James Gunn: todo en todas partes al mismo tiempo
El flamante jefe creativo de los proyectos para cine de DC es el director de la próxima película de Marvel, una extraña situación que se plantea en un momento de encrucijadas para el futuro de las dos escuderías más grandes del universo de superhéroes hollywoodenses
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Abril va a ser muy raro para la vida del extraño mundo en el que se mueven los superhéroes del cine de Hollywood y las usinas creativas que los ponen en marcha. El multiverso, ese concepto maleable y útil para cualquier cosa al que se aferran hoy los principales protagonistas de este mundo, mostrará el mes que viene su manifestación más inesperada de la mano de James Gunn, el personaje al que todos observan en este momento.
Diez años atrás, Gunn se encontraba en plena preparación de la primera película de Guardianes de la galaxia, una de las producciones del Universo Cinematográfico de Marvel (MCU) más celebradas del estudio, que tendría su estreno en la temporada siguiente. A lo largo de la última década la sólida base de fans y seguidores del grupo liderado por Star-Lord (Chris Pratt) no dejó de crecer y despertar genuino entusiasmo.
En ese mismo 2013 se estrenaba El hombre de acero (Man of Steel), punto de partida de lo que hoy se conoce como Universo DC. Con esta nueva aventura de Superman, la mayor apuesta para el personaje desde los tiempos del malogrado Christopher Reeve, la poderosa dueña de algunos de los más famosos superhéroes de la historia ponía en marcha un ambicioso plan con el objetivo de plantarse frente a Marvel y darle pelea en las boleterías con proyectos de la misma envergadura. La madre de todas las batallas (de superhéroes) dentro de la industria de Hollywood se había iniciado.
Una década más tarde, la fase actual de esa rivalidad tiene en ambos lados al multiverso como idea dominante. Y va a adquirir a partir de abril connotaciones por lo menos insólitas. Durante todo ese mes, Gunn tendrá que cumplir con el inevitable ritual de entrevistas y acciones de promoción previas al estreno de Guardianes de la galaxia 3, cuyo estreno en la Argentina se anuncia para el 4 de mayo. Es la próxima gran apuesta de Marvel, que acaba de iniciar la quinta fase de su MCU en el cine tal como anticipó en su momento su máximo exponente creativo, el productor Kevin Feige.
Pero Gunn tendrá que atender ese compromiso desde el lugar de enorme responsabilidad para el que fue designado en octubre de 2022. Hoy es nada más y nada menos ¡que el CEO de DC Studios! Algo así como el Kevin Feige del principal adversario y competidor de Marvel. ¿Cómo funcionará esa curiosísima convivencia, al menos durante las próximas siete u ocho semanas? La idea del multiverso puede manifestarse de las maneras más insólitas.
¿Le preguntarán a Gunn en las vísperas del estreno de Guardianes de la galaxia 3, por ejemplo, sobre los decepcionantes resultados de la película previa de Marvel en el riguroso ordenamiento armado por Feige y su equipo? ¿Se animará a hablar de Marvel el hombre que tiene hoy en la cabeza el gigantesco operativo de relanzamiento del universo cinematográfico de DC? Es posible que ni siquiera una mente privilegiada como la de Hank Pym, el científico interpretado por Michael Douglas en las películas de Ant Man, pueda responderla.
Ant Man and the Wasp: Quantumania, actualmente en cartel en la Argentina, es justamente el título que precede a Guardianes de la Galaxia 3 en el plan de estrenos de Marvel. Ya fue vista en la Argentina hasta la noche del jueves por 739.652 personas, según los números de Ultracine. No es un número para nada desdeñable visto en los términos generales de la taquilla cinematográfica, pero puede considerarse decepcionante si se lo compara con las cifras de algunos de los títulos previos de Marvel.
Es lo que ocurre en términos globales con el balance de esta película. Los observadores de la industria de Hollywood vienen preguntándose si Marvel debería prestarle especial atención al rendimiento en las boleterías de todo el mundo de Quantumania, sobre todo pensando en el futuro. Es cierto que a valores absolutos resultó la más vista de las tres películas protagonizadas por el superhéroe más pequeño de Marvel, pero a la vez obtuvo la mitad de lo que recaudó en su momento Thor: Ragnarok.
La prensa de Hollywood observa que este declive no se limita a la reciente experiencia de Quantumania. Parece sumarse a una tendencia sostenida que se manifiesta en uno de los datos que la industria más tiene en cuenta en el diseño de sus planes estratégicos: la disminución en la venta de entradas durante la segunda semana en cartel. Las últimas películas de Marvel mostraron en ese sentido un descenso de espectadores en la taquilla global de entre el 65 y el 70%, comparado entre la semana de estreno y la siguiente.
¿Qué quiere decir esto? Que los fans incondicionales responden siempre y garantizan una respuesta masiva y muy contundente a la hora del estreno. Pero cuando se trata de extender esa base y salir a ganar nuevos públicos el interés decae. Ya no parece funcionar como antes, cuando Marvel podía asegurarse por mucho tiempo un respaldo consolidado (no solo por la fidelidad de sus seguidores más fervorosos) gracias al inmenso carisma de algunas de sus figuras históricas, como el Iron Man de Robert Downey Jr. y el Capitán América de Chris Evans, junto a los otros Avengers.
Quienes hoy recogen ese legado y levantan la bandera de Marvel para los actuales y próximos tiempos querrían mantener esa línea sin cambios, pero este cambio de tendencia en los números de taquilla, junto a una sensación térmica que empieza a ser desfavorable, empieza a encender algunas luces amarillas.
El toque nostálgico y vintage, también en términos del MCU, que promete la tercera película de Guardianes de la Galaxia podría funcionar como una pausa favorable en medio de este aparente cambio de rumbo. Poco y nada se sabe alrededor de la historia que Gunn contará para la confirmada despedida de este grupo y todo gira alrededor de una pregunta: ¿tendrá el adiós de los Guardianes connotaciones dolorosas o más bien celebratorias? Cualquiera fuera la opción, ya estamos empezando a extrañar a Peter Quill, Gamora, Rocket, Drax y Groot.
Gunn tendrá que hablar muy pronto de estas cosas de Marvel con la cabeza en otra cosa, ahora del lado de DC. El nuevo hombre fuerte de la marca dueña de Batman y Superman aparece como un inmejorable ejemplo de aplicación práctica de la teoría propuesta por la película de moda: tiene que hacer todo en todas partes al mismo tiempo.
De hecho, el círculo de la última década en el caso de DC se cierra en su caso de manera casi ideal. Hace unos días se confirmó que Gunn será el guionista y el director de Superman Legacy, la nueva reinvención (ya tenemos varias encima) del Hombre de Acero que se estrenará en 2024. En la mirada que promete Gunn para este regreso, Superman mostrará una versión mucho más joven que las conocidas, mezclando datos de su vida previa en el planeta Kriptón con el reconocimiento del nuevo mundo en el que le toca habitar, el nuestro. Eso explica, entre otras cosas, que el último Superman que tuvo la pantalla, Henry Cavill, no tenga lugar en la nueva etapa.
Lo primero que deben afrontar Gunn y su flamante socio en la nueva conducción creativa de DC, Peter Safran, es el cierre de un período previo que ya estaba configurado con los estrenos de DC previstos para este año. El primero, Shazam: la furia de los dioses, funciona para el Universo Cinematográfico Extendido de DC (DCEU) como un espejo de lo que ocurre con Quantumania en el caso de Marvel. Es un título arraigado en la conciencia de los fans, pero incapaz de capturar nuevas energías fuera de ese espacio de máxima lealtad hacia los personajes de la marca.
Protagonista de un estreno global con la magnitud que suelen exhibir los tanques de Hollywood, la segunda aventura de Shazam arrancó en la taquilla con resultados que justifican una mirada muy cautelosa. Anteayer, en su primer día de exhibiciones en la Argentina, resultó como se esperaba la película más vista, pero con muy modestos 10.269 tickets vendidos en un momento de convocatoria aplastada.
Las vitales proyecciones de la taquilla estadounidense, en tanto, tampoco resultan prometedoras. Los primeros números de este fin de semana auguran una recaudación para Shazam 2 que va a estar por debajo de la primera película. Aquella había abierto su recorrido en 2019 con seis millones de dólares en el primer día. La secuela se pone en marcha con algo menos de cuatro millones.
Variety señaló este viernes que se espera una recaudación en el mercado estadounidense para Shazam 2 de apenas 40 millones de dólares como máximo, frente a los 140 millones que acumuló la película original cuatro años atrás. Para una producción cuyo costo supera los 100 millones de dólares se trata de números complicados, sobre todo hacia el futuro. Los estudios pensarán dos veces antes de apostar por nuevas aventuras de estos personajes.
Mucho más si al mismo tiempo las críticas, como en el caso de Shazam 2, también resultan desfavorables. Es inevitable sumar a este panorama el complicado antecedente de Black Adam, rotundo fracaso de crítica y de taquilla que demostró, entre otras cosas, que el carisma de Dwayne Johnson no alcanza si la historia está por debajo de las expectativas.
En la historieta, Black Adam es el antagonista original de Shazam, y el fracaso de la película del villano-antihéroe encarnado por Johnson impide por ahora un próximo o eventual encuentro cinematográfico entre ambos personajes. Ahora y en el futuro. Como dice el título de una reciente nota publicada en The Hollywood Reporter, tal vez estemos asistiendo al fin de DC tal cual lo conocemos hasta ahora en el cine.
Gunn llegó para cambiar las cosas y encarar un nuevo comienzo. Antes de que llegue ese momento con su película de Superman, un nuevo capítulo del redivivo Batman de Robert Pattinson y otros proyectos marcados por la idea de una renovación total deberá atravesar un 2023 de altísima exposición para la marca.
Primero con la demorada y muy esperada película de Flash, dirigida por el argentino Andy Muschietti y con estreno previsto en la Argentina para el 15 de junio. Después, el 17 de agosto, llegará Blue Beetle con la impronta latina de su protagonista, Jaime Reyes (encarnado por la figura de Cobra Kai Xolo Maridueña), y finalmente, el 21 de diciembre, The Lost Kingdom (El reino perdido), la segunda película del Aquaman de Jason Momoa.
Como señala el análisis de The Hollywood Reporter, de la mano de Gunn parece asomar un nuevo universo cinematográfico en el caso de DC. Ya no sería extendido, sino simplemente un DCU. También con promesas de un multiverso propio, uno de esos espacios inabarcables en los que todo parece posible.
Lo mismo le ocurre a Marvel, atrapado en un laberinto muy parecido, que lleva en ambos casos a plantear preguntas del mismo tenor ¿Promoverá acaso el multiverso, más que una posibilidad de variantes infinitas, un espacio de confusión permanente? ¿Cómo reaccionará el público de aquí en adelante a este escenario abierto a la incertidumbre? ¿Tendrán en cuenta los estudios el llamado de atención planteado por una convocatoria cada vez más menguante? James Gunn, uno de los encargados de dar respuestas a estos interrogantes, atraviesa el momento más curioso de su carrera. Nadie más que él podrá decir que en un mismo momento tuvo un pie en Marvel y otro en DC. Haciendo equilibrio entre dos mundos eternamente enfrentados.
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