La actriz oriunda de Liverpool habló con LA NACION sobre su nueva película Free Guy: tomando el control, sus proyectos a futuro y lo importante que es su familia a la hora de tomar decisiones en su carrera
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Ella trabaja desde el instinto. Jodie Comer no estudió actuación, simplemente descubrió que le apasionaba desde muy pequeña, cuando en su casa de Liverpool compartía con sus padres cuál era su plan a futuro. Comer siempre supo que esa era su meta y ese futuro no se sentía tan lejano sino fácilmente aprehensible, al menos en un comienzo.
La actriz de Killing Eve confesó en más de una ocasión que por haber sido criada en el seno de una familia de clase media era discriminada en el colegio, donde sus compañeras no le permitían acceder a sus ensayos de baile, entre otros gestos de maltrato y desdén. Sin embargo, de esa experiencia tomó algo que sería fundamental para lo que vendría años más tarde: sobreponerse a las decepciones. Con la posibilidad de bailar fuera de su alcance, Comer interpretó en una obra escolar un monólogo que cautivó a una profesora y a otros compañeros, quienes le aconsejaron que buscara un representante. A los 15 años, la tenaz adolescente ya estaba debutando en TV en un episodio de The Royal Today, un spin off de la serie The Royal.
De allí en adelante, sus padres comenzaron a familiarizarse con la rutina de acompañarla a diferentes audiciones. Con buenos y malos resultados en los castings, Comer se caía y se levantaba y encontraba en ese proceso un incentivo que ahora reconoce extrañar un poco. Desde su debut en 2008 que nunca dejó de ser una presencia magnética en producciones británicas como Waterloo Road, Justice, Casualty y Doctor Foster. Eventualmente, a Comer le llegaron roles protagónicos en My Mad Fat Diary, Remember Me, Thirteen y The White Princess, pero nada la preparó para el éxito de Killing Eve.
El thriller con toques de comedia negra de Phoebe Waller-Bridge (que fue cambiando de guionistas con el correr de las temporadas cuando la actriz de Fleabag le pasó primero la batuta a Emerald Fennell) fue un fenómeno en el que la actriz le puso el cuerpo a la fascinante psicópata Oksana Astankova (más conocida en la cultura popular como Villanelle), una joven asesina que se obsesiona con la agente del servicio secreto británico que la persigue, Eve Polastri (Sandra Oh), lo que genera una atractiva dinámica entre ambas, eje primordial de la brillante serie de espías que estrena su cuarta y última temporada el año próximo.
Sí, Comer trabaja desde el instinto. Y en Villanelle se percibe desde los cambios de registro que va eligiendo para cada secuencia hasta ese oscilar entre lo desaforado y lo más impertérrito de una mujer inclasificable, con gran sentido de la moda, mucho sarcasmo, un ingenio ineludible, y esa vulnerabilidad con la que la actriz siempre quiso interpretarla. Su actuación le valió, en 2019, el Emmy a la mejor actriz dramática, un merecido galardón que recordó al que recibió Tatiana Maslany por Orphan Black. En el fondo, se trataba de un reconocimiento a dos outsiders que conquistaban a la crítica con roles disidentes y un gran fandom detrás. Para Comer, fue más que un premio inspirador y sorpresivo (incluso le avisó a sus padres que no fueran a la ceremonia porque no esperaba ganar), fue el momento en el que supo que la aguardaba un cambio inevitable. El famoso “salto a Hollywood” y su pisada en el mundo del cine, donde ya había incursionado con la biopic sobre Morrissey, England is Mine.
Este jueves se estrena en salas Free Guy: tomando el control, comedia en la que la actriz se mueve en las grandes ligas con Ryan Reynolds y bajo la dirección de Shawn Levy. Comer interpreta a Millie, una programadora que concibe junto a Walter (Joe Keery) un videojuego cuyo código es robado por el empresario Antwan (Taika Waititi) y reconvertido en el popular Free City, un juego en el que Reynolds es un personaje pasivo, hasta que descubre que puede alterar el orden de ese mundo interactivo. Cruza de Ralph, el demoledor y The Truman Show, se trata de un film muy dinámico con guiños al cine de superhéroes y con una producción a gran escala, escenario que Comer solo había conocido en su participación en Star Wars: El ascenso de Skywalker.
“Comencé a tenerle más respeto a cierta clase de películas a las que no necesariamente me inclinaba”, le confesó la actriz a LA NACION, en una entrevista exclusiva por Zoom desde Londres, donde se encuentra filmando Killing Eve. “Agradezco que mi debut en un film de esta magnitud haya sido con Free Guy, porque me preparó en muchos aspectos para lo que vendría luego”, añadió, en relación a The Last Duel, el drama histórico ambientado en el siglo XIV de Ridley Scott que, si la pandemia lo permite, llegará a nuestras salas el 14 de octubre. En el largometraje Comer personifica a Marguerite de Carrouges, una joven que declara haber sido abusada sexualmente por el mejor amigo de su marido; como consecuencia, se lleva a cabo lo que se conocería a posteriori como “el último duelo legal de Francia”, la batalla entre el marido de Marguerite, Jean (Matt Damon), y Jacques Le Gris (Adam Driver), el hombre acusado de violación.
The Last Duel fue escrita por el propio Damon junto a Ben Affleck (quien también hace una intervención en el film) y la talentosa realizadora Nicole Holofcener. “Cuando me dieron el papel sentí que era el momento más importante de mi carrera”, expresó la actriz que este año filmó también junto al talentoso Stephen Graham la película Help, ambientada en su Liverpool natal. “Siempre estoy volviendo a Liverpool, siempre será mi casa”, remarca sonriente en una distendida charla con LA NACION.
-¿Qué fue lo que te atrajo de Free Guy, teniendo en cuenta que era un film que no estaba dentro de lo que buscabas hacer? ¿Qué te dejó la experiencia?
-Sí, no estaba familiarizada con producciones tan grandes. De hecho, no conozco mucho el mundo de Marvel, por ejemplo, es algo que me resulta completamente ajeno. Sin embargo, con Free Guy aprendí que no es tan fácil trabajar con la pantalla verde, hay muchos factores en juego: el saber cuánto tengo que imaginarme, y en qué momento ser más o menos expresiva, porque las emociones comienzan a salir desde otro lugar. Todo eso que incorporé me hizo sacarme el sombrero y felicitar a quienes trabajan en estas producciones constantemente, porque no era algo a lo que estaba habituada. En realidad, yo siempre reacciono a lo que me da otro actor con cada personaje, así que esto fue totalmente nuevo para mí.
-¿Hubo algo de temor a la hora de aceptar el proyecto?
-Sí, es raro, porque trabajé tanto en televisión que en un momento comencé a pensar que las películas estaban fuera de mi alcance. Aunque veía que muchos actores pasaban del cine a la TV todo el tiempo, creo que fueron mis propias inseguridades las que me hicieron cuestionarme si eso también iba a pasar conmigo. Cuando empecé a trabajar en mi personaje de Free Guy advertí que el proceso de preparación no distaba mucho de otros procesos del pasado. Me preparé para el personaje y lo abordé como lo hago con todos los roles que interpreto. Lo mismo sucedió en el set: estaban todos ahí con un objetivo, para cumplir con la meta, para que el proyecto llegue a buen puerto. La única diferencia es que es una película enooorme (risas), en serio, es realmente monumental la producción. Estoy muy agradecida de que mi primera experiencia de este nivel en cine haya sido con Shawn, porque después llegó The Last Duel y ahí sentí que estaba donde tenía que estar.
-Estabas lista...
-Sí, me sentía lista, preparada para ese nuevo desafío porque había aprendido muchísimo.
-¿Qué fue lo más importante que aprendiste de Shawn, de Reynolds y de todo el elenco?
-Creo que todos ellos reafirmaron lo que siempre pensé: que las mejores personas son las que no se toman demasiado en serio a sí mismas, ¿sabés? Estar con Shawn y Ryan... Son tan trabajadores, les importa tanto lo que hacen y son tan buenos en eso, pero también son las primeras personas en reírse de sí mismas, en menospreciarse con humor en cierto modo, y me encanta rodearme de gente así. Creo que eso hace que el set se convierta en un lugar muy seguro. Me parece que obtenés lo mejor de los demás cuando se genera ese clima.
Algunos actores estudiaron arte dramático y tienen mucho conocimiento de varios tópicos de esta profesión, pero cuando era joven yo simplemente amaba actuar y mis emociones salían de lo instintivo
-Al no haber recibido formación profesional, siempre trabajaste desde la experiencia. ¿Cómo es ese proceso que, imagino, conlleva una gran vulnerabilidad?
-Sí, porque cada actor se maneja con su propio contexto, todos somos diferentes. Algunos estudiaron arte dramático y tienen mucho conocimiento de varios tópicos de esta profesión, pero cuando era joven yo simplemente amaba actuar, mis emociones venían desde un lado profundamente instintivo. Sentía como que todo estaba ahí, en la superficie, a flor de piel. Quizá pueda sonar básico lo que estoy diciendo, pero desde mi adolescencia que siempre intentaba ponerme en la piel de todos esos personajes que interpretaba, y buscaba hacerlo de la manera más realista y verdadera posible. Y eso es algo que sigo haciendo hoy en día. Siempre me pongo en esa posición. Al mismo tiempo, me encontré con muchos actores que no hacen eso. En mi caso, es desde ese lugar de donde salen todas mis emociones y el modo en el que trabajo.
-¿Cuál fue el momento de tu carrera en el que dijiste “a este lugar quería llegar y no puedo creerlo”?
-Uff... Diría que cuando pude trabajar en The Last Duel con Ridley Scott. Cuando era chica, mi sueño era hacer películas históricas, y de hecho me sucedió algo muy loco el año pasado. Estábamos en el rodaje [el drama se filmó, con ciertas intermitencias por las restricciones del Covid, de febrero a septiembre de 2020 en Francia e Irlanda] y de repente pensé: “Dios mío, estoy acá”, como que caí en cuenta de lo que estaba sucediendo con mi carrera. “Esto realmente te está pasando”, me repetía; fue muy extraño.
-¿Todavía necesitás el apoyo de tus padres en tu carrera? Cuando expresaste tus deseos de ser actriz estuvieron presentes, ¿seguís hablando con ellos acerca de cada rol que vas a abordar?
-Oh, sí, los mantengo informados, están involucrados, les cuento todo, todo (risas). Sé lo que quiero ahora, pero cuando era más joven quizá había una conversación más larga con ellos de consultarles, pero siempre supe qué era lo que quería hacer y qué era lo que no quería hacer. Mi papá a veces me dice: “No me estás preguntando nada realmente, solo estás descargándote sobre lo que te pasa, porque ya tomaste la decisión”. Son geniales a la hora de escucharme en caso de que lo necesite.
-¿Y seguís viajando a Liverpool seguido?
-Sí, Liverpool es mi hogar. En este momento estoy en Londres porque estoy filmando la cuarta temporada de Killing Eve, pero Liverpool es mi casa.
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