Helena Bonham Carter: "Odio las alfombras rojas"
La actriz toma distancia de Hollywood en su regreso al mundo de Lewis Carroll; vuelve a ser la Reina de Corazones en Alicia a través del espejo, estreno del próximo jueves
LOS ANGELES.- Helena Bonham Carter transforma en diversión lo que algunos de sus colegas famosos consideran una molestia, forzada por las necesidades del marketing y la promoción. Para la talentosa actriz británica, el encuentro con la prensa internacional en un bello y soleado mediodía californiano puede transformarse casi en una charla entre amigos. Lo primero que le pide a los cronistas que la aguardamos en el salón de uno de los hoteles de moda de West Hollywood es posar para una foto colectiva que guardará en su teléfono celular, envuelto en un curioso estuche decorado con vistosas orejas de conejo. Es el primero de los muchos detalles risueños del encuentro con una figura orgullosa de reconocer su sentido del humor. Su manera de hablar, con ese acento británico cerrado y la expresión irónica, casi desdeñosa pero franca que la caracteriza, refuerza ese estado de ánimo. Siempre hay en ella un gesto teatral, pero muy genuino y divertido, al final de cada respuesta.
Como es de esperar, Helena viste de negro, con pantalones oversize y botas acordonadas, como si en algún punto se esforzara por ratificar la fama que se ganó como la actriz peor vestida del mundo. Quizás no sea para tanto, pero nadie parece estar más lejos que ella del mundo marcado por las reglas de la cultura fashion, a muy poco tiempo del estreno mundial de la secuela de Alicia en el país de las maravillas, donde retoma el papel de Reina de Corazones.
En Alicia a través del espejo, que Buena Vista estrenará el próximo jueves, ya no está como director Tim Burton, esposo de Bonham Carter durante 13 años (se separaron en 2014) y padre de sus dos hijos. Ahora Burton es uno de los productores y como director aparece James Bobin (Los Muppets), pero el elenco entero del film original está de vuelta: Johnny Depp (el Sombrerero), Anne Hathaway (la Reina Blanca), Mia Wasikowska (Alicia) y las voces del fallecido Alan Rickman, Stephey Fry, Timothy Spall y Michael Sheen. Lo mismo ocurre con la autora del guión (Linda Woolverton) y buena parte del equipo técnico y artístico. La gran novedad en esta continuación que habla del tiempo, de los reencuentros familiares y de las aventuras en alta mar es la presencia en un papel clave y decisivo del comediante británico Sacha Baron Cohen.
-Usted siempre fue una especie de bicho raro en este mundo de Hollywood, marcado por reglas tan precisas.
-La verdad es que nunca fue un problema para mí conservar el individualismo y tomar distancia de lo que indica Hollywood. No tengo la menor intención de ser una oveja más en el rebaño. Nunca quise que me vieran así. Odio las alfombras rojas. Absoluta y definitivamente. Y no es que me sienta una excepción, es que simplemente quiero ser yo misma en este mundo. No quiero sentirme como una persona secuestrada por la industria de las películas y por la industria de la moda. Por supuesto que hay excepciones, momentos muy especiales en los que puede justificarse lucir algún modelo fuera de lo común. Pero en las circunstancias normales eso no me parece bien. En fin, que cada uno se divierta como quiera.
-¿De dónde sale ese sentido del humor que ya es famoso entre sus colegas y del que tanto se habla?
-Francamente no sé de dónde viene. Con mi madre y con mi hermano tenemos todo el tiempo conversaciones llenas de conexiones absurdas. Podemos estar hablando de cualquier cosa, la más seria que ustedes puedan imaginar, y de repente se nos ocurre algo que dispara la charla hacia un lugar en el que todo es posible, a excepción de las conexiones lógicas entre pregunta y respuesta. Creo que tengo mucho sentido del humor y es posible que los demás me vean así. Y no me pasa solamente a mí. Mi madre lo tiene, mi abuela lo tiene, mi hija también tiene ese don de una forma extraordinaria. Yo puedo ser divertida, pero mi hija es muchísimo más divertida que yo. Lo más cerca que se puede estar de otra persona es cuando las dos se ríen al mismo tiempo.
-Usted se reconoce como una persona graciosa, pero también sabemos, al menos desde su trabajo en el cine, que se siente muy atraída por el lado oscuro. ¿De dónde sale ese interés?
-Tal vez tenga cierta capacidad para moverme en ese lado oscuro de las cosas. Y estoy convencida de que el humor es la manera más útil y honesta para entrar en ese mundo. Será por eso que disfruto muchísimo interpretar personajes con humor negro.
-A propósito de los personajes que le tocó interpretar, ¿hubo alguno con el que se haya sentido particularmente cercana? ¿Cuál fue el personaje que más quiso de todos los que encarnó?
-Hace algunos años me tocó participar de una producción muy pequeña para la TV en la que interpreté a Elizabeth Taylor. Fue una experiencia magnífica, que compartí con Dominic West, que hizo de Richard Burton. Fue maravilloso y divertido al mismo tiempo asumir ese papel. Y también jugar a imitarla. Hacer de Liz Taylor fue un privilegio, un regalo de la vida. Lo que más me impresionó de ella fue su capacidad inmensa, inigualable, para la resurrección. Ese talento para resurgir de la nada después de derrumbarse una y mil veces. Liz tuvo muchísimas caídas y siempre mostró una extraordinaria voluntad y talento para levantarse. Esa actitud fue la que me impulsó a llevar adelante ese papel y a admirarla cada vez más. Yo no me lo imaginaba antes de hacerlo, pero después de estudiar su vida y de hablar mucho con gente que la conoció bien supe que ella era una persona muy divertida y también muy inteligente.
-Elizabeth Taylor fue una persona a la que siempre le costó mantener en reserva su vida privada. Todo el tiempo vivió como estrella. En su caso no parece ocurrir lo mismo. ¿Cómo compatibiliza el trabajo con su vida de todos los días, con su familia?
-No es nada fácil hacer este trabajo. A veces hay que estar demasiado tiempo alejado de la familia y los hijos lo sienten. Por suerte, las cosas se facilitaron bastante en el caso del rodaje de esta película. Alicia a través del espejo se hizo en Londres, no muy lejos de donde vivo. Se supone que las jornadas de trabajo van desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde, pero casi nunca se cumple el horario. Siempre hay demoras, cosas para hacer de nuevo. Filmar cada nueva película es como una apuesta. Y reconozco que estando tanto tiempo fuera de casa a veces me siento muy culpable, como una mala madre. A veces siento que no alcanza una sola persona para cuidar a dos hijos. Se necesita todo un pueblo para hacerlo [risas]. Nunca se espera, al menos así lo creo, que sea una sola persona la que los oriente y los ayude a crecer. Pero debo reconocer que el padre de mis hijos es una persona que siempre está presente y los acompaña. De alguna manera seguimos siendo familia. Pero siempre hace falta ayuda. Para eso están las hermanas, las niñeras, las abuelas, los amigos...
-Es muy curioso el anillo que usted lleva . Tiene mucho que ver con la película.
-¿Le gusta? Es muy bonito. Me encanta que se vea tan bien este anillo con las orejitas de conejo. Hace juego además con mi teléfono celular. Es que me gustan mucho los conejos. Me hacen reír. Me provocó mucha curiosidad eso de los "cinco minutos tarde" que habla Lewis Carroll en su obra. Cuando empecé a investigar y a preparar mi papel en Alicia en el país de las maravillas, me enteré de que Carroll estudiaba matemática en Oxford en el mismo momento en que se estaba organizando toda la red ferroviaria en Inglaterra para que los trenes funcionaran a la misma hora. Antes de eso, cada lugar tenía un reloj diferente. Había que terminar con eso, pero en Christ Church, la catedral de Oxford, dijeron que no. Estaban empeñados en mantener allí el viejo huso horario y no cambiarlo. Por eso, los trenes que pasaron por ahí desde entonces y hasta ahora lo hacen cinco minutos más tarde... que el resto del mundo. Esa curiosidad quedó en la novela y siempre me hizo mucha gracia.
-Si hay algo que llama la atención de su papel en la película es el vestuario.
-Sin dudas. Y todo lo bueno que aparece allí se debe al talento de Coleen Atwood, una persona maravillosa, de un talento inmenso. Yo creo que preparó el vestuario de la película original y de esta secuela pensando en mis gustos. Además, hizo para mí la ropa interior más hermosa de todo el mundo [risas]. ¿Vieron lo que es el vestuario? Capas, capas y más capas. Texturas y más texturas, una sobre otra. Cada día, vestirme me llevaba unos 45 minutos. Y le aseguro que moverse con esa ropa en un set de filmación de 360 grados, trabajando todo el tiempo sobre una pantalla verde, no fue nada fácil.
-La película habla todo el tiempo de relaciones humanas. Entre hermanas, entre familiares, entre amigos. ¿Cómo se lleva con los demás?
-No tengo una respuesta definitiva a esa pregunta. Todavía la estoy buscando. En el caso de la relación madre-hijo, siento que tengo una conexión perfecta con los míos. Y con mis amigas mujeres puedo decir que hasta ahora la conexión que tengo con ellas es excelente. Completamente sustentable, a pesar de que no puedo compartir mucho tiempo con ellas. Puede ser que de tanto en tanto nos peleemos un poquito entre nosotras. Tenemos esa capacidad, por cierto. Pero también nos sobra talento para sobrevivir a ellas. La amistad entre mujeres puede ser la mejor del mundo.
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