LOS ANGELES.- En los pasillos de los estudios de animación de Disney, en Burbank, California, prevalece la ecuanimidad: bocetos de figuras clásicas y recurrentes como el ratón Mickey o Winnie Pooh se mezclan con otras creaciones más recientes y, posiblemente, algo más efímeras, como Bolt, Baymax o Moana. Como si se tratara de un paseo de la fama al mejor estilo Hollywood, el camino hacia el núcleo del edificio reivindica a todos esos personajes que construyeron, cimentaron y proyectaron a la compañía hacia su rutilante presente.
Pero el centro, el punto de encuentro entre las oficinas, las salas de reunión y los estudios, está destinado a las estrellas del momento. Un cuadro gigante de Kristoff y Sven en actitud aguerrida, secundados por una decena de renos en una punta, otro de Elsa poniendo a prueba sus poderes frente a una inquietante oscuridad, Anna observando las vistas de un magnífico paisaje otoñal y hasta una estatua de Olaf bailando sobre un iceberg son parte de las imágenes con las que técnicos, creativos y ejecutivos conviven a diario. Frozen II está a punto de llegar a los cines -en realidad, en Estados Unidos lo hizo el 22 de noviembre, en Argentina estrena este jueves- y no hay otra cosa de qué hablar ni en qué pensar.
"Es como un bebé que nace y ya no te pertenece, que sale a mostrarse al mundo, y deseás que esté bien y que a la gente le guste", admite, en diálogo con LA NACION, la codirectora y guionista Jennifer Lee. Ella, jefa creativa que estuvo detrás de éxitos como Ralph, el demoledor (2012) y de la primera entrega de Frozen (2013), asegura que los nervios antes de un estreno siguen siendo los mismos.
Chris Buck, su compañero en la dirección y en la escritura del guion, asiente y sonríe. Y no puede evitar recordar el largo camino recorrido desde que surgió la idea de darle una continuidad a las aventuras de las hermanas Elsa y Anna, dos heroínas que hicieron historia dentro del estudio.
Dos princesas distintas
Frozen es, definitivamente, el mayor caso de éxito dentro del llamado Segundo Renacimiento de Disney, el periodo iniciado tras la compra de Pixar por parte de la compañía del ratoncito. Con más de 1200 millones de dólares de recaudación y dos premios Oscar en su haber -mejor película de animación y mejor canción original-, el film se convirtió en el más taquillero de la historia del cine de animación y en un fenómeno a nivel global.
Buck recuerda que se encontraba trabajando en Argentina, en 2008, haciendo investigación para un proyecto de los estudios que finalmente no prosperó -y cuyos detalles se niega a brindar- cuando la idea de adaptar el cuento La reina de las nieves, de Hans Christian Andersen, comenzó a rondarlo. Fue en 2008, y recién al año siguiente comenzó a trabajar más concretamente en el proyecto, cuando se le unió Lee y las visiones de ambos encajaron a la perfección. "Ella vio la misma película que vi en mi mente. Eso no quiere decir que no hayan aparecido desacuerdos durante el proceso, pero básicamente sabíamos hacia dónde queríamos ir", reconoce.
"Una de las ideas más interesantes que surgió fue la de hablar de amor verdadero, pero no en el sentido romántico, sino familiar. Y eso me entusiasmó mucho", asume Lee. Esa idea, justamente, marcaría también un punto de inflexión dentro del estudio de animación en cuanto a la narrativa de sus producciones: ni Anna ni Elsa necesitarían de un príncipe que las rescatara, sino que recurrían al afecto que sentían la una por la otra para darse valor y ponerse a salvo. Elsa, de hecho, se convirtió en una suerte de inesperado icono para la comunidad LGBTQ en todo el mundo, que la reconoció como una princesa empoderada y decidida a tomar las riendas de su vida.
"Decidimos no darle a ella un interés romántico porque queríamos contar su historia y concentrarnos en sus poderes", explica Lee. "Nos parece muy importante que impacte el concepto de que ella, siendo diferente, sea capaz de aceptarse y amarse a sí misma".
Viaje inspiracional
"En Disney Animation Studios nunca hacemos una secuela sin que los directores tengan una idea clara de lo que quiere contar", asevera Peter Del Vecho, productor de Frozen y de películas como Chicken Little (2005) y La princesa y el sapo (2009). "Por eso, pese a que Frozen 2 es la película número 58 del estudio, es apenas la cuarta secuela. Y es la primera secuela musical", subraya.
Según Buck, el éxito de la primera entrega les dejó la sensación de que habían cumplido con su misión de llevar a la pantalla una historia distinta, con personajes completamente nuevos que despertaran el interés del público infantil y no tanto. "Sentíamos que estábamos hechos, que ya habíamos tenido demasiado de Anna y Elsa", recuerda el director de Tarzán (1999) y Reyes de las olas (2007). Pero cuando en 2015 se dispusieron con Lee a filmar el cortometraje Frozen Fever, se dieron cuenta no solo de que aún había mucho para decir, sino también que extrañaban a sus criaturas. "Fue muy emotivo verlas cobrar vida nuevamente", asegura.
"Creo que lo bueno de las segundas partes es que ya conocés a los personajes y, de alguna manera, podés meterte de lleno en la acción. Ya tenés en mente el recorrido que esos personajes han atravesado hasta llegar a este momento. Entonces, contar una buena historia se convierte en el mayor desafío", indica Lee. "Además, a cualquier lugar al que íbamos, siempre nos preguntaban cómo había obtenido Elsa sus poderes, y sentimos que aún había muchas respuestas por dar", agrega Del Vecho.
En ese plan, Lee, Buck, Del Vecho y parte del equipo creativo de los estudios emprendieron un viaje inspiracional hacia Noruega, Finlandia e Islandia, que se extendió por dos semanas y los encontró ascendiendo hacia la cumbre de un volcán, caminando sobre un glaciar y recorriendo los paisajes otoñales de lo que parecía un "bosque encantado". De ahí surgió, de hecho, la idea de que los protagonistas de la secuela salieran del reino de Arendelle para emprender un viaje en busca de respuestas.
Hacia lo desconocido
En marzo de 2015, luego de que se anunciara oficialmente que la secuela de Frozen estaba en marcha, los departamentos creativos de los estudios se pusieron manos a la obra. Desde la complejidad de montar un "bosque encantado" que luciera como tal desde cualquier ángulo a conseguir que unos gigantes de piedra luzcan vivos y "respiren", varias fueron las tareas que los distintos equipos de animación debieron llevar adelante. También fue necesario rediseñar el vestuario de los personajes principales, de cara a la nueva aventura que emprenderían.
"Todo comienza con un disparador, que es el recuerdo de un cuento que el padre de Anna y Elsa les contaba cuando eran niñas acerca de un bosque encantado que él había conocido cuando era pequeño", relata Lee. "En esa visita del rey al bosque, algo malo pasó y apenas pudo sobrevivir; nunca supo quién ni cómo fue salvado, solo que escuchó una voz que lloraba y, al adentrarse, una niebla mágica lo envolvió todo".
Esa historia hacía volar la imaginación de las niñas, justo minutos antes de irse a dormir. Por eso su madre, la reina Iduna, solía entonarles luego una canción para tranquilizarlas y lograr que se durmieran. "Into the unknown" -"Mucho más allá" en español, interpretada por la mexicana Carmen Sarahí- es el tema principal de la secuela, que ya compite por un premio Oscar y busca seguir el camino de gloria de su predecesora, "Let it go", también escrita por la dupla Robert Lopez y Kristen Anderson-Lopez.
"Han pasado tres años desde que se abrieron las puertas de Arendelle. Anna tiene a su hermana de regreso, está acompañada de Olaf, Sven y Kristoff y no ha estado más feliz en su vida. Elsa, en tanto, está muy contenta de estar de nuevo junto a Anna, pero un día comienza a escuchar una voz, un lejano llanto que solo ella puede escuchar, y que la audiencia rápidamente reconocerá como propia del bosque encantado", adelanta Buck sobre la trama de la nueva película.
"Como la primera película, Frozen II es épica, con humor, corazón y, por supuesto, grandes canciones. Pero también es un cuento de hadas mítico acerca de la importancia de la familia, el autodescubrimiento, el coraje y por supuesto, el nunca darse por vencido", concluye Lee.
Quién es quién en Frozen II
Esta segunda parte, en su versión original, encuentra nuevamente como protagonistas a Kristen Bell (Anna) e Idina Menzel (Elsa), además de contar con las participaciones de Josh Gad (Olaf) y Jonathan Groff (Kristoff).
Sin embargo, dos nuevas voces se suman a esta aventura: Sterling K. Brown -como Mattias, un fiel teniente de Arendelle que quedó atrapado hace 30 años en el bosque encantado-, Evan Rachel Wood -quien interpreta a la reina Iduna- y Alfred Molina, como el rey Agnarr.
Olaf, que se ganó toda la simpatía del público en la primera entrega, esta vez tendrá competencia: dentro del bosque encantado, Elsa trabará amistad con Bruni, una simpática e inquieta salamandra que protagoniza algunos de los momentos más divertidos de la secuela.
Además, la naturaleza tiene una importante presencia dentro del relato, con cada elemento corporizado de alguna u otra manera para interactuar y proteger al bosque encantado de quienes se atreven a desafiarlo.
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