Kingsman: la saga que se convirtió en un éxito inesperado se mete con la Primera Guerra Mundial
Todo lo que tenés que saber sobre King’s Man: el origen, la precuela de la franquicia que llega a los cines este jueves
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No tiene actores conocidos o, mejor dicho, populares. A pesar del halo de seriedad que le han querido imprimir a la saga, algunas vueltas de guion, réplicas y artilugios, está más cerca de El superagente 86 que de una película de espías. No escatima en violencia, pero tampoco en situaciones disparatadas, más cercanas al cómic que le dio origen. La trilogía de Kingsman -que se completa esta semana con el estreno de King’s Man: el origen- es una de las propuestas más peculiares que ha dado el cine en los últimos años. Tanto como para despertar fervor en el adolescente lúdico, desconfianza en el espectador ortodoxo, e indulgencia en el pasatista.
Semejante nivel de adhesión no estaba ni en los sueños más optimistas al momento de su nacimiento. Cuando en 2014 Kingsman: El servicio secreto -primer film de la franquicia- era una realidad, hacía apenas tres años que se había lanzado el cómic The Secret Service, de Mark Millar y Dave Gibbons, inspiración para ese primer guion. Con más entusiasmo que feedback en el proyecto, los autores habían comenzado a trabajar en un tratamiento cinematográfico de su historia. En ese momento el director Matthew Vaughn se encontraba preparando X-Men: Días del futuro pasado, pero su empecinamiento fue tal que decidió dejar su lugar a Bryan Singer y dedicarse de lleno al nuevo proyecto.
Años después, el realizador explicó los motivos: “Quise hacer lo mismo que Steven Spielberg con Los cazadores del arca perdida (1981), donde tomó el género cinematográfico con el que creció de niño y lo reinterpretó con un estilo más moderno y atractivo”.
Y es que Vaughn encontró en Kingsman una manera de rendirle tributo a sus obsesiones adolescentes, especialmente a la saga de James Bond (de la que también abreva el cómic), como también, según sus propias palabras, “a Los vengadores, Archivo confidencial, El prisionero, El agente de CIPOL, o la saga del agente Flint”.
Tal vez allí radique el éxito y la permanencia de Kingsman, en la idea de tomar sutilmente elementos afines al género, aggiornarlos a un nuevo público, barajar y dar de nuevo. Incluso Mark Millar, uno de los autores, hizo un proceso parecido a la hora de pensar la historia de espionaje en torno a su creación: “Una vez leí que Terence Young tuvo que defender la elección de Sean Connery para el papel de James Bond en Dr. No frente a la negativa de Ian Fleming, que prefería lo refinado de James Mason o David Niven. Entonces Young se dio cuenta de que tenía que convertir a Connery, ese tipo rudo de Edimburgo, en un caballero, y antes de comenzar a filmar lo llevó a su sastre, a sus restaurantes favoritos, y básicamente le enseñó a comer, a hablar, y vestirse como un espía elegante”. Eje en el que se apoya la trama de la historieta y del primer film.
King’s Man: El origen o cómo apostar a todo o nada
Luego del éxito de Kingsman: el servicio secreto (2014) y Kingsman: El círculo dorado (2017), el camino más lógico era hacer otra secuela. Incluso antes de la pandemia habían circulado algunas ideas y hasta un nuevo reparto. Sin embargo, Vaughn tomó el camino más arriesgado de entre los que se le presentaban: prescindir de los personajes principales y viajar en el tiempo hacia el inicio de la agencia secreta, un siglo antes de los eventos conocidos. El realizador explicó que la inspiración surgió mientras leía el guion de la original: “El discurso que le da Harry Hart a Eggsy cuando van bajando en el ascensor explica más o menos los fundamentos y los orígenes de Kingsman. Recuerdo que recibí una versión vieja del guion y pensé: ‘¿Cómo hago para hacer una película a partir de este discurso?’ Y me vino, todo pasó en mi cabeza. Vi toda la película en mi mente y la escribí”.
Con la imposibilidad temporal de contar con el elenco original, Vaughn tuvo que buscar a otro protagonista con el porte y la prestancia necesaria para ser un Kingsman. La búsqueda terminó cuando Ralph Fiennes le dijo que sí. Y quién otro, si el actor inglés estuvo en el pasado muy cerca de personificar a James Bond, para luego convertirse en el nuevo jefe del 007. También en la década del 90 fue John Steed en la inmirable adaptación cinematográfica de Los vengadores. Por trayectoria y por imagen, todos los caminos condujeron a él.
“Cuando escribo, siempre tengo actores en mente, y a Ralph lo tenía en mente. Siempre pensé que sería un fantástico Bond por muchas razones. Cuando me reuní con él, fue gracioso, porque Ralph es increíblemente muy Kingsman de una manera extraña. Es un hombre totalmente serio que no se toma en serio a sí mismo y que tiene un gran sentido del humor. Trabajar con él fue una delicia”, declaró Vaughn una vez finalizado el rodaje.
Claro que, a pesar del entusiasmo de todo el equipo, la pregunta era si los fans de los dos primeros films aceptarían tanto cambio, especialmente porque además de la ambientación histórica, el tono de King’s Man: El origen es menos lúdico que sus predecesoras: “Esta película es una mezcla fabulosa de lo que sería una versión irreverente y provocadora de la historia, con una mirada bastante seria y conmovedora a la enorme cantidad de gente que murió en la Primera Guerra Mundial -señaló Karl Gajdusek, coguionista del film junto a Vaughn-. Nuestras fechas son correctas, nuestros acontecimientos son correctos, todo lo que pasa en la historia tiene credibilidad. Lo que sugerimos es que nuestra historia sucedió detrás de la escena, a puertas cerradas”.
Por su parte, el director justificó la decisión pensando en el público: “Quiero que las nuevas generaciones vean que, cuando hay locos dirigiendo el mundo, las cosas se pueden descontrolar muy rápidamente. Cuando a nadie se le ocurría que podría haber una guerra, hubo una guerra, y nadie entendió por qué había guerra. La Primera Guerra Mundial fue una absoluta y pura locura, y Kingsman se fundó a causa de eso”.
Gemma Arterton, Rhys Ifans, Matthew Goode, Tom Hollander, son algunos de los actores que prestaron sus rostros a un abanico de personajes tan disímiles como Rasputín o el rey George V.
“Trabajar para una película de la Primera Guerra Mundial fue para mí una oportunidad extraordinaria, pero eso implicaba que tenía que hacer la tarea. Lo primero que se hace es investigar y reunir un muy buen equipo de investigación para analizar todos los detalles, desde la arquitectura hasta las imágenes, todo lo que pudiésemos tener a nuestra disposición. Hay ciertos elementos que están tan empapados de historia en relación con ciertos acontecimientos que tenemos que tratar de ser fieles. Luego hay otros lugares que te permiten mucha mayor libertad. Tratar de combinar esos elementos y hacer que la historia se perciba como algo coherente es gran parte de mi trabajo”, explicó el diseñador de producción Darren Gliford acostumbrado a los desafíos imposibles, como el que le significó estar al frente de Star Wars: El despertar de la fuerza.
Y es, según Vaughn, en esa responsabilidad de encuadrar una ficción en un marco real, que la saga de Kingsman cambia su tono: “Es muy difícil representar o siquiera acercarse al horror de lo que fue la Primera Guerra Mundial y el inútil sinsentido que fue. Yo hice lo más que pude para tratar de que se percibiera como real, sin que pareciera un documental, y para tratar el tema con el respeto que estos soldados de todos los bandos se merecen, porque la guerra fue una absoluta locura”.
Por eso, aunque en el film están presentes todos los elementos que cimentaron las bases de la saga, quienes vayan a ver King’s Man: El origen puede que por momentos se sientan descolocados: “Hay momentos en los que hacemos un guiño. Se admite que somos Kingsman, pero no estamos tratando de ser Kinsgman, si es que eso tiene sentido. Creo que la gente necesita un escape de la vida. Pero esta película es decididamente más dramática. No se pueden hacer chistes sobre la Primera Guerra Mundial. Hay que respetar lo que es y fuimos respetuosos de la historia”.
La actriz Gemma Aterton coincide: “Tiene todo lo que a la gente le gusta de Kingsman, la sofisticación, el estilo, la atención al detalle, el impresionante vestuario y lo británico de todo. Pero tiene más peso. Es una película más solemne”.
Si la película es un nuevo punto de partida para nuevas historias de la agencia de espionaje británica, será algo que decidirá el público. Porque el camino abierto por esta tercera entrega, por el riesgo que conlleva en tiempos en los que la audiencia lo que menos tiene es paciencia, puede que sea auspicioso. Al menos eso es lo que espera el creador de la franquicia: “Esta película realmente es la base, el fundamento de lo que es Kingsman. Espero que tenga el éxito suficiente como para que podamos ir atravesando su historia, década por década, y mostrar cómo fue cambiando el espionaje”.
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