Jack Nicholson: mejor, imposible
Su actuación en el film "Las confesiones del señor Schmidt" lo convierte nuevamente en un favorito para el Oscar
HOLLYWOOD.- En Hollywood hay dos Tom -Hanks y Cruise, por supuesto-, pero sólo un Jack. Y no es necesario conocer su apellido para saber de quién estoy hablando.
Lo cual no quiere decir que sea el mismo Jack Nicholson todas las veces. Especialmente ahora que el hombre que muchos consideran el más grande actor de Estados Unidos ha llegado a la edad de la jubilación y dejado de lado la vanidad con el fin de lograr caracterizaciones aún más poderosas.
No hace mucho tiempo, Nicholson daba la impresión de estar simplemente dejándose llevar por la corriente, viviendo de su personalidad de hombre salvaje en una serie de actuaciones llamativas que le hacían ganar dinero y agradaban a sus seguidores, pero que en realidad no le planteaban un gran reto. En los últimos cinco años, sin embargo, el público ha visto una asombrosa variedad de personajes creados por Nicholson, entre ellos un infiel vendedor de vino en "Sangre y vino" (1997), un agotado y jubilado detective en "Código de honor" (2001) y su encarnación como un novelista obsesivo compulsivo en "Mejor imposible" (1998), que lo hizo ganador de un Oscar.
Va a ser muy difícil, sin embargo, que pueda superar lo que logró en "Las confesiones del señor Schmidt", del guionista y director Alexander Payne. En su actuación como un actuario de seguros jubilado de Omaha, Nebraska, Nicholson ya ha generado especulaciones acerca de que quizá reciba su cuarto trofeo de la Academia. Pero el crudo realismo de su actuación en el papel de Warren Schmidt, uno de esos personajes casi demasiado reales que el espectador no puede descartar de su mente después de que aparecen los créditos del film, es algo diferente de cualquier otra cosa que Nicholson haya hecho.
Con el rostro hinchado y sin afeitar, un vientre que desde hace tiempo abandonó toda pretensión de someterse a un cinturón, el hombre de unos sesentaitantos años se despierta un día con la terrible comprensión de que ha desperdiciado su vida. En lugar de cortarse la garganta, decide tomar la carretera en una casa rodante y tratar de cambiar su triste futuro, particularmente mediante una campaña decidida para disuadir a su única hija (Hope Davis) de que se case con un mediocre vendedor de colchones de agua (Dermot Mulroney).
Warren Beatty, amigo de Nicholson, dijo una vez, con envidia, que mientras que él, como galán, tenía que preocuparse constantemente por su apariencia, Nicholson podía darse el lujo de quedarse calvo y engordar sin tener que inquietarse por ello. Una mirada al cartel de publicidad de "Las confesiones del señor Schmidt", en el que se presenta a Nicholson como una ruina ambulante, es suficiente para probar que la aseveración de Beatty era correcta.
"Este puede ser mi papel menos vanidoso", dice, pero la verdad es que él nunca se ha especializado en ser particularmente glamoroso en la pantalla. "Soy un actor del que dijeron que estaba arrugado y calvo, y todo lo demás, cuando apenas pasaba de los 30 años", dice, con una sonrisa. "La mayoría de la gente que escribió eso ahora también está calva y arrugada." Y, además, nunca ha sentido el toque del escalpelo del cirujano plástico, a diferencia de muchos de sus colegas. "Como usted puede ver," dice, "no tengo estiramientos, cicatrices, ésto o aquéllo. Pienso que otra gente puede hacer lo que quiera pero, para mí, eso es una mutilación".
Nicholson ha sido un astro de cine desde que hizo el papel del abogado adicto a las drogas y las motocicletas en "Busco mi destino" (1969). De allí pasó a clásicos de la cinematografía como "Mi vida es mi vida" (1970), "Barrio chino" (1974) y "Atrapado sin salida" (1975), que le dio su primer Oscar como mejor actor. Ganó el segundo premio de la Academia como mejor actor de reparto por su actuación como un astronauta retirado en "La fuerza del cariño" (1983), y un tercero por "Mejor, imposible."
"Casi cualquiera puede ofrecer una buena actuación cuando es desconocido", dice. "Simplemente es más fácil. El verdadero juego profesional de la actuación se da después de que uno se ha hecho conocido... `quitarle lo Jack´ a ese personaje, en mi caso, y lograr que el público reinvierta en un personaje específico, nuevo y de ficción."
Cuestión de edad
A los 65 años, Nicholson dice que no tiene la menor inhibición acerca de hacer un personaje de su edad. De hecho, todo lo contrario. "La edad es la primera limitación que he tenido que enfrentar en lo que respecta a los papeles que hago", dice, "y eso me sucedió hace ya algún tiempo. Había otro proyecto que se estaba desarrollando en estos momentos y que rechacé porque dije: "No, ya hice eso con `Hoffa´ (1992)." No quiero estar usando peluquines u haciendo ésto y aquéllo para compensar la diferencia de edad entre mi personaje y yo."
Además, en Schmidt encontró un papel particularmente atractivo porque le exigía que desvaneciera el tipo de personaje con el que la mayoría de la gente lo asocia cuando escucha su nombre. "Lo que comprendí", dice, "es que, si uno desea seguir creciendo como actor, es preciso aprender los medios que le permiten no tener que depender exclusivamente de lo que sabe que funciona".
De hecho, explica, no fue tan difícil como parece convertirse en Schmidt. Nicholson puede ser un actor de fama mundial nacido en Nueva Jersey, pero encontró algunas cosas en este cansado personaje del Medio Oeste estadounidense con las que pudo identificarse.
"Lo vi como el hombre en el que yo me hubiera convertido de no haber tenido la suerte de entrar en el mundo del espectáculo", dice. "Yo tenía antecedentes matemáticos, y él es un actuario. Hay aspectos relacionados con la jubilación: ¿qué sucede con tus actividades normales cuando tu trabajo no te impulsa todo el día, cuando tus seres amados se alejan de ti, cuando tus hijos se hacen mayores? ¿Sabe?, mi hija Jennifer está abriendo una tienda de ropa, así que ahora ya no tengo la oportunidad de hablar mucho con ella."
Mansiones y mujeres
Sin duda, la realidad de Nicholson está a años luz de la de Schmidt: los muros de las numerosas mansiones que posee el actor están adornados con obras maestras del arte moderno, y los paparazzi acuden en legiones a captar imágenes de su recorrido de un restaurante o bar famoso a otro, en particular cuando va acompañado por alguna de las bellas damas con las que suele ser visto en público, entre ellas, recientemente, Lara Flynn Boyle, la increíblemente esbelta actriz que pudo verse en la serie "Twin Peaks", de David Lynch.
"Ella es maravillosa", dice Nicholson, sonriente, acerca de su joven novia. "Tiene hombros muy anchos, como todas las chicas de Chicago."
En cuanto a las especulaciones de que pueda ganar otro Oscar, Nicholson asegura que no está interesado en eso. Insiste en que preferiría ver una estatuilla o dos otorgadas al elenco que lo apoya en la película, que además de Davis y Mulroney también incluye a Kathy Bates y Jane Squibb.
"Estoy apoyando a Kathy Bates," dice el actor. "Hay un elenco realmente bello, y estoy tratando de que ellos no sean pasados por alto."
En la Argentina
- El estreno en la Argentina de "Las confesiones del señor Schmidt" está previsto para el 6 de febrero. Mientras tanto, la película se exhibe en el ciclo de preestrenos cinematográficos que desarrolla Philip Morris en la reabierta sala América, como ya informó LA NACION, y se verá el 2 de febrero en la V Semana de la Crítica, organizada por Fipresci