Kandisha, mujer demonio es una insípida mezcla de folklore con el subgénero slasher
El nuevo film de terror de la dupla francesa compuesta por Alexander Bustillo y Julien Maury desembarca hoy en salas comerciales
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Kandisha, mujer demonio (Kandisha, Francia/2020). Dirección y guion: Alexandre Bustillo, Julien Maury. Fotografía: Simon Roca. Edición: Baxter. Música: Raf Keunen. Elenco: Mathilde Lamusse, Suzy Bemba, Samarcande Saadi, Mériem Sarolie, Walid Afkir, Sandor Funtek. Calificación: apta para mayores de 16 años. Distribuidora: MB Films. Duración: 85 minutos. Nuestra opinión: regular.
La dupla de cineastas conformada por Alexandre Bustillo y Julien Maury parece haber querido buscar un cambio de rumbo para Kandisha, mujer demonio, tras la olvidable La masacre de Texas, el origen de Leatherface, su innecesario aporte a la saga que comenzó con el gran Tobe Hooper en 1974. Por lo tanto, el quinto largometraje que dirigieron y escribieron juntos comienza con la creación de un clima inquietante en relación con un grupo de amigos cuya dinámica se verá alterada por un episodio que tendrá ramificaciones impensadas (y un tanto forzadas).
Amélie, Bintou y Morjana son jóvenes que intentan, con los recursos que tienen, seguir alimentando una camaradería en un contexto precario en el que se sienten más reconfortadas por lo que hacen subrepticiamente, por el manto protector de la noche, que por lo que les depara la rutina del día.
En una discusión con su pareja, una de esas adolescentes es atacada, lo que la deja en un estado de desasosiego absoluto. En este punto, los directores se encuentran con el primer desafío narrativo: abordar la violencia contra la mujer eludiendo la superficialidad. Sin embargo, no solo no logran tratar el tópico presentado de manera pluridimensional sino que sacrifican secuencias alusivas al impacto de ese hecho en pos de otras en las que su “virtuosismo” pueda lucirse.
Para ello, hacen ingresar a escena a la protagonista indiscutida de su film, Aisha Kandisha, una figura del folclore marroquí que es invocada por esa joven cuando no sabe cómo procesar lo que le aconteció. Esa mujer demonio actúa en función del deseo de venganza, y su primer asesinato es tan solo la punta del ovillo de un modus operandi que las amigas no supieron prever. El segundo escollo que no es sorteado con solvencia por los realizadores está vinculado, precisamente, a la construcción de cada una de esas viñetas en las que Kandisha da rienda suelta a su ira.
En esas secuencias, Bustillo y Maury disfrazan a su película de slasher, como queriendo homenajear estructuras que remiten a Scream o Sé lo que hicieron el verano pasado, incluyendo también el tropo de la “final girl” (“la última chica”), aquella que debe hacerle frente a la maldición que ella misma desató en un rapto de desesperación. De todos modos, para que ese coqueteo con el slasher funcione, hay que tener ideas, buen manejo de los tiempos y también una dosis de humor negro. Por el contrario, cuando los cineastas se vuelcan a la sobreexplicación del proceder de Kandisha, su largometraje pierde fuerza, con lugares comunes como la visita a esa figura salvadora que explicará como frenar a la mujer demonio, un cliché al que ni siquiera se le intenta dar una vuelta de tuerca.
Así, la nueva producción de los realizadores franceses es otro paso en falso dentro de un género en el que, a esta altura, ya deberían sentirse lo suficientemente cómodos como para crear su propio universo, desligado de un sinfín de influencias que derivan en pastiche. Los únicos momentos en que se percibe su impronta es cuando registran lo sobrenatural desde la inquebrantable unión femenina, con sus protagonistas a la altura de las circunstancias.
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