A sus 26 años, el intérprete australiano es una de las figuras favoritas de grandes directores; lo eligen desde Sofia Coppola a Guillermo del Toro, quien lo tendrá como protagonista de su ambicioso proyecto, Frankenstein
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Jacob Elordi conoce de luchas. Empezó a comprender lo que verdaderamente significaba la persistencia cuando, en su juventud, miraba a su padre, John, aceptar cada trabajo que apareciera como pintor y constructor para que la familia pudiera salir a flote de una dura situación económica que se prolongó por años. Jacob empezó a comprender el significado de esa palabra, también, cuando veía cómo su madre, Melissa, se ponía la casa al hombro para que tanto él como sus cuatros hermanos vivieran esa etapa de sus vidas con el menor sufrimiento posible.
La casa en la que crecieron en Brisbane, Australia, fue construida por John, quien pasó 13 años ahorrando para poder, desde los cimientos, darles un hogar a sus hijos. Un día, cuando la situación era apremiante para la familia, Melissa aceptó un trabajo en la cafetería de la escuela donde estudiaba Jacob, lo que fortaleció el lazo entre ambos. Ese apoyo, esa calidez que había en la familia, le permitió a Elordi ponerse metas sabiendo que siempre estaba la firme posibilidad de llevarlas a cabo.
En ese momento, tenía dos sueños por cumplir, bien diferentes: por un lado, destacarse en el rugby; por otro, tomar clases de teatro. Durante mucho tiempo, complementó ambas pasiones sin problemas, hasta que un accidente en un partido -en el que se quebró un hueso- lo sacó del juego de manera definitiva. El episodio lo traumó y lo dejó en cama varios meses. En ese período comenzó a consumir de manera compulsiva libros y películas. Un día, sacó de la biblioteca familiar un ejemplar de Esperando a Godot, de Samuel Beckett, y dicha obra se convirtió, como él mismo declararía tiempo después, en su biblia, el artículo sacrosanto al que acudir cuando la escuela le presentaba desafíos que no podía cumplir.
De sufrir bullying a dar el salto a Hollywood
Cuando no le iba bien en las clases, Elordi eludía la realidad y se presentaba para actuar en todas las obras que se realizaban en el colegio. Su debut fue con Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare. Cuando se subió al escenario descubrió que nunca había experimentado nada igual, y descuidó los estudios en pos de ver las filmografías completas de sus actores favoritos, como Janes Dean, Marlon Brando y Steve McQueen. Leía sus autobiografías e incorporaba las experiencias de esas grandes figuras por si, en algún ocasión, él mismo pudiese acariciar el estrellato de igual modo. “Estaba buscando una guía”, contó.
El punto de inflexión llegó gracias a Heath Ledger y su interpretación en Batman: el caballero de la noche. Esa actuación fue bisagra para Elordi. “Desde el momento en que lo vi, empecé a imitar sus movimientos en el espejo, hacía lo mismo con otros actores, me obsesioné también con las estrellas del viejo Hollywood. Miraba todas las entrevistas, quería saber cómo se comportaban, qué movimientos hacían, cómo hablaban, y mi madre, que es un ángel, me dio la confianza para convertirme en actor. Cada vez que hacía una obra, tanto ella como mi padre estaban allí, con remeras con el nombre del personaje que me tocaba interpretar”, recordó el actor, quien sufrió bullying por abocarse al teatro.
Supongo que siempre me sentí un viejo dentro de un cuerpo joven; como más sabio, más seguro de lo que quería desde muy chico
“Me consideraban menos hombre por actuar pero no me importaba. Siempre tuve una confianza abundante en mí mismo, porque había adquirido la disciplina que te da el deporte y después la que te da la actuación, y yo era bueno en ambas cosas. Supongo que siempre me sentí un viejo dentro de un cuerpo joven, como más sabio, más seguro de lo que quería desde muy chico; entonces, cuando se burlaban de mí, yo solo disfrutaba de la posibilidad preciada de leer las palabras románticas que jamás se escribieron”, le compartió a la publicación GQ. Cuando terminó sus estudios secundarios, lo hizo con un gran esfuerzo. Elordi ya se había dispersado mucho antes y no toleraba el desprecio de sus compañeros.
“Quería salir de ese lugar en el que te ponían etiquetas”, confesó. “Sé que jugar al rugby era algo que le gustaba a mi papá; estaba orgulloso de mí. Yo renegaba de ese estereotipo de hombre que se suponía que debía ser; un hombre fuerte tan solo porque estaba en el deporte, por lo que me aferré a la actuación, que a su vez enorgullecía a mi mamá. Nunca solté ni a Heath Ledger, ni a Marlon Brando ni a Montgomery Clift; tomé de muchos actores y los usé cuando tuve la oportunidad”, remarcó el actor. Esa oportunidad no llegó rápidamente. Llegaron otras, pero no precisamente las que él estaba buscando. En 2018, fue elegido para el rol de Noah Flynn en la saga juvenil El stand de los besos, donde conoció a quien fuera su pareja, Joey King. La experiencia fue traumática para el actor. “No quería actuar en esa trilogía”, reveló recientemente. “Me parecía ridícula, un escapismo, no había nada universal en eso”, añadió.
Para Elordi, la trilogía de Vince Marcello para Netflix estaba en las antípodas de sus inquietudes como artista. “Me metí en una trampa, no había nada original en esas películas y yo me sentía muerto por dentro. Puede sonar muy sensible y dramático, pero yo soy sensible y dramático. Odiaba ser un personaje para el público. Me sentía muy lejos de mí mismo, me sentía como un cartel publicitario si estuviera a la venta, como si no estuviera seguro de ser genuino. Eso distorsiona tu visión. Crea una forma de vida muy paranoica”, declaró respecto a cómo se explotó el éxito de la saga y su romance con King. Aunque proyecte esa seguridad de la que siempre habla, Elordi no disfruta ser el centro de atención sino la parte introspectiva de su trabajo: la preparación para personajes desafiantes.
Euphoria, el vehículo ideal para despuntar en la industria
Cuando llegó el personaje de Nate Jacobs en el fenómeno de HBO, Euphoria, su carrera dio un giro radical. “Nate me permitió usar esas influencias que había acumulado con los años, y pisar el set todos los días y trabajar con Sam Levinson fue un placer”, declaró sobre la serie, en la que personifica a ese adolescente tóxico y manipulador. “Yo lo veo como un observador que no pierde el eje, él siempre está mirando a los demás, está testeando los límites, a veces pasa inadvertido hasta que te toma de la pierna y te aniquila, como un tiburón”, expresó el actor, quien aseguró haber visto cientos de documentales sobre tiburones para entender mejor a Nate.
En 2022, Elordi volvió a la pantalla grande con el thriller erótico coescrito por Levinson y dirigido por Adrian Lyne Aguas profundas, donde trabajó codo a codo con Ana de Armas y Ben Affleck. Su carisma conquistó a la ganadora del Oscar Emerald Fennell, quien le dio el coprotagónico de Saltburn, el osado largometraje inspirado en El talentoso Sr. Ripley que llegó en diciembre del año pasado a la plataforma Amazon Prime Video. Su rol de Felix Catton, el joven que seduce naturalmente a su amigo Oliver Quick (Barry Keoghan), le valió dos nominaciones al BAFTA en las categorías estrella en ascenso y actor de reparto. Este domingo, se define su suerte en la entrega de los galardones británicos.
Mientras tanto, Elordi sigue enfocado y selectivo. Tras cumplir su sueño de trabajar con Sofia Coppola en Priscilla interpretando nada menos que a Elvis Presley, ahora va por más. Colaboró con el gran Paul Schrader en la anticipada Oh, Canada, que está en etapa de postroducción, y fue el elegido de Guillermo del Toro para el rol de Frankenstein en el film homónimo basado en la obra de Mary Shelley. Elordi no está preocupado por el futuro de su carrera, pero sí por cómo es tratado por la prensa. “Me da miedo la fama, me asusta perderme, que las cosas que antes valoraba dejen de tener sentido”, reveló. “Siento que trato de mantener la gracia y saludar, ser educado, decir las cosas adecuadas, pero a la vez tengo 26 años, no tengo ni idea de lo que estoy haciendo”, se sinceró. Semanas atrás, fue noticia por verse involucrado en una presunta pelea con un productor de radio, Joshua Fox, quien radicó una denuncia policial en su contra por un episodio de agresión física que Elordi habría cometido en un hotel de la ciudad de Sídney, en Australia.
Por esa denuncia hay una investigación en curso, pero su profecía parece cumplirse. La fama es tramposa y él lo sabe. Por eso, se aferra a lo que sucede cuando llega a cada rodaje. “La actuación es como respirar, es mi vida entera, los libros que leí, las obras que hice, las películas que vi; todo eso me educó. Apenas terminé la secundaria, nunca me interesó la universidad. Todo lo que aprendí vino del teatro, del cine, de las personas a quienes admiré toda mi juventud, y por eso le tengo un gran respeto a la profesión, un gran respeto al arte”.
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