Jane Austen, o como el cine consiguió a su guionista perfecta
Se estrena Amor y amistad, adaptación de Whit Stillman de una novela de la escritora británica, cuya obra es fuente de inspiración para la gran pantalla
Un departamento amoblado con las mejores telas, las alfombras más bellas y sofisticadas, muebles de estilo tallados por los ebanistas más consumados, listo para mudarse apenas con el equipaje de mano a cuestas. Las novelas de Jane Austen con sus relatos livianos como la muselina y ricos como el terciopelo son el sueño de cualquier realizador o guionista con la suficiente habilidad para llevar de las páginas a las pantallas esas comedias con personajes llenos de matices y vínculos tan complejos como sutiles en su furibunda crítica social.
Muchos intentaron la proeza de lograr que esas familias que circulan por mansiones solariegas y bailes en los que se arreglan matrimonios, nacen disputas y mueren reputaciones tuvieran tanta vida en el cine como en los libros y muchos lograron la hazaña. Uno de ellos es Whit Stillman, el director norteamericano que para su quinta película decidió adaptar la novela corta epistolar Lady Susan, uno de los primeros libros escritos por Austen, que recién fue publicado de manera póstuma. Allí, en la novela, ya se adivinan los elementos que hacen de la escritora inglesa una de las mejores guionistas que el cine pudo conseguir.
En Amor y amistad se cuentan las aventuras y desventuras de lady Susan Vernon (Kate Beckinsale), una bellísima y empobrecida viuda que hace uso de sus encantos y su habilidad para manipular y encantar a quien se le ocurra. Egoísta, caprichosa y sumamente inteligente, la viuda logra siempre lo que quiere y aunque no sea la típica heroína de Austen -es demasiado maquiavélica y consciente de su atractivo para serlo-, gracias a la adaptación de Stillman pertenece al grupo de sus personajes con películas que le hacen justicia. Porque, lamentablemente, con toda la plasticidad y fabulosos diálogos listos, la obra de la novelista también sufrió algunos tropezones en su paso al cine.
Las que sí
Orgullo y prejuicio. Uno de los textos más adaptados y readaptados de Austen, la versión que hizo el director Joe Wright de la historia de amor y conflictos de clases entre Elizabeth Bennet y el señor Darcy tenía todas las de perder. Es que en 2005, cuando se estrenó, todavía muchos tenían presente la miniserie de la BBC en la que Colin Firth hizo del Darcy definitivo. Sin embargo, gracias al talento de Wright y Keira Knightley, la mejor Elizabeth Bennet para sorpresa de todos -hasta del propio director, que la creía demasiado bella para el papel-, la película tiene momentos brillantes y se suma al canon de grandes adaptaciones de Austen en el cine. Para la TV, la novela no deja de dar frutos con versiones más o menos libres como las divertidas Lost in Austen y la sorprendente La muerte llega a Pemberley, basada en la novela de P. D. James que pone su destreza para la intriga en el marco de la conocida historia de Orgullo y prejuicio.
Emma. Antes de que Gwyneth Paltrow se transformara en objeto de burla por sus modos algo snobs y alguna otra ofensa imaginaria que la volvió el remate de los chistes de muchos, la actriz fue una de las mejores intérpretes del mundo Austen. La actriz fue Emma Woodhouse, la más bella y delicada señorita de su pequeño pueblo que gusta de jugar a la celestina con sus conocidos, un hobby que la expone a confusiones y malentendidos que complican su relación con el señor Knightley, su caballeroso vecino y familiar político. Otro viaje al tiempo de la regencia que entre pícnics y bailes logra mostrar las injustas divisiones de clase y la opresión que sufrían las mujeres en aquella época, siempre encorsetadas por las circunstancias de su nacimientos y sujetas a la bondad de los conocidos. Que un año antes, en 1995, Amy Heckerling haya estrenado Ni idea, la más pop de las adaptaciones de Austen, potenció ambas películas. En el film de Heckerling, Emma se llama Cher Horowitz, vive en Beverly Hills y además de emparejar a sus profesores para evitar exámenes sorpresa y cuidar a su papá es una experta fashionista con el vestuario soñado.
Sensatez y sentimientos. Alcanzaría con escribir la ecuación Jane Austen + Emma Thompson + Kate Winslet para explicar todo lo buena que es la adaptación que dirigió Ang Lee en 1995. Pero claro, la fórmula tiene muchos más elementos, además de ellas. Thompson se ocupó de adaptar el guión además de interpretar a la sensata señorita Elinor Dashwood, hija mayor de una familia venida a menos que, atrapada por las reglas y costumbres de su clase y género, tolerará todo, hasta un corazón roto en mil pedazos, menos el sufrimiento de su querida hermana, la enamoradiza Marianne de Winslet. Junto a ellas también estuvieron Hugh Grant, como el tímido Edward Ferrar, y el perfecto Alan Rickman en el papel del adusto e imposiblemente galante coronel Brandon. Y como si al elenco de ensueño le hubiese faltado alguien, la buena de Emma le regaló los diálogos más cómicos de su guión -y de la novela- a su viejo compañero de universidad: Hugh Laurie. Mucho tiempo antes de que todo el mundo lo conociera como el doctor House, el actor interpretó al señor Palmer, un personaje secundario de la película que se roba cada escena en la que aparece con apenas un abrir y cerrar del diario que finge leer para no escuchar el parloteo de su esposa, la también brillante Imelda Staunton.
Las que no
Orgullo, prejuicio y zombis. Se dijo una y otra vez, los textos originales de Austen son tan vívidos e interesantes que se prestan para versionarlos y hasta toleran aparecer en la boca de una estudiante secundaria de Los Angeles. Sin embargo, sumarle zombis y un trasfondo histórico más complejo que coherente fue demasiado hasta para Orgullo y prejuicio. Puede que la novela de Seth Grahame-Smith tuviera alguna gracia, pero la película que resultó de ella no tiene casi ninguna.
Amor verdadero. Anne Hathaway interpreta a Jane Austen en el film que intenta establecer paralelos entre su vida y su obra, pero termina como un melodrama de esos que la autora nunca quiso escribir.
Novia y prejuicio. Es Orgullo y prejuicio pasada por el filtro de Bollywood. Podría haber funcionado, pero lo que la hace fallar no son los pasajes musicales, sino el deslucido Darcy del actor neozelandés Martin Henderson.
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