Juan Minujín y Luisana Lopilato, entre el amor, la competencia y la guerra en Matrimillas, la nueva comedia romántica de Netflix
Dirigida por Sebastián De Caro, esta propuesta -cuya idea se inspira en el sistema de acumulación de millas a la hora de viajar- aborda con humor los problemas típicos de una pareja en la convivencia
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¿Qué estarías dispuesto a hacer para salvar tu matrimonio? Este interrogante, tan común entre quienes llevamos años en pareja, es el eje central de Matrimillas, la nueva película protagonizada por Juan Minujín y Luisana Lopilato que podrá verse a partir de este miércoles en Netflix. Y si bien el tema está bastante trillado, esta nueva apuesta -dirigida por Sebastián De Caro- es sumamente tentadora: una pareja con hijos se encuentra transitando una crisis y parece haber agotado todas las instancias para poder resolver sus problemas; como última solución, decide utilizar una aplicación que les suma o resta puntos de acuerdo al mérito que vayan haciendo el uno con el otro. Y si bien en un principio todo parece funcionar perfectamente, la obsesión por acumular puntos y ganar independencia, hará que sus vidas terminen completamente fuera de control.
“Es una comedia romántica que se centra en los pequeños problemas que puede tener cualquier pareja. La idea fue encontrar el humor en esa máquina que es el matrimonio y que tiene toda una parte romántica pero a su vez de mini negociaciones”, le anticipa Minujín a LA NACION sobre este proyecto que lo devuelve al género de la comedia. Y enseguida, el intérprete advierte cómo esta propuesta se despegará de las típicas historias de amor, priorizando el humor y la diversión. “Para llevar adelante la convivencia, Belén y Federico recurren a una aplicación que, según las acciones diarias que hagan, va a contabilizar créditos a favor y en contra. Había algo en la idea de ‘cuanto más bueno soy con vos, más daño te estoy haciendo porque estoy ganando más puntos’ que me parecía muy divertido de contar”, explica entusiasmado.
Inspirado en el sistema de acumulación de millas aéreas que suele dar crédito a los pasajeros frecuentes, este juego -que da nombre al film- propone algo parecido: acumular puntos en la relación para luego tener crédito y así poder gozar de ciertos beneficios. Mientras más gestos y buenas acciones sumen en la convivencia, más millas se acumulan para gastarlas en lo que uno quiera.
“La gente se va a poder identificar con estas situaciones porque son situaciones simples, cotidianas que hemos vivido todos alguna vez. Es una película que toca con humor temáticas muy reconocibles de cualquier pareja y al ser tan comunes, con el director y los productores buscamos exagerar un poco lo más gracioso para que el efecto sea absoluto”, advierte Lopilato, que debuta en la comedia romántica con esta propuesta.
La española Cristina Castaño, Andrea Rincón, Julián Lucero, Santiago Gobernori, Vicente Archain, Aylen Malisani y Betiana Blum se suman a esta apuesta escrita por Gabriel Korenfeld y Rocío Blanco y porducida por Buffalo Films y Tieless Media.
Relojes sincronizados y ... ¡qué empiece el juego!
Así como la historia refleja situaciones cotidianas de la convivencia de cualquier pareja, los personajes también son sumamente identificables. “Federico viene de una familia de odontólogos por parte de su padre y abuelo, y no tuvo muchas opciones para elegir otra cosa. Cuando sus hijos crecen, tiene ganas de hacer lo que le gusta; no quiere pasarse toda la vida trabajando de algo que no le interesa. Pero, a la vez, tiene muchas limitaciones para hablar y plantear lo que quiere. Y ese es un poco el motor que lo lleva a meterse en este delirio de las millas. Como no quiere enfrentar una conversación intensa emocionalmente ni generar un problema en la pareja, entonces ve en esta solución (que al principio le parece malísima) la oportunidad para cumplir sus sueños, que tienen que ver más con una satisfacción personal que de pareja”, indica Minujín sobre este odontólogo que se disputa entre seguir el mandato de la profesión familiar o su hobbie en las hornallas.
Es en este afán por cumplir metas personales sin sentir culpa que este matrimonio entra en una especie de guerra donde reina el egoísmo más que las ganas de reinventar la pareja. “Parte de lo gracioso y lo que más me gustó de esta película es que los personajes empiezan a hacer cosas ruines para conseguir lo que quieren. Recién al final del camino encuentran la posibilidad de tener una relación más sana al poder hablar de las cosas”, señala el actor que, a diferencia de Federico, no concibe una relación sin diálogo.
En lo que sí coincide es en el amor que este chef amateur tiene por sus hijos. “Fede es un buen padre, ama a sus hijos y tiene un gran corazón. Todo lo malo que hace lo hace para no meterse en un problema, lo hace desde un lugar más naif”, lo justifica mientras resalta que el chiste de la película son los problemas y no las virtudes de sus protagonistas.
En el mismo sentido, su compañera de elenco defiende algunas actitudes o reacciones polémicas que su personaje lleva a cabo durante los cien minutos que dura el film. “Belén es mamá, esposa, amiga, emprendedora, le gusta su trabajo y llega un momento de la vida donde siente que su matrimonio está como en una meseta. Sus hijos ya son grandes, no la necesitan tanto y está cansada de la rutina”, repasa Lopilato, quién en el film se dedica a vender juguetes infantiles.
“Su hermana le recomienda ir a Equilibrium, un lugar que dice tener la solución para cualquier problema de pareja a través de unos relojes con los que sumas millas. Pero las millas no son sólo para hacer feliz al otro sino también para tener un beneficio propio sin sentirse culpable”, aclara la mujer de Michael Bublé que, si bien en su vida real tiene un matrimonio feliz, asegura conectar en varios puntos con este papel. “Yo también soy madre, amiga, esposa, emprendedora y vivo haciendo equilibrio para poder estar bien en todas las áreas; aunque siempre es un sube y baja la balanza”, advierte la mamá de Noah, Elías, Vida y Cielo.
A la dificultad diaria de congeniar entre la maternidad, la pareja y el trabajo, se sumó un nuevo desafío a la hora de rodar Matrimillas. Es que la actriz estaba embarazada de cinco meses cuando se filmó este film en marzo pasado. “Me la banqué bien. Incluso a veces teníamos días largos, donde nos quedábamos hasta las 5 de la mañana pero la pasamos tan bien que fue un placer. Yo creo que al ser mi cuarto embarazo y al haberlo transitado bien no tuve necesidad de trabajar menos horas o poner requisitos”, cuenta Luisana tras someterse a muchas pruebas de vestuario para disimular la panza. “La gente de vestuario trabajó mucho, jugó mucho con los looks. Me probaban y reprobaban, traían ropa nueva todos los días”, cuenta feliz con el resultado que se ve en pantalla.
Además del gran equipo de producción, vestuario y maquillaje, Luisana destaca la gran ayuda que recibió por parte de su coprotagonista, con quién ya había compartido cartel en Los que aman odian. “Además de la peli, habíamos hecho juntos un piloto para un programa que nunca salió al aire así que siempre me quedaron esas ganas de volver a trabajar con Juan. Quienes lo conocen saben lo buen tipo y lo buen actor que es. Para mí, trabajar con él es estar aprendiendo siempre y acá aproveché para preguntarle de todo, hablábamos mucho de las escenas. Te ayuda muchísimo y quiere que todo salga bien, no sólo su trabajo sino el de todo el resto y eso es importante para llevar una peli adelante”, confiesa la figura femenina del proyecto.
Inmediatamente, los halagos fueron retribuidos por parte del actor que asegura que hace tiempo quería protagonizar una comedia con Lopilato como pareja. “Luisana es una actriz que me encanta. Me parece que tiene una expresión y una frescura divina. Fue muy lindo compartir el set con ella, siempre nos divertimos mucho y nos llevamos muy bien, así que trabajar juntos era un planazo”, advierte por su parte el galán de esta historia.
Y ese sueño de volver a trabajar juntos no sólo se cumplió sino que esa batalla conyugal que propone la trama aún lo hizo más divertido. “Hay una escena donde la pareja hace un trío con Paloma Contreras que fue muy divertida de hacer. También cuando apenas arrancan a competir por las millas que él prepara una gran comida y están cenando con los hijos, ahí nos reímos mucho”, revela Minujín, mientras Lopilato elige una secuencia de la fiesta de Equilibrium, este lugar al que asisten para recuperar la pareja, como la que más la hizo tentar de risa. “Hay una escena con el personaje de Lucero que improvisamos mucho. Eran como las 3, 4 de la mañana y yo no podía entrar, lloraba de la risa”, recuerda la actriz sin dar demasiados detalles para no spoilear la trama.
Quien también reconoce haber improvisado y aportado mucho a la hora de encarnar a Federico es Minujín, una herramienta que emplea desde que empezó a dar sus primeros pasos en el mundo de la actuación. “Me gusta aportar, improvisar, proponer, incluso en la etapa de reescritura, reescribir. Tanto con el director Sebastián De Caro como con Gabriel Korenfeld y Rocío Blanco (los guionistas) fuimos construyendo juntos el papel. Desde siempre entendí este trabajo como un proceso colectivo de creación, por más que cada uno ocupe un rol distinto, siempre uno tiene que llegar con una propuesta propia sino no funciona”, advierte el actor de éxitos como El Marginal, Los dos papas y 100 días para enamorarse.
Mientras destaca lo mucho que le gusta saltar de un género al otro en su carrera, el actor revela que es determinante a la hora de aceptar un desafío. “Me fijo en la singularidad del personaje. Tiene que tener algo humano, que me interpele desde algún lugar, que pueda entender su problemática. En este caso, cuando los personajes empiezan a competir, esta idea de ‘enemigos íntimos’ donde supuestamente está todo bien pero lo que están haciendo es querer ganarle al otro para sacar un provecho personal me parecía muy divertido”, confiesa.
Por su parte, la actriz de Casados con hijos asegura que Matrimillas fue el proyecto perfecto para debutar en un género que hace rato tenía ganas de transitar. “La comedia romántica era uno de esos géneros que quería hacer y no me llegaba. O si me llegaba, no había ningún libro que me atrape. Esta peli llegó en el momento perfecto, además de que es una historia simple y linda de esas que me gustan ver en casa cuando quiero relajarme y reírme un rato”, cuenta quién viene de experimentar el policial con Pipa.
“Yo, el mejor de todos…”
Como los propios protagonistas anticiparon, este matrimonio hará de todo para ganar puntos a favor y llegar lo más rápido posible al objetivo. Algo que definitivamente ni Lopilato ni Munujín harían en sus casas. Eso sí, en caso de hacerlo, los actores develan en qué son los mejores a la hora de ganar millas. “Yo soy muy bueno preparando el desayuno para todos. Sea la hora que sea, así haya solo dormido una hora y media, me levanto y lo preparo con mucho amor y cariño. Creo que en eso no me gana nadie”, advierte orgulloso el actor mientras enumera todo lo que incluyen sus creaciones: “Puede tener frutas, jugos, granola hasta distintos tipos de cafés y tostadas de diversos panes”.
“Yo sumo en todo, yo me dedico a sumar”, bromea Lopilato desde Canadá, mientras se la juega y cuenta en qué resta (¡y mucho!). “Odio sentarme con mis hijos a hacer la tarea del colegio. Mike [Bublé] tiene toda la paciencia del mundo, pero yo todo lo contrario. Es algo que no lo soporto. ¡No quiero hacer la tarea de matemáticas otra vez!”, grita, entre risas, en un total sincericidio.
En lo que Luisana se lleva todos los honores es en las locuras que haría por amor; algo que quedó demostrado hace 15 años atrás cuando dejó su vida y su carrera en Buenos Aires para radicarse en Vancouver junto al cantante canadiense. “No si se fue locura o no. Quizás ahora, después de tantos años, pienso que loco fue haber tomado la decisión de casarme tan joven, pero es una locura que me salió bien porque sabía, quería y sentía que Mike iba a ser el papá de mis hijos”, confiesa la rubia enamorada.
Minujín baja las expectativas y elige a los viajes sorpresa como una linda locura que haría por amor. Eso sí, el intérprete -que está en pareja desde hace más de 20 años y es padre de Carmela y Amanda- se la juega y revela cuál es su estrategia para que el amor perdure en el tiempo. “Me parece que seguir escuchándose es clave. También sostener algo del misterio que es el otro, alguien al que uno nunca termina de conocer cabalmente. Ese lugar donde uno se sigue sorprendiendo me atrae mucho”, concluye con una tímida sonrisa.
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