Kid 90: cómo es el documental producido por Leonardo DiCaprio que recuerda las trágicas muertes de sus amigos
La producción dirigida por la exestrella infantil Soleil Moon Frye, que contó con el apoyo del actor, es un crudo testimonio sobre cómo es crecer en la industria de Hollywood
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Se asomaba la década del 90, Soleil Moon Frye no había cumplido todavía los 10 años y ya era una sensación juvenil en los Estados Unidos gracias a la sitcom Punky Brewster en la que interpretaba a Penelope, la vivaz protagonista de la producción de la NBC de David W. Duclon que marcó el inicio de su carrera un tanto sinuosa, que nunca pudo emanciparse de ese gran éxito que tuvo su revival el año pasado.
Sin embargo, Soleil no era solo una actriz, era una artista nata completa, una observadora, una temeraria. Cuando Punky Brewster concluyó, la joven tomó su cámara de video y empezó a grabar su vida, pero ya pensando en el montaje. Es decir, no había demasiadas imágenes de su cotidianidad familiar (la compleja relación con su padre, el actor Virgil Frye, tampoco ayudaba) sino de los momentos compartidos con su otra familia, sus amigos y colegas, todos adolescentes como ella que estaban en situaciones que podrían dividirse en tres grupos.
Por un lado, quienes ya habían cosechado cierta popularidad gracias a determinados films o series pero se sentían estancados, como Mark-Paul Gosselaar, Balthazar Getty, Stephen Dorff, Jenny Lewis, Corey Feldman y Michael Rapaport. Por el otro, quienes estaban destinados a triunfar y a no perder el foco de sus objetivos, como Leonardo DiCaprio, Sarah Gilbert, Brian Austin Green, David Arquette y Mark Wahlberg. Asimismo, Moon Frye captó con su cámara las miradas taciturnas de jóvenes como Jonathan Brandis y Shannon Wilsey, cuyos respectivos suicidios alteraron la dinámica de un grupo profundamente unido.
Durante más de dos décadas, Soleil guardó tanto las cintas de video como sus diarios íntimos y los mensajes de su contestador, preservó ese material como si fuera sagrado (en varios aspectos, lo es), y nunca pensó en sacarlo a la luz. El año pasado, en cambio, comenzó a pensar en esa joven intempestiva que sobrevivió a una época en la que muchos de sus amigos quedaron en el camino y finalmente decidió que esas imágenes, que esa suerte de cápsula del tiempo, debían cobrar forma. El proceso de montaje del documental -a cargo de Matt Ferro, Lori Lovoy-Goran y la propia Frye- no fue sencillo, pero cuando la actriz encontró el foco, Kid 90 ya había adquirido ese peso que su realizadora quería darle.
El documental, disponible en DirecTV GO, fue producido por Leonardo DiCaprio a través de su compañía Appian Way Productions, e incluso vemos al ganador del Oscar en varios de esos encuentros que Soleil registró con detalle. El actor, al igual que su colega, quiso apoyar una obra que es menos sobre una experiencia individual de la protagonista de Punky Brewster y más sobre una época en el tiempo que resultó tan extraordinaria como ardua para todos esos jóvenes que se reunían noche tras noche para disfrutar de la inmediatez, para reflexionar sobre la vida, para acompañarse cuando sus familias no los comprendían de igual modo que esos colegas que estaban, como ellos, en la lucha.
Tanto Frye como DiCaprio también quisieron rendirles tributo a esos artistas que murieron tempranamente y la forma en la que la flamante directora lo hizo fue, precisamente, a través de ese found footage y de sus confesiones a cámara, esporádicas pero necesarias. En cuanto a Jonathan Brandis, el actor de la secuela de La historia sin fin que ya era famoso a los nueve años por su personaje de Kevin Buchanan en la serie One Life to Live, había forjado un lazo entrañable con Soleil signado por largas conversaciones telefónicas, espontáneos mensajes en el contestador, y abrazos cómplices en esas fiestas plagadas de futuras estrellas, como Johnny Depp y Tobey Maguire. El inmaculado rostro de Brandis escondía, en su mirada, algo muy doloroso que su amiga no pudo ver en medio del caos, entre tanta música, alcohol, drogas y resaca. Años después, el 12 de noviembre de 2003, Brandis se quitó la vida.
“Me contaron que hacía años que arrastraba una depresión y que el fracaso de una película que hizo, el no haber logrado ser a los 27 años el actor famoso en el que siempre anheló convertirse, lo llevaron a tomar esa decisión”, cuenta Frye con los ojos vidriosos en el documental, y admite sentir culpa por no haber advertido las señales de la enfermedad con la que batallaba su amigo. “Si tan solo hubiese prestado más atención...”, susurra, como sabiendo que era imposible. En esa etapa turbulenta donde primaba la avidez por experimentar el mundo, por devorarlo todo, se producía un fenómeno extraño retratado por la cineasta con mucha sutileza: esos jóvenes actores formaban una cofradía pero, al mismo tiempo, estaban haciendo su propio camino y no tenían la madurez emocional como para comprender cabalmente qué sucedía con esos amigos con los que pasaban más horas que con sus propias familias.
En Kid 90, Frye se lamenta al recordar las tragedias que se llevaron a sus amigos (muchos se suicidaron, muchos otros murieron de sobredosis, lo que marcó a fuego a DiCaprio, como él mismo lo ha manifestado), pero también es consciente de ese viaje que ella misma estaba comenzando. “En su interior, esa adolescente sabía que iba a tener una historia para contar, que iba a emprender una aventura, y que iba a documentar cada maldito segundo de la misma para poder compartirla algún día”. Las imágenes de quienes ya no están se entrelazan con las de quienes sentían que lo que tenían entre sus manos era eterno, como lo que sucedió con el rapero Danny Boy O’Connor, quien tuvo su momento de fama en 1992 con el single “Jump Around” de la banda House of Pain. En una fiesta en la que un colega de Soleil toma su cámara y los registra a ambos abrazados, postal del comienzo de un noviazgo que no duraría mucho pero que sí fue aprehendido como si fuera a prolongarse para siempre.
Para el rodaje de Kid 90, Frye visita a su expareja, quien se encuentra experimentando una vida más tranquila, lejos de Los Ángeles, epicentro de ese descontrol que era bello hasta que dejaba de serlo. “¿Para vos fue real lo que pasó a pesar de que éramos adolescentes?”, le pregunta ella y él no duda en responder afirmativamente. Lo mismo sucede cuando Soleil entrevista a David Arquette y a Stephen Dorff, quienes rememoran esa época, esos 90, con una mezcla de nostalgia, diversión y alivio por haber salido de los momentos de oscuridad.
Dorff, quien fue revalorizado por Sofia Coppola para la brillante Somewhere, en un rincón del corazón, habla sobre la muerte de su hermano Andrew, músico que también compartía la misma escena que Frye en los 90 y su imagen aparece en pantalla con la misma fuerza con la que lo hacen las de los actores y skaters Justin Pierce y Harold Hunter. Tras ser registrados por Larry Clark para su film Kids, vidas perdidas, ambos habían obtenido cierta popularidad. De todos modos, solo les importaba la libertad que les daban sus skateboards y de esa forma se cruzaron con Frye en 1995 en las calles de Nueva York y frecuentemente dormían en su departamento mientras ella probaba suerte en el teatro. Sus respectivas muertes, con seis años de diferencia, son recordadas por la directora sin golpes bajos: un fotograma de Kids o una foto de ellos tirados en el colchón un día cualquiera es el mejor homenaje.
Con ese mismo tomo, Frye concibió una excelente coming of age documental sobre un ecosistema en el que todos sus protagonistas vivieron una experiencia diferente. “De vez en cuando lloro cuando estoy acostada en la cama solo por sacarme todo lo que tengo en la cabeza y me siento un poco rara”, canta Linda Perry en “What’s Up?”, canción insignia de los 90 que concibió para 4 Non Blondes y que es el testimonio de la confusión de esa época de ebullición creativa. Perry también aparece en las cintas de Frye e incluso compuso la banda sonora de un documental que es, en gran medida, una pieza cultural imprescindible.
Kid 90, de Soleil Moon Fry, está disponible en DirecTV GO.
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