Jon Peters, una historia de Hollywood

La historia de Jon Peters parece creada por un guionista de Hollywood. De peluquero de Barbra Streisand a productor de cine, para crecer hasta jefe de uno de los estudios más grandes de la industria y, finalmente, acabar como paria de la industria que lo inventó e incluso lo representó como personaje en Shampoo (interpretado por Warren Beatty).

Todos los aspectos del ascenso y la caída de Peters bien podrían ser ficción, pero no lo son. Ni siquiera el más edulcorado relato sobre el sueño americano podría imaginar el nuevo capítulo de la vida de Peters en Hollywood. Es que el productor será uno de los beneficiados por el éxito de taquilla de El H ombre de Acero, una lista largaen la que, a diferencia del resto de los productores, Peters figura sin haber participado de la realización de la película. De hecho, según un artículo publicado en la revista especializada The Hollywood Reporter, Peters se podría llevar hasta quince millones de dólares por el film de Superman habiendo tenida prohibida la entrada al set y a las oficinas donde Christopher Nolan desarrolló el complicado proyecto.

Y todo por un viejo acuerdo que Peters firmó con los estudios Warner hace más de veinte años. Una práctica de la industria del cine que suele aplicarse a quienes impulsan grandes proyectos para los estudios que luego pueden o no llegar a la pantalla. De hecho, de 1993 a 2006, Peters fue uno de los promotores del regreso de Superman a los cines, un trabajo que resultó en la decepcionante Superman regresa, de Bryan Singer, que recaudó casi 400 millones de dólares en todo el mundo. De ellos, siete millones fueron directo al bolsillo del excéntrico Peters, que en algún momento había contratado al director Kevin Smith para revivir al superhéroe y luego terminó rompiendo ese contrato cuando el realizador se negó a incluir arañas gigantes en la trama. Ahora, con el dinero del estudio otra vez en sus cuentas, está claro que si hay un lugar donde el sueño americano aún existe es en Hollywood. Por lo menos eso es lo que a muchos peluqueros de Los Ángeles les gusta creer.