Jason Statham, un inglés en el panteón de los héroes de acción
El intérprete británico pasó de deportista profesional y vendedor callejero a actor de películas de acción como El código del miedo, film que se estrena pasado mañana
Antes de convertirse en el gran héroe inglés del cine de acción, autorizado a tratarse de igual a igual con los monstruos sagrados del género (y a figurar en los títulos por encima de Robert De Niro y Clive Owen, por ejemplo), Jason Statham hizo un poco de todo: jugó al fútbol, se especializó en el salto de trampolín (llegó a integrar durante doce años el equipo nacional de la especialidad y en 1992 ocupó el 12º puesto en el campeonato mundial) y como buen amateur debió procurarse el sustento por otros medios, por ejemplo vendiendo discretamente por las esquinas más transitadas de Londres perfumes, joyas y otras mercaderías presuntamente costosas.
No había querido seguir los pasos de su padre, cantor de salón, pero igualmente apuntaba al mundo artístico. El físico y el azar iban a ayudarlo. Alguien que buscaba entre los deportistas muchachos atléticos y bien parecidos le propuso ser modelo. Aceptó. Y en eso estaba, trabajando para la firma French Connection, cuando Guy Ritchie lo invitó a hacer una prueba para Juegos, trampas y dos armas humeantes (1998). El papel que le ofrecía era el de un vendedor callejero de joyas falsas. Fácil para él.
Así, a los 31 años, ese afortunado debut en el cine determinó un rotundo cambio en su vida. Desde aquellas primeras experiencias con Ritchie (a Juegos… siguió Snatch. Cerdos y diamantes) hasta este segundo capítulo de Los indestructibles en que lo vemos actualmente compartir aventuras con Stallone, Schwarzenegger, Van Damme y Willis, entre otros grandotes consagrados, ha habido una trayectoria siempre ascendente. Algunos títulos bastan para testimoniarlo: El transportador y sus dos secuelas, Celular, Crank, veneno en la sangre, Death Race, El mecánico, Asesinos de elite. Y ahora El código del miedo, que el jueves estrenará Distribution Company y donde encarna a un ex agente de elite, hoy fracasado, que se involucra en el caso de una chinita de mente prodigiosa que ha sido secuestrada en los bajos fondos de Nueva York.
Statham ha encarnado a toda clase de hombres de acción, del protagonista de El transportador (a partir del cual decidió hacerse cargo de las escenas de riesgo y para eso completó su preparación aprendiendo kung fu, karate, kick boxing y otras artes similares) al villano de Celular, el líder de la banda de El gran golpe, el mercenario retirado de Asesinos de elite (que vuelve a la acción para rescatar al veterano Robert De Niro, su viejo mentor). O a este luchador de segunda categoría de El código del miedo que, acosado por la mafia rusa tras haber arruinado una pelea previamente arreglada y al borde de la desesperación, sale en defensa de la chica prodigio china que ha memorizado un código secreto y es encarnizadamente perseguida por las tríadas chinas.
A diferencia de otras estrellas de este cine adrenalínico, Jason Statham nunca ha querido ser un superhéroe. "¿Yo con una capa? ¿Los muslos enfundados en calzas ajustadas? –se pregunta–: no, no me veo. No creo que sea para mí. Me siento más cómodo en historias ancladas en la realidad. Puede haber habido algo de fantasía en los films que interpreté. En muchos ya se sabe que voy a tener que pelearme con seis tipos al mismo tiempo y salir de la escena entero y sin mirar para atrás. Es la acción por la acción misma y está bien para el entretenimiento, pero prefiero que haya alguna motivación, alguna historia en la cual apoyarse."
Hace tiempo que está tratando de asumir compromisos más exigentes. "Si hubiera tenido la posibilidad de elegir habría estado haciendo films más serios desde hace años. Pero sé que no habría llegado a este momento de mi carrera sin la repercusión de El transportador. En el fondo, quizás uno se embarque en una película sólo porque hay más razones para aceptarla que para rechazarla. Pero yo considero que esos trabajos me han ido llevando en la dirección correcta. Ahora –la declaración ya tiene algunos meses– estoy rodando un film con Taylor Hackford, Parker, basado en un personaje de Donald Westlake que ya interpretaron, entre otros, Mel Gibson y Lee Marvin. Es un gran libro, con grandes personajes. Y ésa es la dirección en que quiero moverme ahora. La acción de un hombre pensante."
Si El código del miedo lo coloca en los zapatos de un hombre que lo ha perdido todo, pero aprende a vivir (y a matar otra vez), otro compromiso que lo espera es Hummingbird (Colibrí), que escribió Steven Knight, el guionista de Negocios ocultos (Stephen Frears) y de Promesas del Este (David Cronenberg), y le propondrá pulsar otra cuerda. Él sólo dice que es una obra de fuerte contenido emotivo y que apenas podría anticipar que se trata de la historia de un hombre cuyo encuentro ocasional con una monja le produce un impacto significativo en lo espiritual.
¿Acaso Jason Statham se imagina a sí mismo mostrándose emotivo? "Sí, sí. Precisamente ésa fue una buena razón para asumir el personaje. Como lo fue también la vulnerabilidad que se percibe en el protagonista de El código… El productor Lawrence Bender me lo dijo: "Nunca hiciste nada como esto", y tenía razón, ya que yo soy siempre el héroe indestructible que no tiene mucho de qué preocuparse. En cuanto a Hummingbird, tambiém pesó el lugar donde debe transcurrir la acción: en casa. Siempre quise volver y hacer una película en el Reino Unido porque uno termina hecho un lío cuando se pasa la vida filmando afuera. Aquí el equipo es tan pequeño que uno conoce los nombres de todos a los cinco días. No hay diez cámaras filmando al mismo tiempo.
¿Está entonces buscando papeles con mayor profundidad? "Uno sólo puede comer lo que está servido en la mesa –responde, pragmático–, pero si aparece una oportunidad, hay que analizarla y ponderar su calidad. El asunto es si uno debe quedarse sentado esperando que llegue el papel perfecto o si toma lo que se le ofrece y trata de extraer de eso la mejor experiencia."
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