como lo prueba la propia Julia Roberts cuando su personaje debe hacerse pasar por la verdadera Julia Roberts, lo que le permite divertirse bastante a costa de sí misma. Ni los baches o hilos sueltos que puedan percibirse en el enredo argumental. La cuestión es disfrutar del entretenimiento en grata compañía y entre paisajes de probado encanto (Roma, París, Amsterdam, Montecarlo, el lago de Como), un poco a la manera de esa vieja fórmula de los sesenta que mezclaba grandes golpes, tecnología a la James Bond, humor y sofisticados escenarios preferentemente europeos, realzados por el Cinemascope y el color.
El film invita a sumarse a su ánimo travieso y ligero, y ese placer contagioso termina favoreciéndolos a todos, desde el propio Soderbergh, que emplea su gran oficio para divertirse con la cámara y el montaje, hasta el compositor David Holmes, que alterna sus aires de jazz con alguna melodía italiana (o bien italianizada, como el clásico de Roberto Carlos que Ornella Vanoni convirtió en "L´appuntamento"). Y por supuesto también a los actores, ya que el compromiso de hacer de sí mismos jugando a representar personajes conocidos no les impone otra exigencia que la de mostrar su jovialidad y, en algún caso, como el del francés Vincent Cassel, su flexibilidad atlética.
Otra incorporación afortunada es la de Catherine Zeta-Jones, una "ex" de Brad Pitt que es ahora experta agente de Europol y debe seguir los pasos de la pandilla. La nueva pareja ocupa un espacio central, quizás a expensas de algunos personajes secundarios que en la película anterior tenían mayor desarrollo.
Otros rostros bien conocidos aparecen sin anuncio previo. Entre ellos, Bruce Willis, a quien le toca intervenir en la escena más graciosa de este film, en el que no faltan sorpresas, guiños ni ironías.
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