Francis Ford Coppola espera una oferta que no pueda rechazar por Megalópolis, que costó 120 millones y pagó con sus bodegas
El cineasta estrenará en el festival un drama futurista inspirado en la conjura de Catilina en el 63 a.C., proyecto en el que trabaja desde hace cuatro décadas y que aún no encuentra distribuidor
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Cuando al final de la mañana del pasado jueves 28 de marzo acabó el primer —y hasta hoy el único— pase en el cine IMAX Universal Citywalk de Los Ángeles de Megalópolis, los 300 invitados se pusieron de pie a aplaudir rabiosamente, según alguno de los asistentes a esa sesión privada. Vitoreaban a su director, Francis Ford Coppola, porque a sus 85 años (84 ese día, porque su cumpleaños fue el 7 de este mes) ha logrado plasmar en la pantalla su sueño de cuatro décadas, el guion que empezó a pergeñar durante la producción de Apocalypse Now. Ahora bien, ¿se podrá ver en todo el mundo? Los mismos que alabaron ese día su riesgo creativo también escribían sobre lo complicado de su vertiente económica: Coppola ha puesto de su bolsillo los 120 millones de dólares de su presupuesto, vendiendo parte de su negocio vinícola. Pero, ¿qué estudio de Hollywood o qué compañía distribuidora va a pagar ese dinero y otros 100 millones más destinados a su lanzamiento (entre copias y publicidad), si Twixt, el anterior largo del director de El padrino, recaudó en 2012 tan solo 1,3 millones de dólares?
Allí estaban Al Pacino, Nicolas Cage, Spike Jonze, Shia LaBeouf, Darren Aronofsky, Anjelica Huston, Jon Favreau, Roger Corman y Andy García, además de amigos y familia, como su hermana Talia Shire, por ejemplo, o su hijo Roman, que ha ayudado a su padre en el rodaje como responsable de la segunda unidad. No se vio a su hija Sofia, que se ha dedicado a cuidar en estos últimos meses a Eleanor Coppola, la esposa del cineasta, que falleció el pasado viernes, puntal artístico y vital de su marido. Un testigo contó que García —que acaba liderando a la familia Corleone al final de El padrino 3— gritó a la platea cuando se acalló la ovación: “Este hombre es la razón por la que todos nosotros hacemos películas”. Un asistente aseguraba que el drama no será un éxito pochoclero, pero “que hay un estrato de aficionados que querrá verla, sobre todo si los críticos la respaldan y si se acompaña su estreno de una enorme campaña publicitaria”. Otro entendía que “su audacia hará que unos la amen y otros la rechacen, y su lanzamiento requerirá un manejo cuidadoso y cariñoso, lo que parecería una tarea imposible en el mercado actual”. La película está rodada para verse en salas IMAX, y en un momento del metraje un actor se levanta físicamente en el patio de butacas, se dirige a la pantalla —al menos eso ocurrió ese jueves en Los Ángeles—, y desde ella Adam Driver (su protagonista) le responde como si le escuchara. Un tercer espectador definía Megalópolis como un cruce entre una película de Coppola y un trabajo de Ed Emshwiller, artista visual pionero en el cine experimental y en ilustraciones de ciencia ficción.
El director Gregory Nava (Selena) contaba en IndieWire que es “una obra maestra brillante y visionaria”. “Me dejó tan abrumado que no pude hacer nada durante el resto del día más que pensar en Megalópolis y sentir su mensaje. Mike Figgis, que se ha hecho cargo en los últimos tres años del documental sobre su rodaje, la definía como “Una mezcla de Julio César con Blade Runner”. Otro testigo del acontecimiento, Mike Fleming, editor jefe de Deadline, subrayaba esa influencia de la Antigua Roma, que se refleja en los peinados de los personajes. No hay aún un trailer oficial de la película, a menos de un mes de su estreno mundial.
¿De qué trata Megalópolis? Driver es Cesar, un arquitecto visionario, personaje similar al que ha encarnado en los últimos años en Ferrari y La casa Gucci, y que Coppola ya dibujó en Tucker, un hombre y su sueño: un innovador torturado, un trasunto del mismo Coppola. Nathalie Emmanuel (Game of Thrones) da vida a Julia, la mujer que vive en contradicción entre su amor por Driver y el respeto por su padre, el alcalde Frank Cicero (Giancarlo Esposito), un hombre conservador en su visión, y que choca con el arquitecto, más progresista y que quiere reconstruir Nueva York tras su devastación siguiendo los patrones de una utopía. Laurence Fishburne (era apenas un adolescente en Apocalypse Now) es el narrador; Aubrey Plaza, la rival amorosa de Emmanuel, y también participan Jon Voight, Shire, LaBeouf, Jason Schwartzman (sobrino de Coppola) y Dustin Hoffman. Ellos son quienes al final han aparecido en una película por la que ha pasado medio Hollywood.
En aquel pase estaban también los responsables de los grandes estudios de Hollywood, de Netflix y de Amazon Prime Video… Y hasta el momento, ninguno ha hecho una oferta por el film. En cambio, Thierry Frémaux, delegado general de Cannes, anunció el pasado jueves con inmensa alegría que Megalópolis se proyectará el 17 de mayo en la competición del festival francés, justo 45 años después de que Apocalypse Now ganara la Palma de Oro. Ahí empezará la siguiente lucha: Coppola esperaba que de aquel pase Megalópolis saliera con la distribución mundial cerrada de un plumazo, algo casi imposible en los tiempos que corren, y ahora el director y Barry Hirsch, su abogado de toda la vida y hoy productor, tendrán que hacer como la mayor parte de los realizadores del cine de autor: convencer en el mercado del certamen a distribuidores locales para vender territorio a territorio los derechos de exhibición de su filme. Y así puede que logren también quién lo muestre en los Estados Unidos.
Un viaje de cuatro décadas
El viaje ha sido larguísimo, porque empezó en 1979 con la idea primigenia, y ya en 1983 el cineasta anunciaba un primer guion. Seis años después, Coppola se planteó rodar Megalópolis en los estudios romanos de Cinecittà, e incluso el genio del diseño de producción Dean Tavoularis abrió en la capital italiana una oficina para concretar bocetos y levantar decorados. Pero empezaron a colarse otras películas, como El padrino III, Drácula de Bram Stoker, Jack o Legítima defensa: ni había guion completo ni financiación cerrada. Coppola coqueteó con una posible inyección de dinero árabe, petrodólares que nunca manaron. En 2001, en una entrevista, el cineasta apuntó que el libreto proyectaba la conjura de Lucio Sergio Catilina, que quiso lograr el poder en la República Romana en el año 63 a. C. por la vía militar, en un Nueva York del futuro. Y por eso comenzó a rodar con una segunda unidad en la ciudad estadounidense, para acumular material, pocas semanas antes del 11-S. Después del atentado terrorista, las imágenes fueron desechadas. En aquel momento, se reunió con un actor en la cúspide de su fama, Russell Crowe, en una cena en París, nombre rimbombante en esa época. Desde entonces, a lo largo de las décadas, han realizado distintas lecturas de guion en diversas reuniones de reparto Crowe, Leonardo DiCaprio (otro posible protagonista), Robert De Niro, Edie Falco, James Gandolfini, Paul Newman, Kevin Spacey, Uma Thurman… y otros más. En 2002, gracias a la alta definición, Coppola acumuló más material de grandes urbes, y cuando una amiga le pasó el libro El hombre sin edad, de Mircea Eliade, antepuso su adaptación a Megalópolis.
Desde ese 2007, la carrera de Coppola se ha comportado como una montaña rusa: ni Tetro ni Twixt tuvieron éxito comercial ni crítico, un respeto que recuperó con el nuevo montaje de El padrino III. Sus negociaciones para lograr producir Megalópolis fracasaron, todo lo contrario que sus bodegas. Gracias a la venta de parte de este imperio vinícola se ha autoproducido, y pudo por fin en 2019 anunciar el arranque de su proyecto… aunque en el verano de 2021 seguía cambiando actores; esta vez los enrolados eran Oscar Isaac, Forest Whitaker, Cate Blanchett, Jon Voight, Zendaya, James Caan, Michelle Pfeiffer y Jessica Lange.
De este reparto solo ha sobrevivido Jon Voight, y al fallecido Caan le ha sustituido Dustin Hoffman, en el rodaje de un drama, que aseguran se mueve entre la épica y la ópera, que tuvo lugar de noviembre de 2022 a marzo de 2023 en Atlanta (Georgia). La idea original del director era usar la StageCraft, la tecnología que se puso de moda con The Batman y El mandalorian, y que rodea a los actores de gigantescas pantallas LED; las estrecheces económicas le han obligado a volver a la tradicional pantalla verde.
Y para ese cambio de rumbo, Coppola decidió cambiar de tripulación: el penúltimo temblor —antes de la frustrada venta a unos grandes estudios— en la producción de Megalópolis se sufrió aquel enero de 2023, cuando despidió a parte del equipo técnico. The Hollywood Reporter hablaba en un reportaje de “caos”, tras la salida de la diseñadora de producción, el director de arte, el supervisor de efectos visuales y de todo su equipo. Al artículo respondieron rápidamente calmando las aguas el director y Driver, y los fans de Coppola recordaban que lo mismo pasó en el ecuador de la filmación de su Drácula, sin que su calidad se resintiera. Finalmente, el pasado verano, se repitieron algunas tomas y se filmaron un puñado de nuevos planos.
Ahora solo queda esperar al 17 de mayo, cuando en el Gran Teatro Lumière del Palacio de festivales de Cannes se apaguen las luces y se proyecten los casi 140 minutos de Megalópolis. Ese día habrá acabado el viaje cinematográfico más largo de la carrera de Coppola, un creador que ya ha navegado por desastres económicos como Golpe al corazón, y llevado tres veces a la quiebra a su productora, American Zoetrope. Solo le quedará esperar a que alguien le haga por su película una oferta que no pueda rechazar.
EL PAISOtras noticias de Francis Ford Coppola
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