Joyas escondidas: de Fellini a Fritz Lang, los clásicos regresan al streaming con cuentagotas, en medio de grandes ausencias
Las plataformas más importantes no parecen interesadas en conformar de manera sistemática catálogos de títulos de otras épocas, más allá del lanzamiento de títulos aislados
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El cine clásico sigue siendo la gran deuda del streaming en la Argentina. No aparece en las principales plataformas un espíritu de consenso alrededor del valor que tiene el acceso al pasado y a las fuentes que muchos realizadores actuales reconocen como influencias decisivas en sus obras. Y a excepción de Qubit.TV, el único espacio del streaming local dedicado sistemáticamente al rescate de títulos destacados del pasado, la tendencia general apunta a desconectarse de esa memoria. O, en el mejor de los casos, a recuperarla en cuentagotas a través de fórmulas imprecisas, desconectadas y azarosas.
Encontrar títulos clásicos en los catálogos de las plataformas puede resultar una tarea ímproba, propia de arqueólogos digitales, que según el caso podrá entusiasmar a los más incansables buscadores de gemas perdidas o frustrar de manera rápida a quienes llegan a ese rastreo con demasiadas expectativas.
La decepción crece apenas se comprueba que Netflix, la plataforma que menos interés tiene entre las grandes de recuperar el cine de otros tiempos, desactivó hace poco el acceso a títulos merecidamente clásicos como la ganadora del Oscar El golpe (1973), de George Roy Hill, con Paul Newman y Robert Redford, y el western Joe Kidd (1972), de John Sturges, con Clint Eastwood.
Parece muy modesta a modo de compensación la llegada a las listas de la “N” roja de Expreso de medianoche (1978), de Alan Parker. Más bien se trata de un regreso, porque en otros tiempos ya formaba parte de la oferta de títulos. Más cerca en el tiempo, pero con el aura clásica recibida a partir de los premios y nominaciones que obtuvo aparece el inminente lanzamiento en esta plataforma de Petróleo sangriento (2007), de Paul Thomas Anderson.
Más allá de esta impronta se trata de un título demasiado cercano a la realidad que no respondería a aquellos parámetros más propios del cine clásico. En este sentido, HBO Max incorporó en las últimas semanas algunas novedades que solo aparecen cuando se busca bien. Entre ellos, el formidable melodrama de Vincente Minnelli Some Came Running (1958), con Frank Sinatra, Dean Martin y Shirley MacLaine, estrenada en los cines de nuestro país con el título de Dios sabe cuánto amé.
También, como una verdadera rareza, HBO Max tiene ahora disponible un puñado de películas de la década de 1930. La breve lista incluye por ejemplo dos películas protagonizadas por Mae West: No soy un ángel (1933), de Wesley Ruggles, con Cary Grant, y No es pecado (1934), de Leo McCarey. Y una con Marlene Dietrich, La venus rubia (1932), de Josef Von Sternberg.
Al mismo catálogo se sumaron dos títulos muy destacados de la filmografía de Fritz Lang en Hollywood: Ministerio del miedo (estrenada aquí originalmente como Prisioneros del terror en 1945), con Ray Milland, y la formidable El refugio (Rancho Notorious, 1952), también con Dietrich.
El mapa de novedades clásicas de HBO Max se completa en estos días con el excelente western Estación comanche (1960), de Budd Boetticher, y dos títulos de 1973, Amarcord, de Federico Fellini, y Calles peligrosas, de Martin Scorsese, con Robert De Niro (en el primero de los diez films que hizo con el realizador) y Harvey Keitel.
Son agregados valiosos, pero al mismo tiempo muy escasos en relación con el vasto catálogo disponible de títulos clásicos que tienen las plataformas alimentadas por los grandes estudios de Hollywood, Warner en el caso de HBO Max. El reciente estreno de la serie documental sobre los 100 años de Warner deja a la vista el desfase entre el desfile de títulos clásicos de las primeras décadas del estudio incluidos en esa evocación y lo poco de todo ese material que aparece en HBO Max. Lo mismo puede decirse en el caso de Star+, que cuenta con buena parte del catálogo histórico de 20th Century Fox. En Paramount+ esa posibilidad es directamente inexistente.
A Star+ se incorporaron también algunos títulos de la etapa clásica de Hollywood: Algo para recordar (1957), de Leo McCarey, con Cary Grant y Deborah Kerr; Anastasia (1956), de Anatole Litvak, con Ingrid Bergman y Yul Brynner; Can-Can (1960), de Walter Lang, con Frank Sinatra; Desirée, la amante de Napoleón (1954), de Henry Koster, con Marlon Brando y Jean Simmons; La luz es para todos (1947), de Elia Kazan, con Gregory Peck; Los dioses vencidos (1958), de Edward Dmytryk, con Brando, Dean Martin y Montgomery Clift, y un clásico moderno: La furia (1978), de Brian de Palma, con Kirk Douglas y John Cassavetes.
En Amazon Prime Video pueden encontrarse y verse ahora las dos versiones clásicas de las historias policiales de Agatha Christie recientemente recreadas por Kenneth Branagh. Asesinato en el expreso de Oriente (1974), de Sidney Lumet, y Muerte en el Nilo (1979), de John Guillermin, tienen respectivamente a Albert Finney y Peter Ustinov personificando al detective Hercule Poirot, junto a grandes elencos de estrellas internacionales.
La misma plataforma recuperó para el streaming a una de las grandes ganadoras de la Palma de Oro en Cannes de las últimas décadas: Paris, Texas (1985), de Wim Wenders, junto al curioso rescate de algunos títulos del cine italiano: los clásicos del neorrealismo Ladrón de bicicletas (1948) y Milagro en Milán (1952), ambas dirigidas por Vittorio de Sica; Due cuori fra le belve (1943), uno de los films más populares del gran cómico Totó, inédito hasta ahora en la Argentina, y Manos sobre la ciudad (1963), film testimonial de Francesco Rosi estrenado en los cines como Saqueo a la ciudad.
Otra rareza del catálogo de Amazon Prime Video es Miércoles de ceniza (1958), uno de los grandes melodramas del director mexicano Roberto Gavaldón, con María Félix y Arturo de Córdova.
Queda como último refugio para los amantes del cine clásico el catálogo de Qubit.TV. Allí se incorporaron los siguientes títulos: La rosa tatuada (1955), de Daniel Mann, con Anna Magnani y Burt Lancaster; El buque siniestro (1943), de Mark Robson, con Richard Dix; El puente de Waterloo (1940), de Mervyn LeRoy, con Robert Taylor y Vivien Leigh; El cisne negro (1942), de Henry King, con Tyrone Power y Maureen O’Hara, y Lástima que seas tan canalla (1954), de Alessandro Blasetti, con Sophia Loren y Vittorio de Sica.
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