Jim Carrey, fiel a sí mismo
"Todopoderoso" ("Bruce Almighty", Estados Unidos/2003). Dirección: Tom Shadyac. Con Jim Carrey, Morgan Freeman, Jennifer Aniston, Philip Baker Hall, Catherine Bell, Lisa Ann Walter y Steven Carell. Guión: Steve Koren, Mark O´Keefe y Steve Oedekerk. Fotografía: Dean Semler. Edición: Scott Hill. Música: John Debney. Diseño de; producción: Linda Descenna. Presentada por Buena Vista International. Duración: 101 minutos. Apta para todo público.
Nuestra opinión: regular
Tras intentar -sin demasiada fortuna en el terreno comercial- quebrar su imagen de cómico casi payasesco, Jim Carrey retoma en "Todopoderoso" el registro que lo convirtió en megaestrella de Hollywood, que se sustenta en una sucesión casi ininterrumpida de gags físicos, muecas exageradas y diálogos tan absurdos como excesivos.
Para este regreso a ese cine que combina la sátira de corte casi infantil con una moraleja didáctica, sentimental y edulcorada, Carrey fue a lo seguro y contrató desde su condición de productor del proyecto a Tom Shadyac, un director que ya le había construido envases diseñados a su medida como "Ace Ventura, detective de mascotas", "Mentiroso, mentiroso" y "Patch Adams".
"Todopoderoso" es otro buen ejemplo de cómo en Hollywood se entiende el marketing cinematográfico. Una premisa con gancho (y el actor capaz de sostenerla) basta para que, con la ayuda de un buen trailer que amplifique los chistes más logrados, y una avasallante campaña promocional, el producto se imponga casi naturalmente.
En el arranque de la película vemos en Bruce Nolan (Carrey) al estereotipo del hombre acuciado por las miserias de la vida moderna: se trata de un ambicioso cronista de la televisión de Buffalo que sólo piensa en sí mismo, que desatiende a su querible esposa (Jennifer Aniston), una maestra jardinera que soporta con demasiada paciencia sus continuas quejas, y que es capaz de apelar a cualquier estratagema con el fin de quedarse con el lugar vacante en la conducción del noticiero de la cadena.
Ayuda divina
Las cosas, obviamente, no salen como Bruce las planea y -en medio de un ataque de desesperación- no le queda más que invocar la ayuda de Dios. Y, como en Hollywood todo es posible, Dios aparece en pantalla con el rostro de Morgan Freeman limpiando los pisos de un edificio enteramente blanco, mientras decide "prestarle" a Bruce por el lapso de una semana sus todopoderosas habilidades. Claro que nuestro ahora omnipotente antihéroe se desentenderá de las plegarias de los millones de fieles a los que debería ayudar para aplicar todas esas herramientas adquiridas en desquitarse de sus rivales y en mejorar lo más rápido posible los diversos aspectos insatisfechos de su vida.
El film alterna unos pocos pasajes de indudable ocurrencia y efectividad con una enorme cantidad de situaciones trilladas y -peor aún- de propósitos aleccionadores. Más allá de sus desniveles, de sus sorpresas (como un simpático cameo de Tony Bennett) o de las escasas oportunidades de lucimiento que tienen dignos intérpretes secundarios como Aniston, Freeman o el veterano Philip Baker Hall (el gerente de la cadena televisiva), "Todopoderoso" es de esas películas que no admiten medias tintas: para quienes disfruten del Carrey en estado puro; es decir, ofreciendo su habitual arsenal de morisquetas, juegos de palabras y bromas escatológicas, es ésta una opción insoslayable. Para los demás, en cambio, será preferible buscar otros rumbos.