Fumar provoca tos es otra comedia surrealista del francés Quentin Dupieux, un deliberado polemista
La película trabaja una narrativa poco convencional y presenta a un grupo de superhéroes tan bizarros como entrañables; Dupieux escribió el guion, dirigió y se encargó de la fotografía y del montaje de la película
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Fumar provoca tos (Fumer fait tousser, Francia/2022). Dirección, guion, fotografía y edición: Quentin Dupieux. Elenco: Gilles Lellouche, Vincent Lacoste, Anaïs Demoustier, Jean-Pascal Zadi, Oulaya Amamra y Adèle Exarchopoulos. Duración: 77 minutos. Calificación: apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: muy buena.
Quentin Dupieux es un cineasta polémico. Y no es casualidad: sus películas siempre, y cada vez con más empeño, intentan desconcertar al público y la crítica. Sin embargo, no le va tan mal en la taquilla y son muchos los especialistas en cine que lo celebran. No todos, claro. Variety dijo que “debería ir directamente a la cárcel” por haber filmado Wrong Cops, una película de 2013 protagonizada por maníacos sexuales, policías adictos al chantaje y un hombre tuerto y deforme que sueña con ser una estrella del techno. En el elenco, además, aparecía un provocador profesional como Marilyn Manson. Tres años antes ya había asombrado con Rubber (2010), una film clase B producido en Estados Unidos en el que la estrella es un neumático que cobra vida e inicia un festival de asesinatos.
Misterios de la distribución mediante, llega ahora una película que este singular director francés estrenó en su país en 2022, apenas unos meses después del estreno local de Increíble pero cierto, otro largo que Dupieux también lanzó en Francia hace dos años.
Fumar provoca tos continúa la línea surrealista que caracteriza a buena parte de la obra del realizador, cultor de un humor muy apoyado en el absurdo, plagado de ocurrencias -algunas brillantes, otras menos efectivas- y de las narrativas fragmentarias, incluso dispersas, que van apareciendo como piezas desordenadas de un rompecabezas que deja abierto para la reconstrucción del espectador.
En el centro de la escena de la película -que es corta para el estándar actual y por fortuna se beneficia de la dinámica que le confieren el disparate y las sorpresas- está el Tabaco-Force, un hilarante grupo de superhéroes muy improbables cuyo look es una cruza de Daft Punk y los Power Rangers. Odian el tabaco, pero cada uno usa alguno de sus efectos nocivos como arma letal. El equipo pelea contra monstruos que parecen escapados de las viejas producciones de Roger Corman y tiene por jefe a un muñeco parecido a Alf, al que se le escapa todo el tiempo de la boca una repugnante baba verde, pero igual es registrado por muchas mujeres como un sex symbol irresistible.
Lo virtuoso en ese contexto desprovisto de cualquier lógica es la fluidez de los pasajes entre los distintos relatos que componen la película, la consistencia que cada uno de ellos tiene como maquinaria narrativa autónoma y la soltura con la que el elenco controla ese humor tan caro a la Nueva Comedia Americana, un poco zombi, cargado muchas veces de veneno e ironía y en otras ocasiones de la empatía que transmite la candidez.
Los referentes de Dupieux son muchos y de un linaje diverso: Monty Python, Charlie Kaufman, John Waters e incluso Ed Wood. En Francia, los detractores ven su cine como un envase vacío. Pero el director no se hace cargo de ese reclamo. “Simplemente quiero que la gente se ría con mis películas”, dijo el año pasado. Naturalmente, no todo el que vea Fumar provoca tos pensará lo mismo, pero esta vez hay buenas razones para que ese deseo se cumpla. Y si no lo siente así, seguro que no quedará indiferente. Misión cumplida para un polemista.
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