La vida, el amor y la muerte eran sus reflexiones centrales, aquellas que Ingmar Bergman nombraba añadiendo un "como siempre", cuando se lo consultaba sobre los temas con los que fue edificando una de las filmografías más extraordinarias de toda la historia del cine. Solo por esos tres tópicos será necesario volver una y otra vez a las películas del genial cineasta, pero… ¿en qué se diferencia de otros admirados y necesarios maestros del siglo XX como Robert Bresson, Michelangelo Antonioni o Andrei Tarkovski? Para un mundo que vive la aceleración de la imagen seguramente será menos hermético –como dirá un entendido– o menos árido, en la aseveración del novato. Bergman condensa como pocos aquello que lo convierte en una suerte de "Shakespeare del cine", aquel dramaturgo en quien descansa el sentido absoluto de la interpretación imperecedera de los grandes interrogantes del hombre.
Por eso, la excusa de la celebración del centenario de su nacimiento –el sábado–permite reactualizar su figura bajo la vigencia de su legado. Con una filmografía tan rica como distintiva, a Bergman no es posible encasillarlo en ninguna de las vigorosas corrientes estéticas que el cine vivió durante el siglo XX ¿Es un director de cine moderno o es un director anclado en las formas clásicas? Como el más moderno de los clásicos se permitió llegar a límites impensados, y como el más clásico de los modernos, sus relatos encierran aquello que llevó al crítico estadounidense Harold Bloom a colocar a Shakespeare en el vértice del "canon occidental", el dramaturgo que inventó nada menos que la personalidad humana.
Pensamiento similar deben haber tenido la casi treintena de directores que habían ganado la Palma de Oro de Cannes y que por unanimidad en 1997 eligieron a Bergman como el auténtico depositario de la "Palma de las palmas de oro", con la que el gran encuentro del mundo del cine celebró su medio siglo y salvó una gran injusticia: que jamás recibiera una Palma de Oro en competición por ninguna de sus películas. Conocido hombre de carácter, Bergman prefirió quedarse en su mítico refugio de la isla de Färo y su hija Linn fue quien retiró la distinción.
El cine de Bergman tuvo tempranos reconocimientos en otras partes del mundo y, si bien es demasiado arriesgado atribuirle el sitial de "descubrimiento", es innegable que la proyección de Juventud, divino tesoro en el Festival de Punta del Este de 1952 (donde ganó su primer premio internacional), y luego su consagración en el festival de Mar del Plata de 1959, con Cuando huye el díacontribuyeron a cincelar una fama que en la Buenos Aires de los 60 calzaba como anillo al dedo: Bergman introducía desde el cine cuestiones propias de la filosofía y del psicoanálisis que eran furor entre aquellos espectadores que llenaban las revisiones que asiduamente programaba Alberto Kipnis en el cine Lorraine.
Los cuadernillos de Ediciones Lorraine editados por la propia sala añadirán Bergman, angustia y conocimiento del respetado crítico Agustín Mahieu a la literatura en español que se encontraba entonces y que tenía a Ingmar Bergman, un dramaturgo cinematográfico de Homero Alsina Thevenet y Emir Rodríguez Monegal como piedra basal.
Tres años antes otro ejemplar editado por la Semana Internacional de Cine Religioso de Valladolid (hoy la popular Seminci), con la firma de Carlos Fernández Cuenca y el título Introducción al estudio de Ingmar Bergman añadía la dimensión metafísica del autor sueco, reflexión que ganaba sostenida presencia en su cine: "Se corresponde con el segundo período de su filmografía, el metafísico, que va desde 1956 a 1963, o sea desde El séptimo sello hasta El silencio, como metáforas de la ausencia de Dios", señala el crítico uruguayo Amílcar Nochetti, quien brindó un homenaje a Bergman en la última edición del Festival de Punta del Este. Antes de cumplir los veinte años en un intercambio estudiantil en Renania conoce a una joven judía de la que se enamora pero que desaparece en un campo de concentración nazi. Angustiado al contarle lo sucedido a su padre, pastor protestante y capellán real, éste le responderá: "Dios tiene mucho que hacer para interesarse por las historias de amor de la juventud". Así Bergman tuvo su primera crisis con el mundo religioso. El Dios negado pero siempre presente será una de las claves de su filmografía, junto con el cuestionamiento de la autoridad moral.
Bergman nunca estuvo en Sudamérica aunque tenía referencias precisas de su reconocimiento y por eso incluía al Uruguay en la lista de los pocos países donde sus trabajos grabados para televisión podían verse en salas cinematográficas cuando decidió retirarse del cine en 1982. Por ende tampoco estuvo en la Argentina, donde también hasta Saraband, con la que cerró su filmografía en 2003, pudo seguirse el rito de esperar "la próxima de Bergman" para un silencio compartido en la sala a oscuras.
Pero una instantánea devuelve la sonrisa eterna de Harriet Andersson en 1959 firmando autógrafos al bajarse de El Marplatense con la rotunda popularidad conquistada por Un verano con Monika. Bergman explicaba así su deslumbramiento: "No podía haber hallado a otra para interpretar a Monika. Me sentía muy atraído por Harriet, era increíblemente hermosa. Nunca conocí a ninguna chica que irradiara un encanto erótico tan desinhibido como Harriet". Con ese film culmina la primera etapa de su cine, que hace foco en los amores desencontrados y en la lírica de la naturaleza que heredaba de los maestros nórdicos del cine mudo y donde insertaba escenas que resultan actualmente de enorme candidez pero que incluso depararon episodios de censura en varias partes de un mundo en conflicto con toda insinuación sensual. Hoy puede vérselo a Bergman animado y divertido en tomas de rodaje que significan un archivo de enorme valor, aunque nacido como un pasatiempo: "En los años 50, Bergman había comprado una cámara amateur de 9.5 mm que le permitía rodar un backstage muy divertido. Este material, junto con decenas de guiones, libros y hasta enseres domésticos fue donado por él cuatro años antes de morir a la Ingmar Bergman Foundation. Gracias a que Martin Scorsese se interesó profundamente, pudimos preservar el conjunto de esas películas que muestran cómo era la ´cocina´ de sus grandes obras", confirmó a este cronista Stig Björkman, uno de sus grandes biógrafos, cuando visitó el país con la muestra El hombre de las preguntas difíciles, que homenajeaba al genio sueco.
Otra muestra actualmente en exhibición –en la Casa Nacional del Bicentenario, hasta el 5 de agosto– recobra más de su universo. Bergman uno en cine es un homenaje pero también una actualización que lo vincula con nuevas tendencias en el diseño y en la indumentaria pero que añade un ciclo de documentales de visión imprescindible. Presentada por la Embajada de Suecia, luego la muestra viajará en noviembre al Festival Internacional de Cine de Mar del Plata donde un proyecto titulado Che, Bergman hace foco en la pasión argentina por Ingmar y su clan de bellas mujeres y amores conflictuados que añadirá, según trascendidos, una exposición con todos los afiches originales de estreno en la Argentina, propiedad de los coleccionistas tandilenses Juan Carlos y Federico de la Torre.
Bergman nació en Uppsala el 14 de julio de 1918, hijo de Karin Äkerblom y Eric Bergman. Su libro de memorias Linterna mágica se detiene en los temores y traumas de la infancia añadiendo la férrea disciplina familiar. Dentro de ese mundo de represión y oscuridad el niño Ingmar se vio atraído por una luz chispeante, la del cinematógrafo. Cuando tenía 8 años Ingmar fue testigo, con inusitado dolor como narra en el documental Bergman y el cine, como su hermano mayor recibía como regalo un proyector de juguete que era su desvelo y él un "humillante osito de peluche". Consiguió hacerse del preciado objeto canjeándolo por su colección de 150 soldaditos de plomo. Nada volvería a ser como antes.
Pero existe un Bergman anterior a la fama como uno de los "ghosts writers" del equipo de guionistas de la Svensk Filmindustri y continuista de films de Alf Sjöberg para pasar a ser un joven realizador despedido de la productora emblema del cine nórdico porque "no tenía talento". Un temprano encuentro en los sets con el legendario realizador Victor Sjöström, le permite continuar en el mundo del cine y comenzar un camino de reflexión sobre la muerte, la lucidez y la creación artística donde Sjöström encarnará al viejo profesor Borg en Cuando huye el día, otro film clave del existencialismo bergmaniano. Al gigante del cine sueco del período mudo, Bergman dedicará una obra de madurez para televisión Creadores de imágenes, nunca estrenada en la Argentina, sobre el encuentro entre Sjöström y Selma Lagerlof por la adaptación de su obra La carreta fantasma.
En la summa artística de Bergman tendrá vital preponderancia la música que, según declaró, lo acercaba a otros mundos. Crisis, Cuando huye el día o La hora del lobo, por ejemplo, contarán con la de compositores como Erland Von Koch, Erik Nordgren y Lars Johan Werle pero la auténtica comunión será con Bach, Beethoven y Mozart, que aún mucho antes de la versión completa de La flauta mágica se intuye en un breve pasaje del Andante a tempo, final del primer acto "So balddich fürht der Freundschaft hand in’s" desde un teatro de marionetas de La hora del lobo, "Oh, noche eterna ¿cuándo acabarás? ¿Cuándo la luz tocará mis ojos?". Con Bach, la música estará presente como un narrador más en films como Detrás de un vidrio oscuro, Luz de invierno, El silencio, Sonata otoñal, Gritos y susurros hasta la comunión plena incluso desde el título de despedida a un encuentro con lo metafísico con Saraband, y la conclusión de una historia que había comenzado en Escenas de la vida conyugal, treinta años antes.
Bergman se rodeó de los mejores técnicos del cine escandinavo (como el gran fotógrafo Sven Nykvist), con quienes trabó una amistad imperecedera; de grandes actores a quienes brindó pleno desarrollo dramático como Gunnar Björnstrand, Max Von Sydow y Erland Josephson, y también de fulgurantes protagonistas que, cada una a su tiempo, fueron sus parejas sentimentales como Harriet Andersson, Bibi Andersson o Liv Ullmann. La actriz noruega, además de uno de sus grandes amores, es quizás una de las más perfectas depositarias de un legado que incluye su estilo de filmar. Con películas como Encuentros privados o Infidelidades, sobre guiones de Bergman, demostrará la poderosa influencia de su dramaturgia y, por que no, de la vida en común.
Consultada por este cronista sobre el cambio rotundo de vestuario del personaje principal al desencadenarse el drama en Infidelidades, en su paso por un lejano Festival de Mar del Plata, Liv Ullmann confesó que nunca se había detenido a pensar en ese detalle pero que se daba cuenta con claridad de que: "La última vez que vi a Bergman antes de separarnos estaba así vestido, como el protagonista". Una unión que se convirtió en una madura amistad como puede verse en el documental Liv & Ingmar, donde Liv narra con emoción la tormenta desatada la noche en que Bergman murió, a los 89 años, el 30 de julio de 2007 en la isla de Fårö ycon escasas horas de diferencia al deceso de Michelangelo Antonioni. El título del documental metaforiza con acierto a la inolvidable Fanny & Alexander, que resume el conjunto de su poética y las diversas etapas de su obra.
Con una filmografía que sigue despertando interrogantes hasta lo inabarcable, el ciclo Centenario Bergman en la Sala Lugones del Teatro San Martín, permite un renovado acercamiento con copias nuevas especialmente enviadas desde Estocolmo y precedidas de unas breves entrevistas con Bergman en las que él mismo presenta sus películas. Una manera de que este nuevamente entre nosotros y reafirmando –tal como señaló su inteligente biógrafo Homero Alsina Thevenet– que no habrá otro Bergman, desde luego.
Ciclo El mundo Bergman
Miércoles 11 a las 19: Bergman y la isla de Färo, Dirección: Marie Nyreröd
Miércoles 18 a las 19: Trespassing Bergman, Dirección: Hynek Pallas, Jane Magnusson
Miércoles 25 a las 19: Ingmar Bergman through the choreographer’s eye, Dirección: Fredrik Stattin
En la Casa Nacional del Bicentenario, Riobamba 985
Ciclo Centenario Bergman
Jueves 12: Un verano con Mónica
Viernes 13: Cuando huye el día
Sábado 14: Fanny y Alexander
Domingo 15: El séptimo sello
Lunes 16: Persona
Martes 17: Sonata otoñal
Miércoles 18: La isla de Bergman y Saraband
Jueves 19: La isla de Bergman y Fanny y Alexander
En la sala Lugones, Teatro San Martín, Avenida Corrientes 1530
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