La película de Roger Kumble, basada en la novela Las amistades peligrosas, se convirtió en una de las producciones de culto de fines de los 90, con grandes trabajos de Reese Witherspoon, Sarah Michelle Gellar, Ryan Phillippe, y Selma Blair
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A veces, la clave está en dirigirse a una nueva audiencia. Cuatro años antes del desembarco en salas de Juegos sexuales se estrenaba Ni idea, la comedia de Amy Heckerling inspirada en la novela de 1815 de Jane Austen, Emma. La relectura moderna, pensada para un cierto público, pero sin sacrificar el appeal universal de la obra que tomaba como base, funcionó a la perfección y el fenómeno volvió a repetirse (y se repetiría muchas veces más) con Juegos sexuales. El director y guionista Roger Kumble se basó en la novela de Pierre Choderlos de Laclos, Las amistades peligrosas, publicada en 1782 por el autor francés, generando conmoción en el proceso.
Aunque adaptar una obra tan osada para su época no resultaba escandaloso a fines de los 90, Kumble jugó las mismas cartas que Heckerling, convocó a un elenco juvenil y extrapoló la historia a un círculo de elite de Nueva York, en el que Kathryn Merteuil (Sarah Michelle Gellar) se aliaba para un juego de seducción con Sebastian Valmont (Ryan Phillippe) y con la figura de la ingenua Annette Hargrove (Reese Witherspoon) como trofeo de esa contienda morbosa, en la que uno peleaba por algo material y el otro, por la posibilidad de un encuentro íntimo.
Kumble se hizo eco del aspecto lúdico del material de base y dosificó la comedia negra a la perfección, sobre todo en ese último y poderoso tramo final de una película de la que nadie esperaba demasiado y que a su director le costó filmar.
Roger Kumble era un hombre de teatro, un dramaturgo que fantaseaba con Hollywood. El exFriends David Schwimmer (quien protagonizó una de sus obras, d girl), intentó allanarle el camino. “En ese momento él era una estrella que estaba en una de mis obras, se encontraba en su pico de fama y eso atrajo la atención de los estudios”, expresó el cineasta quien, el ver que se había despertado un interés por su ópera prima, decidió viajar a México para terminar el guion en el que ya venía trabajando. Al poco tiempo, se le otorgó un presupuesto de 10 millones de dólares, y Kumble comenzó así la tan ansiada filmación de su primer largometraje.
El batacazo se produjo el 5 de marzo de 1999: en su primer fin de semana en cartelera, la película recaudó más de 13 millones y continuó su buena racha. A pesar de que la crítica no acompañó la adaptación, a la que consideraron “superflua”, sí lo hizo la audiencia, que la cimentó en la cultura popular, con los premios MTV como fiel reflejo de lo que Kumble había logrado: acercarle el leitmotiv de la novela a un público joven que se mostraba maravillado por los planes intrincados de sus protagonistas y ese memorable giro del final.
Witherspoon y Phillippe: amor, pelea y malestar en el set
Cuando Juegos sexuales se empezó a filmar, Reese Witherspoon y Ryan Phillippe ya habían comenzado una relación. A contramano de lo que pudiera suponerse, eso no los ayudó al momento de abordar las escenas. Por el contrario, generó una incomodidad sobre la que ambos se pronunciaron. En primera instancia, Witherspoon no quería formar parte de la película, por lo que Kumble tuvo que persuadirla. “Salimos a cenar con ella y nos terminamos emborrachando todos”, contó el director. “Literalmente me puse de rodillas para rogarle, le dije que eran solo quince días de rodaje y que iba a salir todo genial, y que ella era perfecta para el papel”. Finalmente, Reese, tentada por la posibilidad de actuar junto a quien sería su primer esposo, aceptó, sin contemplar que quizá la dinámica entre Sebastian y Annette le iba a terminar afectando.
"Reese se sintió mal por las cosas que mi personaje le estaba diciendo, así que me dio una cachetada espontánea que terminó quedando en la escena"
Ryan Phillippe
El rodaje terminó siendo “una experiencia muy emocional” para la actriz, a quien le costó filmar la secuencia en la que su personaje se pelea con el de Phillippe. De hecho, fue tan complejo para ella, que se enfermó durante la producción, al igual que su pareja. “Reese y yo teníamos que filmar una escena en la que nos decíamos cosas horribles por cuatro horas y una vez que terminamos salí del set y vomité, fue como un castigo emocional”, le contó el actor a The Morning Call. En cuanto a la ganadora del Oscar, estaba tan afectada, que improvisó la famosa cachetada que Annette le da a Sebastian. “Se sintió mal por las cosas que mi personaje le estaba diciendo, así que me dio una cachetada, a Roger (Kumble) le gustó tanto que la incorporó a la escena”, recordó su expareja. “Sí, Ryan vomitaba en el set todo el tiempo”, amplió el director, quien se refirió a la famosa cachetada.
“Fue una de esas cosas que me pareció que tenía que mostrar, tenía que dejar que la cámara siguiera rodando, pero no fue fácil para ellos, en muchos momentos tuve que darles espacio para que se sintieran cómodos con las escenas”. Según contó el realizador, tanto la escena de la pelea como la secuencia de sexo fueron complejas para los actores. “Para la secuencia de intimidad no quise que hubiera mucha gente en el rodaje, y la figura de mi maestro, Theo van de Sande, fue clave en eso”, contó Kumble, respecto al trabajo del director de fotografía holandés, que además se había hecho muy amigo del cineasta. “Miramos muchas películas juntos, entonces cuando llegamos a esa escena, sabíamos que teníamos que abordarla de manera muy delicada, y cuidarlos a Reese y a Ryan”.
Asimismo, el director explicó que sentó a los actores y les pidió hablar “sobre el elefante en la habitación”, esa escena de sexo que les preocupaba filmar. “Les dije: ‘Sé que tengo que filmar esta secuencia de sexo con ustedes y que se siente raro, y les pregunté qué podía hacer para que estuvieran más tranquilos, ellos me dieron sus sugerencias y seguimos adelante”. Para Kumble, el diálogo fue clave para poder llevar su ópera prima adelante y creó un ámbito de confort para todo el equipo y para los actores. “Si uno ve esa secuencia ahora, se notará que no se muestra mucho porque no nos pareció necesario, lo que los personajes estaban viviendo era importante per se, por lo que no había que explotar ese momento”, añadió el realizador, quien también dejó la cámara rodando en otro momento espontáneo.
El beso que marcó a una generación
Una de las escenas más populares de Juegos sexuales es la del beso entre Kathryn y Cecile (Selma Blair), que se suscita cuando la primera, vestida completamente de negro en contraste con lo bucólico del contexto, le enseña a Cecile a “dar un beso francés” mientras de fondo suena “Coffee & TV” de Blur (la banda sonora es uno de los fuertes del film). Aunque se hicieron dos tomas de ese momento, Kumble se inclinó por la primera porque notó que ese primer plano de los labios mostraba un hilo de saliva que reflejaba un detalle imperceptible de lo que implica dar un beso.
“Me acuerdo de que alguien mencionó lo de la saliva y cómo teníamos que volver a filmar la escena y yo me negué porque me pareció un ‘accidente’ hermoso, pero accedí, aunque terminé usando la toma original”, explicó el director. “Me parecía un beso cool y después terminó siendo recordado por eso”, añadió Kumble.
El beso entre Blair y Gellar -quien cambió su color de cabello para el film, para no ser asociada al famoso personaje de Buffy- fue premiado en los MTV, escenario en el que las actrices se besaron nuevamente en homenaje a ese momento icónico que también recrearon décadas más tarde.
“Fue como una presentación en vivo”, recordó Gellar sobre el beso en cuestión. Según declaró la actriz este año al evocar el film en el que mostró una nueva faceta, el día de rodaje en que el equipo tenía pautada esa toma fue “el primer día en toda la ciudad de Nueva York de ese año que fue hermoso y soleado” y apuntó: “Entonces, ¿dónde iban todos a almorzar, caminar y pasar un tiempo fuera de casa? Al Central Park”, continuó. “¿Y adivina dónde estábamos filmando esa escena? En el Central Park. Teníamos alrededor de 250 personas de público; fue como una presentación en vivo”, contó.
Cada vez que recuerda la experiencia, Gellar lo hace con mucho cariño, sobre todo porque allí forjó una indeleble amistad con Blair, una de sus mejores amigas en la actualidad. “Me encanta Juegos Sexuales y me encanta besar a Selma”.
La inesperada precuela con Amy Adams como villana
Debido al éxito del film, a Kumble ofrecieron filmar una serie para Fox titulada Manchester Prep, proyecto que fue inesperada e innecesariamente reconvertido en un largometraje: una precuela estrenada un año después de la película original que retrataba el origen del vínculo entre Kathryn y Sebastian, con Amy Adams como protagonista. La propuesta fue un fracaso rotundo que ni siquiera pasó por salas, lo mismo que su continuación, Juegos sexuales 3, de la que Kumble se desligó y que fue dirigida por Scott Ziehl. Con el paso del tiempo y la confirmación de su impacto en la cultura pop, se empezó a trabajar nuevamente en una serie que replicara el estilo y el tono del film de Kumble.
En 2015, la cadena NBC adquirió los derechos del piloto, que registraba la vida de Annette 17 años después. Es decir, un gran flashforward con los actores Taylor John Smith, Samantha Logan y Kate Levering como protagonistas, e incluso con Gellar interpretando nuevamente a Kathryn. Al evaluar el proyecto en varias ocasiones, finalmente NBC decidió soltarlo... Y ninguna otra cadena lo tomó. Lo que sí pudo concretarse fue un musical basado en el film y con el propio Kumble como factótum. Cruel Intentions: The ‘90s Musical se estrenó Off-Broadway en noviembre de 2017 y estuvo un año en cartel. La puesta del dramaturgo contaba con los temas más famosos de su película digitando los siniestros planes de Kathryn y su hermanastro.
Los Rolling Stones cobraron una suma millonaria por la película
Si uno piensa en Juegos sexuales, piensa indefectiblemente en el brillante uso que hizo Kumble de “Bitter Sweet Symphony” de la banda británica The Verve, incluida en su gran álbum, Urban Hymns. “Fue una pesadilla el camino a ese momento”, declaró el director respecto de cómo peleó para que la canción sonara en el clímax de su largometraje. “Pensé que iba a ser un proceso sencillo, que íbamos a contactar a The Verve y pagarles por el uso del tema, pero después nos enteramos de que ellos mismos no tenían los derechos”.
En efecto, como el tema samplea “The Last Time” de los Rolling Stones (cuyos integrantes además habían entrado en una disputada legal con The Verve), había que contactarse con la monumental banda y el estudio no quería. “Me dijeron que pruebe con otra canción y lo hice, pero ninguna funciona tan bien así que insistí hasta que el estudio accedió. Pagamos por todo, pero realmente pagamos mucho por ese tema”, dijo Kumble entre risas.
“Pagamos un millón de dólares por una canción cuando teníamos 10 para hacer toda la película”, añadió el realizador, asegurando que valió la pena cuando observó cómo sonaba la composición mientras Annette se aleja en el auto tras haber expuesto a Kathryn con un plan de deliciosa malicia, con ese humor que luego Kumble utilizaría en La cosa más dulce, una excelente (aunque un tanto incomprendida) comedia que no habrá tenido la trascendencia de su ópera prima, pero que lo ratificó como un director a observar.
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