Godzilla vs. Kong: un digno espectáculo que entrega lo que promete: peleas de monstruos gigantes en escenarios insólitos
La quinta entrega de la serie de películas protagonizadas por el dinosaurio atómico y el primate defensor de la humanidad los lleva por todo el planeta y hasta el centro de la Tierra
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Godzilla x Kong: el nuevo imperio (Godzilla x Kong: The New Empire, Estados Unidos/2024). Dirección: Adam Wingard. Guion: Terry Rossio, Simon Barrett y Jeremy Slater. Edición: Josh Schaeffer. Música: Antonio Di Iorio y Tom Holkenborg. Elenco: Rebecca Hall, Brian Tyree Henry, Dan Stevens, Kaylee Hottle, Alex Ferns, Fala Chen, Rachel House, Ron Smyck y Chantelle Jamieson. Calificación: apta para mayores de 13 años. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 115 minutos. Nuestra opinión: buena.
Sería fácil menospreciar la nueva película de los dos monstruos más famosos de la historia del cine como un producto hecho para vender juguetes. El argumento es una serie de excusas para que Godzilla y Kong repartan piñas, intercambien aliento atómico y lanzamientos de objetos gigantes como si fuera un show de lucha libre. Pero esta película, la quinta en la continuidad producida por Legendary Pictures (que comenzó en 2014 con Godzilla), cumple con lo que promete: monstruos gigantes peleando en escenarios insólitos.
Esta vez el foco está puesto en Kong. La bestia descubre un territorio inhóspito habitado por los de su propia especie, gobernado por el tirano Scar King, el villano de turno. Con un látigo gigante, esclaviza a los parientes de Kong y domina a Shimu, un nuevo monstruo que parece una versión de Godzilla con aliento glacial. Para los fanáticos de las películas de los kaiju –como se denomina a este subgénero en japonés– también hay algunos monstruos clásicos que reaparecen.
Poner el acento en Kong es una decisión acertada: el primate de Skull Island es más expresivo que la criatura radioactiva asiática. En las escenas en la Tierra hueca, donde Kong descubre a un inesperado aliado en miniatura, casi no hay diálogos: la película confía en el talento de los animadores y en el carisma de sus enormes protagonistas digitales para hacer avanzar el relato, como si fuera una versión XXL de El planeta de los simios.
Kong, con su barba, hacha gigante y su pequeño compañero, parece remitir a los dúos de “padres serios” y “jóvenes rebeldes”, como Joel y Ellie en The Last Of Us, Wolverine y X-23 en Logan o Kratos y Atreus en God Of War. Cuando Kong se junta con Godzilla se producen situaciones cómicas: como cuando el gorila trata de evitar irse a las trompadas contra su rival/compañero en Egipto.
No hay que confundir a esta película con Godzilla Minus One, la película japonesa de 2023 que recibió críticas excelentes y ganó un Oscar en la última ceremonia. Ese es un relato serio, sombrío y trágico que funciona como la primera película de Godzilla, la película que inició su reinado en 1954: la alegoría de la bomba atómica representada por un monstruo reverenciado y temido como si fuera un dios. Esa oscuridad, que coquetea con el cine de terror, también está presente en la apocalíptica Shin Godzilla (dirigida por el creador del animé Evangelion). Godzilla x Kong no busca nada de eso: apuesta por revivir el espíritu más infantil de las películas de kaijus. No hay en esta película imágenes que remitan a ningún holocausto nuclear, la guerra de Vietnam o los atentados del 11 de septiembre. Sí hay peleas entre monstruos gigantes que intercambian miradas de amistad, y corren frente a cámara como si fueran Rocky y Apollo Creed entrenando.
La diferencia que hay entre distintas encarnaciones y películas de Godzilla (o de King Kong) es la misma que hay entre las múltiples versiones de 007 o Batman. No todas quieren ser trágicas y dramáticas, como las películas protagonizadas por Daniel Craig o las últimas de Batman. En la variedad está la riqueza de todas estas franquicias que, con altos y bajos, logran resistir el paso del tiempo y convertirse en sinónimo de cine.
En Godzilla x Kong hay peleas en el océano, en las playas de Río de Janeiro y hasta en cavernas sin gravedad. La acción en pantalla se entiende, no agobia ni aturde. Que la película no sea seria no significa que no esté hecha “en serio”: sabe que el principal atractivo son los monstruos y ahí es donde se luce como un espectáculo visual y sonoro hecho para ver en una sala de cine.
Pero el relato adolece de un problema tan gigante como sus protagonistas, el Talón de Aquiles en estas películas: cada vez que aparecen los humanos, lo que sucede en pantalla deja de ser interesante. Rebecca Hall, Brian Tyree Henry y Dan Stevens (como si fuera un Ace Ventura que recita al poeta Tennyson) hacen lo que pueden para tratar de salvar diálogos muy pobres que solo existen para contar lo que sucede en la trama.
Como si fuera la versión kaiju del Bond de Roger Moore, Godzilla x Kong apuesta por una forma de entretenimiento más divertida y cómica, esperando que los espectadores entiendan el guiño cómplice de las situaciones fantásticas y absurdas que propone el argumento, sin caer el cinismo de otras películas hechas para vender juguetes. Aquí, ningún personaje se burla de todas las situaciones inverosímiles que suceden en pantalla. Godzilla x Kong sabe qué tipo de película es y, pese a todo, ofrece un espectáculo digno.
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