Era el año 2007 cuando el guionista Zak Penn (The Avengers: los vengadores, X Men 2) anunció a la prensa que los estudios Marvel habían firmado con Edward Norton , uno de los actores del momento, para protagonizar la nueva película de Hulk. El proyecto buscaba superar (en todo sentido) a la versión que en 2003 había llegado a la pantalla de la mano del director de Secreto en la montaña, Ang Lee. La alegría, sin embargo, duró poco. La condición excluyente de Norton para sumarse al film fue que lo dejaran participar, por contrato, en el guion. Concretamente, que le permitieran modificarlo. Él ya tenía una trayectoria en ese sentido y no era buena. En la industria todos conocían su obsesión por cambiar escenas, o más aún, reescribir, casi, libros ajenos. Uno de los antecedentes más sonados fue su pelea con el director Tony Kaye, mientras filmaban American History X (donde el actor interpretó a un neonazi). Kaye calificó a Norton de "diletante narcicista" y hasta llegó a solicitar no figurar en los créditos ya que, según su parecer, las intervenciones de aquel habían "arruinado" la película.
En el set de Hulk, el hombre increíble, al contrario de lo que podía pensarse, Leterrier y Norton se entendieron enseguida. El director francés (que hacía sus primeras armas en Hollywood) concordaba con una visión más psicologista de la estrella, que tachaba páginas enteras para darle a su engendro una profundidad que el guion original no pedía. Ahora era Penn el que quedaba prácticamente fuera de juego: aunque, según dijo, tampoco podía hacer mucho. Si bien su idea había sido la de explotar la dualidad del personaje, o en sus propias palabras, mostrar al científico Bruce Banner como "un tipo súper inteligente pero con un montón de rabia reprimida" (algo que, según su visión inicial, Norton había abordado magistralmente en El club de la pelea), las cosas no estaban siguiendo ese derrotero y el abordaje del protagonista pecaba de grandilocuente. Además de la cláusula contractual del actor, el guionista (que estaba trabajando en otros proyectos y no asistía al rodaje) declaró que el actor tenía una forma de trabajar "inusual", un eufemismo que daba cuenta, en realidad, de su manía por cambiar escenas en el mismo momento de filmarlas, o hacer largos ejercicios introspectivos con Liv Tyler.
Así las cosas, con Marvel tratando de incidir para torcer el rumbo que estaba tomando la trama, llegó la hora de la edición. A principios de 2008 faltaba muy poco para el estreno y la pelea entre Norton y los estudios llegó a su clímax y se filtró a la prensa. Lo que se había filmado estaba lejos de conformar a la compañía y ésta intentó salvarla cortando escenas o largos diálogos y mezclándolas con imágenes de acción. Una de las tantas que quedó afuera se veía al principio de la película y mostraba a Banner a punto de suicidarse cuando Hulk aparecía para salvarlo: "El estudio dijo que ‘no había manera de empezar una película con un tipo llevándose una pistola a la boca’", comentó Leterrier años después, defendiendo la toma. "Es comprensible, pero en realidad se trataba de mostrar quién era el personaje y cuál era su relación con su alter ego. Cosas que le daban más profundidad". Norton amenazó con retirarse de cualquier tipo de promoción del film si el corte final no lo convencía; la letra chica del contrato, para desgracia de Marvel, lo habilitaba.
Finalmente, con varios minutos menos, se llegó a la edición definitiva. En el medio hubo que zanjar otros conflictos, como por ejemplo, la exigencia del actor de figurar en los créditos como guionista, lo cual fue rechazado de plano por Penn, quien –al menos- sí ganó esa batalla, apoyado por la asociación de guionistas (WAG) que hizo lobby a su favor.
Con una inversión de 150 millones de dólares y mucha controversia detrás, Hulk, el hombre increíble llegó a los cines en junio de 2008 y fue un verdadero fracaso. La película es el fiel reflejo de esas vacilaciones y tanto la crítica como el público denostaron el resultado final. Para colmo y en contraste, ese mismo año Marvel había lanzado Iron Man, uno de sus batacazos. Pero al Hulk de Norton le faltaba aún otro round para el KO.
Cuando Marvel anunció, en julio de 2010, que el actor no estaría en la producción de The Avengers: los vengadores, el escándalo se reavivó. No sólo por el anuncio sino por la forma en que Kevin Feige, el presidente de la compañía, eligió para hacerlo público: "Hemos decidido no convocar a Edward Norton para personificar el rol de Bruce Banner en The Avengers: los vengadores. No se trata, definitivamente, de una cuestión monetaria, sino en la necesidad de contar con un actor que pueda hacerse cargo de la creatividad y el espíritu colaborativo de nuestro talentoso elenco". Como si fuera poco, el texto aclaraba más adelante que la película "demandaba actores que puedan desplegar su trabajo como parte de un conjunto" y concluía con la promesa de que pronto anunciarían quién encarnaría al nuevo Hulk.
Enseguida, Norton hizo su descargo a través de Facebook, más shockeado que beligerante. "Agradezco el enorme apoyo de los fans de Hulk y Los vengadores, sé que implica una decepción para muchos de ellos y eso me entristece". Y dejó entrever que, en algún momento, existió la posibilidad de seguir siendo el gigante verde, agradeciendo a Marvel por haberle "extendido la oferta" y permitido ser parte de la "larga y excelente historia de Hulk". Pero su manager no estaba dispuesto a dejar al actor mal parado, y lanzó un comunicado más subido de tono, calificando las palabras de Feige como "deliberadamente engañosas" y un "intento desafortunado de dejar mal parado" a su cliente. Con detalles, la respuesta explicaba, en suma, que Marvel siempre había querido a Norton para The Avengers: los vengadores pero que finalmente, en medio de las negociaciones, la compañía había decidido convocar a otro actor. Como es sabido, Marvel llamó a Mark Ruffalo, la primera opción de Leterrier para el film de 2008 y que la misma compañía había rechazado de plano. En las antípodas de Hulk, la primera entrega de The Avengers: los vengadores es hasta hoy una de sus producciones más taquilleras.
Algunos años y varias películas después, en una entrevista de radio, Norton dio una versión distinta de lo sucedido, despegandose del rol de víctima. "Hice lo que quise y realmente lo disfruté. Así y todo también pienso acerca de cuánto deja uno de su propia vida haciendo esa clase de films". Y siguió dando a entender que en realidad había sido suya la decisión de bajarse del proyecto. "Quería más diversidad para mi carrera". Por esos días se estrenaba Birdman, la gran película de Alejandro Iñárritu en la que Norton personifica a un actor arrogante, insoportable, acostumbrado a hacer y a decir en escena lo que se le antoja. Una especie de autorretrato paródico que busca suavizar su mala fama, y que le valió una nueva nominación al Oscar como actor de reparto.
Este año, en un roast de Bruce Willis en Comedy Central, Norton volvió a bromear sobre lo que es, sin dudas, la nota oscura de su carrera: "Hice una gran película de acción llamada Hulk, el hombre increíble. ¿Y sabés que salió mal? Que quise un guion mejor". El último cartucho fue para los ejecutivos: "Pensé que teníamos que hacer una película de Marvel que fuera tan buena como la peor de Christopher Nolan".
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