Frank Oz, el hombre que fue Miss Piggy y sobrevivió para contarlo
Un oso que quiere contar chistes, pero no sabe hacerlo; una cerdita que ama a una rana y no es correspondida, y un baterista llamado Animal que cada tanto se zafa de las cadenas que lo mantienen más o menos controlado. Todos eran Frank Oz, que empezó a trabajar con Jim Henson, creador y alma mater de ese maravilloso universo de felpa conocido como Los Muppets, cuando tenía 19 años. Sin ningún interés en ser titiritero o en actuar para el público infantil, de todos modos Oz interpretó durante décadas a personajes como Miss Piggy, el oso Figaredo (Fozzie, en inglés) y al rockero Animal, entre muchos, muchos otros. Hasta que bajo la tutela de Henson se animó a cumplir su sueño de siempre: dirigir.
"No podría haber tenido la carrera que tengo de no ser por Jim. Trabajé durante muchos años con él haciendo cosas en sus películas hasta que me sugirió como su codirector en El cristal encantado. Gracias a su sugerencia y al hecho de que después me pidió que dirigiera Los Muppets conquistan Manhattan, quedé en la mira de los productores de Hollywood. Tanto es así que luego me ofrecieron la dirección de La tiendita del horror, lo que me permitió después dirigir Dos pícaros sinvergüenzas. Y como no arruiné esas películas me siguieron contratando, pero nunca hubiera pasado si no hubiese sido por Jim", cuenta Oz desde Nueva York, donde filmó Muppet Guys Talking, su primer documental, la película que lo devolvió a sus orígenes y que se podrá ver el próximo domingo, a las 22.45, en el Village Recoleta 6, como parte de la sección Presencias y Personajes del festival.
En el film Oz se reúne con Jerry Nelson, Dave Goelz, Fran Brill y Bill Barretta, colegas titiriteros e intérpretes formados por Henson para hablar de sus experiencias con los Muppets. La charla que explora el proceso creativo y los vínculos entre ellos son un recorrido emotivo y siempre interesante. Aunque en un principio hasta Oz tuviera dudas de que lo fuera.
"Empecé a trabajar con Jim Henson cuando tenía 19 años; desde entonces fue el único empleo que tuve y por eso no me parecía que la gente pudiera estar interesada en algo que para mí era tan normal. Pero mi esposa (Victoria Labalme, productora del film) me convenció de lo contrario. Porque lo cierto es que, aunque nos vemos seguido, el grupo no suele sentarse durante horas y horas a hablar de lo que hacemos y, específicamente, lo que hacíamos con Jim", explica el director, que con más de doce horas de conversación grabada y un proceso de edición que duró cinco años buscó que la película reflejara el espíritu de sus protagonistas y de la historia que tenían para contar.
"En esta película y en las otras que hice siempre pienso lo mismo: la forma debe reflejar el contenido de lo que se cuenta. En este caso se trataba de un grupo de personas rebeldes que trabajan mucho y se divierten mucho juntas también, así que si hubiera hecho toda la filmación de manera muy prolija, eso no hubiera representado el espíritu de los Muppets", cuenta Oz, que ya en la isla de edición se dio cuenta de que no tenía un buen comienzo para su película. La solución le dio forma a todo el film: en la primera escena él explica a cámara que casi cincuenta años atrás, mientras Henson y el resto del equipo esperaban para participar de un programa de TV en los estudios de NBC en Nueva York, se entretuvieron pintando unas cañerías del camarín. Ojos saltones, colores brillantes, bigotes y barbas que convirtieron lo ordinario en extraordinario, de cañerías a Muppets honorarios que siguen estando ahí como parte del tour turístico de los estudios.
"Siempre quisimos que esta película no fuera solo sobre los Muppets, sino sobre un grupo de gente trabajando junta bajo presión, pero una presión que tuviera que ver con la creatividad sin tensiones políticas o malas jugadas detrás de escena. Se trataba de mostrar que aman lo que hacen y que la pasan bien haciéndolo", dice el director, que durante el film no puede aguantar la risa frente a la cámara cuando Dave Goelz, la mano y la voz detrás del gran Gonzo, recuerda que uno de sus compañeros gustaba de poner trampas en su lugar de trabajo hasta el punto de provocar una pequeña explosión en su escritorio. Un momento tan absurdo como tantos de los que protagonizó en la historia de los Muppets Gonzo, ese frustrado artista de circo en miniatura.
Sin proponerse buscar las razones sobre el duradero éxito de la creación de Henson -que desde hace unos años pertenece a los estudios Disney-, lo cierto es que en Muppet Guys Talking Oz tropieza con uno de los motivos del suceso que cruza generaciones y fronteras.
"Apostó por la dulzura", dice Oz sobre Henson en la película, y la idea, aun a cincuenta años de los inicios, sigue siendo revolucionaria. "Fue un riesgo enorme el que tomó en este mundo de cínicos. Creo que una de las claves de los Muppets es la ternura, pero sobre todo que no se trata de un recurso sentimentaloide. Además los personajes son mucho más que tiernos. Son graciosos, a veces pueden transmitir tristeza, ser delirantes y profundos. Lo cierto es que si fueran solamente dulces, yo vomitaría. Por Dios, no somos pequeños elfos. Somos adultos que creamos estos personajes con muchas facetas y que, si lo pensás, reflejan lo mejor de nuestra sociedad. Son criaturas diferentes, de distintas especies, que conviven, que tienen grandes defectos y pueden ponerse celosas y algo mezquinas, pero que trabajan juntas y al final del día se quieren y se respetan", se entusiasma el director, que dice no poder ver las nuevas versiones de sus personajes -"es demasiado doloroso, no siento que estén siendo representados con la pureza que deberían tener"-, pero que recientemente volvió a interpretar a otra de las criaturas que lo hicieron famoso, el maestro Yoda, de Star Wars.
"Rian Johnson, el director de El último Jedi, me propuso que hiciera Yoda para la película y pensé que harían el personaje por computadora, como en los episodios I, II, III, y que yo pondría la voz. Pero no. Querían el Yoda original, el títere. Fue una sorpresa maravillosa, honestamente. Y si lo pensás, es lo único que podían hacer. En el Imperio contraataca, cuando Luke conoce a Yoda, este era un personaje "real", tenía la cualidad táctil de los títeres. Ese es el único Yoda que Luke conoció. Así que si de repente lo ponían en una escena con el Yoda digital, no iba ser creíble", dice el hombre que allá lejos y hace tiempo imaginó que Miss Piggy, una cerdita enamorada y temperamental también podía ser una experta en golpes de karate, ideales para canalizar su evidente ira apenas contenida.
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