Fue una auténtica estrella de Hollywood, adonde arribó ya convertida en un escandaloso mito erótico del cine europeo. Pero también fue la inventora de una tecnología que aún hoy se utiliza en las comunicaciones y que hubiese cambiado buena parte del derrotero de la Segunda Guerra Mundial. Su vida fue de película, con el clásico apogeo y caída de una gran diva a la que sobrepasaron las adicciones y el paso del tiempo. Hedy Lamarr, la actriz que a veinte años de su muerte, es hoy noticia gracias a una serie sobre su singular vida (donde será interpretada por Gal Gadot) y de un documental, Leyenda austríaca en Hollywood que, gracias a los oficios de la Embajada de Austria en la Argentina con el auspicio de la DAIA, puede verse online gratuitamente hasta fines de julio y que busca reconciliar su perfil itinerante con sus raíces austríacas.
"El vocero del jefe policial del condado de Seminole, Steve Olson, dijo que si bien no hay testigos de la muerte de Lamarr no encontraron nada sospechoso en su deceso",publicaba LA NACION el 20 de enero de 2000 sobre el hallazgo sin vida del cuerpo de la actriz, que de sensual referencia de la pantalla grande pasó al ostracismo en un suburbio de la ciudad de Orlando, en el estado norteamericano de Florida.
Sesenta y tres años antes, según su autobiografía, le había administrado un somnífero a su mucama –con la que mantuvo una relación romántica– y salió a las calles camuflada con sus ropas para escapar de un matrimonio asfixiante rumbo a París. Según el mito, se deslizó por la ventana de un restaurante o quizás de una de su suntuosa mansión en el número 15 de Schwarzenbergplatz, cerca del famoso Boulevard del Ring: "saltando por una ventana hacia la nieve", tal como relata Hedy Lamarr, leyenda austríaca de Hollywood, el documental dirigido por Birgit Mosser-Shuöcker.
Su marido, el empresario Friedrich Alexander Maria Fritz Mandl, cuyo derrotero posterior lo trajo a la Argentina, controlaba su existencia con puño de acero e incluso intentó comprar y destruir todas las copias de la película que había dado fama a su fotogénica esposa, Éxtasis, de Gustav Machaty, que quedó en la historia por ser la primera en incluir un orgasmo femenino a través del rostro de Lamarr (identificada como Hedy Kieslerová en los títulos originales del film), y por sus escenas de desnudos, las primeras en el cine comercial.
Machaty le dijo a la joven Hedy, de 18 años, que tenía que correr desnuda pero que no se preocupara porque los camarógrafos estarían lejos: "Yo no sabía lo que era un zoom por entonces", dice en el documental una madura Lamarr, entrevistada en su departamento neoyorquino. Para quien vea el trabajo de Mosser-Shuöcker, deben observarse algunas precisiones históricas, dado que Éxtasis fue una producción enteramente checoslovaca, y no una coproducción con Austria, como allí se señala. Rodada en 1932, se estrenó en el cine Lucerna de Praga el 20 de enero de 1933 (no en 1931).
La confusión quizás obedezca a que la productora Slavia Film tenía una estrecha cooperación con la vienesa Sascha-Filmen, aunque para entonces ese vínculo ya había terminado. Añade al hecho que se estrenó en simultáneo una versión hablada en alemán, titulada Symphonie der Liebe y otra, sí en coproducción con Francia y con otro elenco acompañando a Hedy, y cuya copia se preserva en los archivos del Centro Nacional de Cinematografía de Bois d’Arcy. Solo en Checoslovaquia y Austria pudo verse entonces la versión original sin modificaciones porque la exhibición del film en el Festival de Cine de Venecia en 1934 provocó la ira de L’Osservatore Romano y la condena del papa Pío XI. Ambas reacciones bastaron para censurar la película en varios países, obligar a realizar cortes en los que sí se la estrenó, pero también acrecentar su fama y el deseo de ver a su protagonista.
De Viena a la cumbre
El primer marido de Lamarr, el magnate de municiones Friedrich Mandel, nació en Viena en tiempos del imperio austrohúngaro, hijo de un próspero empresario de origen judío. Convertido al catolicismo, exigió dicha conversión para su segunda esposa: "Hace poco hubo una exposición sobre Hedy Lamarr en Viena que contó con fotos de papá. De todas las mujeres de mi padre, es la única con la cual se casó por iglesia, en San Carlos de Viena. Luego se divorció en Estados Unidos porque él se casó con mi mamá", confirma al otro lado del teléfono Gloria Odette María (Puppe) Mandl, la hija de Friedrich que vive en Buenos Aires.
Hedy era hija de un banquero judío nacido en Ucrania y de una pianista nacida en Budapest también convertida al catolicismo. La conversión al catolicismo, su admiración por monarquía y su cercanía con Mussolini, sin embargo, no eliminarían la tensión existente con la anexión de Austria a Alemania, y que significaría la confiscación de los bienes de Mandl. Perseguido por los Aliados por nazi y por los nazis por judío, Mandl recaló en la Argentina en marzo de 1940, invirtió en diversos negocios parte de su inmensa fortuna y en la campaña electoral del peronismo para no ser deportado a los Estados Unidos (de acuerdo con la investigación de Uki Goñi publicada en este diario), si bien Puppe da otra versión de la historia: "Papá, como todos los empresarios argentinos, daba plata a los peronistas y a los radicales, pero se vio sólo una vez con Perón. Sí era muy amigo de Dodero", asegura.
Mandl vivió entre un piso de la Avenida Alvear, Mar del Plata y el famoso castillo de La Cumbre en Córdoba, recibiendo poderosos misiles periodísticos desde el diario Crítica por su pasado con zonas oscuras: "Políticamente, estaba en contra de eso", asegura Puppe. "Papá era monárquico, no nazi, y luchaba contra Hitler. Le hizo juicio a los ingleses y a los americanos y nunca le negaron la entrada porque además ganó", afirma sobre la histórica polémica y los vínculos del empresario. "Papá era muy inteligente, pero era un hombre de negocios", concluye. Mandl vivía entre la Argentina y Europa, donde falleció en 1977.
Pero Mandl había quedado atrás hacia 1937 para Hedy Kiesler, mientras escapaba desde París rumbo a Londres, donde la influencia de su marido no podía obligarle al regreso. Y allí tuvo un golpe de suerte al cruzarse con los representantes de la Metro-Goldwyn-Mayer, y luego con el propio Louis B. Mayer a bordo del fastuoso transatlántico Normandía. El viaje, que Hedy pagó vendiendo sus joyas, le sirvió para mejorar el contrato ofrecido por MGM: bajó en el puerto de Nueva York convertida en Hedy Lamarr y con el indubitable halo de estrella.
Debutó en Hollywood acompañando a Charles Boyer en Argelia, a la que le siguió Flor del trópico junto a Robert Taylor y entre 1940 y 1944 rodó tres películas por año, con estrellas de la talla de Spencer Tracy, William Powell, Clark Gable y James Stewart, en una trayectoria ascendente que tendría como punto culminante Sansón y Dalila, donde compartió cartel con Victor Mature bajo la dirección de Cecil B. DeMille. Su carrera se prolongó en Hollywood hasta 1957 con La otra mujer, y la épica La historia de la humanidad, donde encarnó a Juana de Arco. Pero, tal como señala con acierto el documental, "su ojo no era bueno: rechazó papeles en Casablanca, La luz que agoniza o Las nieves del Kilimanjaro".
Del torpedo al celular
Pero junto a su belleza, los biógrafos de Lamarr destacan su gran inteligencia, que recién cobró notoriedad mundial en 1997 cuando a los 82 años le entregaron el premio Bulbie (suerte de Oscar del mundo de los inventores), en la Convención de Inventores de los Estados Unidos. Fue la primera mujer en la historia de la organización en recibir esa distinción. Porque Hedy podía trabajar de mujer fatal durante el día, pero por la noche en su casa indagaba y perfeccionaba diferentes invenciones.
Algunas de ellas resultaron intrascendentes, pero su desarrollo del "salto de frecuencia" (un invento que pensó junto con el compositor George Antheil, retomando una reflexión del ingeniero Nikola Tesla) resultó un sistema importantísimo en la comunicación de los submarinos, que permitía que los torpedos no pudieran ser interferidos desde el blanco. Desestimada hasta la burla por los mandos militares estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, Lamarr no se dio por vencida. Supo exponer su invención ante el ejército norteamericano y disertar sobre su conocimiento del desarrollo armamentístico de los nazis (que decía recordar de su época de cenas con jerarcas fascistas junto a su primer marido) y se dedicó a realizar colectas por todo los Estados Unidos para apoyar la causa aliada. Fue la actriz que más recaudó con los famosos "war bonds". Todos querían darle un beso a "la mujer más hermosa del siglo", tal como la bautizó el popular periodista Ed Sullivan. Su invento recién se aplicó exitosamente en la crisis de los misiles con Cuba en 1962, pero su verdadera importancia se descubrió en tiempos de paz, con el desarrollo de la telefonía celular. Su invención sobre el salto de frecuencia es la base del sistema de comunicaciones de la tecnología wireless, donde confluyen el wi-fi y también el bluetooth.
El número 151 de la revista Sur de Victoria Ocampo, aparecido en 1947 anotaba con la firma del poeta Emilio Sosa López los trazos de su polémica autobiografía: "Tengo 31 años… soy un enigma… voy al cine dos veces por semana… admiro a Toscanini…. leo a Shakespeare… tengo derecho a usar revólver", añadiendo el autor de la reseña que: "no toda la biografía es tan coherente: ‘Tengo los ojos verdes. Tengo los ojos azules. Tengo los ojos castaños…. Soy hermosa, soy estúpida. Soy inteligentísima". En la ambivalencia de un mundo que la admiraba por su belleza y desconocía su genio, la sucesión de matrimonios, la soledad y las adicciones de Lamarr se acrecentaban. Con el paso de los años, comenzó una carrera por mantenerse siempre bella y la sucesión de cirugías estéticas la volvieron irreconocible. Recluida, casi ciega y mantenida por los 300 dólares que le depositaba el Sindicato de Actores, sólo tomaba contacto con el mundo exterior por teléfono. Volvería a ser noticia en 1991, cuando fue a juicio por robar productos cosméticos de una tienda. En su honor, el día de su nacimiento, 9 de noviembre, se celebra el día internacional del inventor. Fragmentos de su vida quedan al resguardo de las crónicas, del rigor de las verdades, y serán parte de la fábrica de ilusiones que la tuvo como protagonista. Porque existió como el personaje que inventó para Hollywood, subyugante y misteriosa en el filo entre la realidad y el mito.
Hedy, la otra mujer maravilla
"Mi lema podría ser Feminine Forever, el título de best seller del doctor Robert Wilson: soy mujer, por encima de cualquier otra cosa", declaraba Lamarr en su autobiografía El éxtasis y yo (1966). Y así, como una mujer arrolladora y que quedó en la historia, no pasaría tiempo hasta que se convirtiera merced a su leyenda en personaje. De tal manera lo ilustra el cómic español Objetivo Hedy Lamarr, de Ángel Muñoz, Ricardo Vilbor y Abel Pajares, que toma el personaje de Hedy en el Hollywood de 1943 y construye la historia de un sicario alemán que quiere matar a la enigmática artista. Dibujada, tal como había inspirado a Walt Disney para Blancanieves o al personaje de Gatúbela. La historia de Hedy encerrada en el palacio Mandl también fue una de las fuentes de inspiración para Manuel Puig al momento de escribir Pubis angelical. Mel Brooks hizo lo propio, parafraseado su nombre en Locuras en el Oeste y el estudio tuvo que arreglar la demanda de la actriz.
También su perfil sirvió a documentales, además de varios especiales televisivos, como Calling Hedy Lamarr, de Georg Misch, que reúne con ingenio a familiares y amigos de la actriz a través de una teleconferencia o el más reciente Bombshell: la historia de Hedy Lamarr que hizo foco en su búsqueda de reconocimiento como inventora más allá de su cara bonita, que enmarca en la proyección el bello cine Metro de Viena en el documental Hedy Lamarr, leyenda austríaca de Hollywood, la más reciente aproximación a su historia. La última novedad es que la vida de Hedy Lamarr será la base del universo de ficción en la cual la actriz israelí Gal Gadot compondrá a la bella actriz para los ocho capítulos de una bioserie centrada en su vida, creada por Sarah Treem (The Affair) que la plataforma Apple TV producirá en 2021.
"Hedy era muy divertida, muy graciosa"
Puppe Mandl es una señora elegante y asidua espectadora del Teatro Colón. Conocida como agente de viajes, en su actividad laboral siempre defendió el apellido familiar frente a las investigaciones y críticas, y asegura que actualmente está desarrollando una biografía sobre su padre que dará por tierra con "varias falsedades", tal como define los diversos claroscuros desde los cuales se conformaron los rasgos biográficos conocidos sobre el magnate de las ramas. Eso involucra las declaraciones que en su autobiografía Hedy hizo sobre su primer esposo. Si bien Puppe confirma algunas de estas aristas con respecto a Éxtasis: "Mi papá trató a través de Ciano (yerno de Mussolini y ministro de Relaciones Exteriores de Il Duce) que no pasaran la película, porque era súperceloso. Pero había un señor que hacía copias y él las compraba hasta que un día se hartó y no le compró más. Por todos los medios pidió que no exhibieran la película". Añade que con el paso de los años, Hedy y Mandl dejaron el pasado atrás: "Tuvieron una buena relación. Se escribían regularmente y tenían una relación amistosa pero nunca más se vieron. Mi papá se escribía mucho con la madre de Hedy".
Alrededor de 1968, Puppe la conoció finalmente: "Nos vimos dos veces en Nueva York y comí con ella a través de un amigo que tenía un conocido restaurante. Charlamos y me contó que en la escena de la cabaña de Éxtasis, donde hacen el amor había una persona oculta debajo del catre que los pinchaba con alfileres. Era muy divertida Hedy, era muy graciosa. Mi tía, la hermana de mi papá, se escribía mucho con ella, e incluso cuando uno de los hijos vino de visita a la Argentina se vieron, pero yo no lo conocí".
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