Gustavo Garzón, de estreno
El conocido actor debutó como director de cine con Por un tiempo, la película que se estrenó anteayer y que protagonizan Esteban Lamothe, Ana Katz y Mora Arenillas
"Hablá de mí", le dice Tamara, jocosa, a su papá. "Cómo no hablar de vos si fuiste el disparador de esta historia", le responde Gustavo Garzón y explica: "Cuando cumplió 12 años descubrí que no la conocía. Había dejado de ser una nena, era otra persona. Tuve que averiguar cómo y reconstruir mi relación con ella. Ahí apareció también la idea del guión de Por un tiempo" .
El film, que de manera tan ágil como conmovedora revisa el complejo vínculo entre un padre y su hija, descubre a Garzón en un nuevo rol, el de director. Está protagonizado por Esteban Lamothe, Ana Katz y Mora Arenillas y se estrenó anteayer, tras haber sido elegido entre los preferidos de la 19» Muestra de Cine Latinoamericano de Cataluña donde, cuentan, lo aplaudieron de pie.
Aunque parte de un trabajo reflexivo, de mucha introspección y cuestionamiento sobre la/su paternidad, Garzón se ocupa de aclarar que la película no es autobiográfica. "La del perro es la única anécdota basada absolutamente en mi vida personal. Tamara estaba triste, lo único que quería era un perro. Nada más desgarrador que ver mal a un hijo, así que sin pensarlo ni pedirle permiso a su mamá, le compré uno. Era una bestia, rompía todo y, poco tiempo después, decidí regalarlo. Ella se puso muy mal, al punto que me llevó a consultar a un psicólogo especializado en adolescentes. Me aconsejó reparar la situación, devolverle el perro. Y así lo hice. Ese gesto concreto de amor devolvió a Tami, que llevaba muchos meses mal, su sonrisa", cuenta el director e insiste en que el resto es ficción.
Una ficción que se diferencia, sin embargo, de las muchas que interpretó en su larga y reconocida trayectoria como actor. "Cuando actuás decís cosas que no dirías, hacés cosas que no harías, besás a quien no besarías. La actuación es un gran alivio, permite descansar de uno mismo. Esta vez quise correrme de ese lugar y, por el contrario, como guionista, profundizar, indagar. El autor es Dios: da vida, mata, une, separa, hace lo que quiere. Es un rol con enormes posibilidades creativas. Pero como aquí los films no son de sus autores, decidí ser también el director de la película y adueñarme de ella. En principio, una decisión totalmente egoísta que, finalmente, disfruté mucho. Así, desde aquel disparador, hasta este momento, pasé más de ocho años entretenido, entusiasmado con este proyecto".
Es que, después de haberse dado todos los gustos en televisión y sintiéndose agotado por el apuro y la fugacidad que caracterizan a ese medio, Garzón eligió tomarse el tiempo necesario para contar una historia digna de la pantalla grande. "No soy cinéfilo, pero sí un devoto del cine, le tengo mucho respeto. Estudié guión, me obsesioné, me interesé y escribí cada escena infinitas veces hasta encontrarle el tempo. Hice nueve o diez versiones antes de encontrar el guión definitivo. El arte se cocina a fuego lento", dice.
Admirador del trabajo de Damián Szifrón, de Pablo Trapero, de Duprat, el entrevistado lamenta que el cine que vemos no sea el mejor, aquel que se permite innovar, cuestionar. En cambio, se muestra optimista respecto a la cantidad y calidad de lo que se está filmando en el país, tanto como del modo en que se alienta a las óperas primas. En relación al bajo presupuesto con que contó para la suya, asegura: "Me gustan los límites y no me asusta la austeridad. De hecho, en mi vida personal me manejo con un presupuesto reducido. No creo que con más plata la película hubiese sido mejor, el dinero no fue una limitación. Me apoyé en el guión y las actuaciones. A Esteban lo vi en El e studiante y me encantó, con economía de recursos logra un nivel de verdad que deslumbra; a Ana Katz ya la conocía de Una n ovia e rrante y es auténtica, tiene una inteligencia y una ductilidad difíciles de encontrar. A Mora la descubrí apenas quince días antes de empezar a filmar. Ese sí fue asunto arduo. Pienso que la actuación no es para los chicos, que ellos no saben actuar, que no pueden ponerse en la psiquis y el lugar de otra persona cuando todavía no saben quiénes son ellos mismos. Mora fue un hallazgo, tiene una libertad y una gracia corporal fuera de lo convencional. En algunos planos es bella, en otros hosca. Es muy difícil hacer lo que hizo, que a los 12 años un chico te convenza de que está deprimido y que no le veas los hilos, que eso lo viva, lo atraviese ".
En la piel de Leandro y Silvina, una pareja de clase media acomodada que espera su primer hijo cuando se entera de que él tiene una hija adolescente, que creció en un medio distinto al suyo y con la que deberán convivir, el trío protagónico suma sus esfuerzos a los de un elenco que se completa, entre otros, con Patricio Contreras, Jorgelina Aruzzi, Sebastián Wainraich y María José Gabin. Pero Garzón no quiere dejar de agradecer, también, la ayuda de Romina, su mujer; de Carlos Saiegh, colaborador autoral, coproductor y gran amigo; de Pablo Ratto, productor ejecutivo, montajista y co-director de Por un tiempo , y de Daniel Hendler, coproductor de la película. "Todos colaboraron para que disfrutara de este recorrido y me encuentre contento con lo que hice, una linda película."
La propia Tamara, Joaquín y los mellizos, Juan y Mariano, quienes en algún momento cuestionaron la insistencia/ perseverancia de su padre en este proyecto, ya aprobaron la película. "Fue un largo camino. Casi diez años. Ocho de escritura. Un año para conseguir el presupuesto y la financiación y un año para finalmente estar a punto de estrenar. Les decía que todo iba a salir bien, y salió bien. ¿A qué aspiro ahora? A que el público se emocione, se conmueva ¿Por qué? Porque las pocas veces que he logrado emocionarme viendo una película, agradecí al arte por darme ese pedacito, ese instante de felicidad."
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