Paterson, la nueva película de Jim Jarmusch, el patriarca del indie
En su nueva película, que se estrena el jueves, el director norteamericano de culto posa su mirada en el día a día de un conductor de colectivos; la angustia y la esperanza se dan la mano
Una veintena de largometrajes y cortos de ficción y varios rockumentales sobre sus amigos Neil Young, Tom Waits, Iggy Pop o bandas como Talking Heads y The Raconteurs le bastaron a Jim Jarmusch para convertirse en uno de los patriarcas y referentes de la producción independiente norteamericana del último cuarto de siglo.
Amado por los cinéfilos y los melómanos, adorado sobre todo por los franceses (desde que en 1984 ganó la Cámara de Oro a la mejor ópera prima con Extraños en el Paraíso estrenó casi todas sus películas en el prestigioso Festival de Cannes), este director de inconfundible pelo blanco y voz grave nacido hace 64 años en Akron, Ohio, construyó una carrera basada en personajes tan entrañables como disfuncionales (auténticos outsiders), en micromundos con características y reglas propias, y en narraciones a puro lirismo que escapan de los cánones más convencionales.
Fue también en Cannes donde Jarmusch presentó su último trabajo de ficción (Paterson) y su más reciente documental (Gimme Danger, sobre Iggy Pop y los Stooges) y, en ese ámbito, LA NACION participó de un encuentro que tuvo con la prensa internacional.
Multifacético en su formación y en su trayectoria artística, Jarmusch tiene ascendencia irlandesa, alemana y checa, estudió periodismo, literatura y música, vivió una temporada en París, se radicó en Nueva York, participó en bandas de rock y rap, publicó varios textos propios y, desde que en 1980 rodó en 16 milímetros y con apenas 12.000 dólares la autobiográfica Permanent Vacation, se convirtió en un director de culto al punto de que su obra ha sido analizada en decenas de documentales y ensayos, y ha influido a varias generaciones de jóvenes cineastas.
En estos tiempos de consumo hogareño, de época dorada de las series y del boom de Netflix, Jarmusch se considera un "resistente". "No creo que ver películas en las salas esté pasado de moda, me gusta ir y disfrutar de la oscuridad y del acto colectivo; para mí es importante preservar los clásicos, mantener la memoria y revisar la historia del cine. Sí, puede que sea un dinosaurio, no me molesta que me consideren de la vieja guardia", aseguró en Cannes el director de El camino del samurái, Flores rotas y Solo los amantes sobreviven, acompañado por los protagonistas de Paterson: Adam Driver (el de la serie Girls y el Kylo Ren de Star Wars) y la iraní Golshifteh Farahani.
La nueva tragicomedia de Jarmusch tiene a Driver -fiel a su apellido- como un conductor de colectivos urbanos. Se llama Paterson, al igual que la película y que la zona obrera de Nueva Jersey donde transcurre la historia y que alguna vez contó entre sus habitantes a William Carlos Williams y Allan Ginsberg, fuentes inspiradoras del film. Además, es un poeta amateur pero incansable, tiene una esposa que es pura bondad, un bulldog que lo odia ("una perra transgénero que hace de macho y que resultó una gran improvisadora en todas sus escenas", bromeó) y unos patéticos amigos en el bar que frecuenta todas las noches.
Narrada durante el lapso de una semana, la película sigue las vivencias cotidianas de Paterson: levantarse bien temprano, ir a la terminal, manejar varias horas, reencontrarse con la emprendedora Laura (vende cupcakes y le va muy bien), sacar al perro a pasear y terminar el día bebiendo algo en la barra. Jarmusch encuentra oro en la rutina de este hombre común: es un film poético sin proponérselo; humorístico sin apelar al gag efectista; sensible sin golpes bajos; y con un tono zen (y con unos haikus) que remite más a una idiosincrasia japonesa que norteamericana. Optimista, inocente, relajada y de una extraña belleza, Paterson es una joya que -más vale tarde que nunca- recién ahora alcanza su merecido estreno comercial en las salas argentinas.
"Nuestro Paterson es un lugar imaginario, porque en verdad es una zona muy difícil y sórdida", admite. "En esa comunidad vive mucha gente de clase trabajadora, con una increíble mixtura étnica: mexicanos, árabes, chinos... Nunca pretendimos hacer un documento social, pero quisimos transmitir la angustia y también la esperanza que hay en ese lugar, a veces en una misma imagen: podés ver un edificio que colapsa y al lado un vecino pintando la reluciente nueva puerta de su hogar. Me encantan esos contrastes, pero siempre evitando idealizar la decadencia", explica.
Con respecto a la elección de Driver como el antihéroe de la película, Jarmusch indicó que "casi no miro TV pero lo vi en algunos episodios de Girls, en Inside Llewyn Davis, en Frances Ha, leí varias entrevistas que dio y me dije: quiero conocer a este tipo. Es el tipo de actor modesto e intuitivo que necesitaba para una historia pequeña y tranquila como esta".
El realizador de Bajo el peso de la ley, Una noche en la Tierra y Dead Man considera a Paterson "un antídoto ante tantas historias de acción, violencia, abuso de la mujer y conflictos humanos. A veces la vida no es tan trágica y por eso me concentré en las pequeñas situaciones cotidianas. En mis películas no importa tanto la trama, busco que el espectador no esté pensando todo el tiempo qué va a pasar en la escena siguiente. Voy a contramano de ese cine que lo explica todo. Es el público el que debe descubrir las cosas por sí mismo".
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