En este film nadie confiaba, pero terminó siendo un referente dentro de la industria cinematográfica
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Hay películas que quedan en nuestro recuerdo por una escena. Esa secuencia donde se condensa el corazón de la trama y se vuelve inolvidable. Tal es el caso de esos últimos minutos de Flashdance, donde la protagonista (interpretada por Jennifer Beals) termina deslumbrando al prestigioso jurado de la Escuela de Arte de la ciudad de Pittsburgh al ritmo de “What a feeling”, canción que, a raíz de este film, se transformó en un suceso mundial y hasta ganó un Oscar en 1983.
Si bien la crítica fue bastante despiadada, el estreno fue un éxito rotundo de taquilla y se convirtió en uno de los clásicos de la década del ‘80, sirviendo como inspiración para otros films venideros como Footloose y Dirty Dancing. Ahora bien, no todo fue color de rosas en torno a esta historia que narraba la vida de Alex Owens, una jovencita que soñaba con ser bailarina profesional y que para poder pagar sus clases trabajaba de día como soldadora en una fábrica. Eso sí, por las noches, ideaba unas jugadas coreografías que mostraba en un night club.
Directores que se negaban a hacerse cargo de la trama, actores que rechazaban el rol protagónico más una productora no del todo convencida en invertir en este proyecto contribuyeron a que esta película empiece con el pie izquierdo, sin sospechar el destino que le esperaba tanto a la historia como a sus involucrados.
Más dudas que certezas
Rodada en Pittsburgh, Pensilvania, esta ficción que habla de los sueños, el esfuerzo por concretarlos y el primer amor está inspirada en una historia real, más precisamente en la vida de Mauren Marder y Gina Healey, dos bailarinas de Gimlets; un bar nocturno de la ciudad de Toronto.
Quien las descubrió fue Tom Hedley, un periodista habitué del lugar que -obnubilado por los brillos, el baile y la purpurina- se adentró en el detrás de escena y decidió escribir sobre estas dos mujeres en Depot Bar and Grill. Sin embargo, no fue él quien las llevó al cine. Una colega que recién estaba dando sus primeros pasos en el medio, Lynda Obst, consideró que esta trama tenía un fuerte potencial y la llevó a Paramount. Si bien en un principio la productora no encontraba del todo atractiva esta historia, después de reescribir cuatro veces el guion el proyecto vio la luz verde. Eso sí, antes había que convencer a Marder y a Healey para retratar su historia en la pantalla grande, quienes recibieron unos 2300 dólares a cambio de su consentimiento.
Con Headley y Joe Eszterhas ocupados en el guion, el paso siguiente fue buscar al hombre ideal para dirigir esta trama, algo que tampoco resultó nada fácil. Los primeros directores en decir que no fueron David Cronenberg y Brian De Palma, quienes se mostraron muy poco interesados en esta pieza. Finalmente, y luego de dos rechazos previos, el británico Adrian Lyne (que contaba con una sola película en su haber llamada Foxes) se hizo cargo, aunque él también consideraba a esta historia como “tonta”.
La dificultad para encontrar al equipo de dirección y producción adecuado también se reflejó a la hora de elegir al elenco, donde reconocidos nombres de la escena actual rechazaron el proyecto o simplemente no quedaron entre los favoritos. En el caso de la protagonista femenina, Jennifer Beals, Demi Moore y Leslie Wing fueron las tres candidatas finales, luego de ver audicionar a actrices como Melanie Griffith, Jamie Lee Curtis y Daryl Hannah.
En cuanto a los motivos por los cuales una adolescente de 18 años, sin ningún tipo de experiencia previa, se queda con el protagónico circulan dos versiones: la oficial cuenta que el presidente de Paramount reunió a un grupo de mujeres de la productora para preguntarles cuál de ellas les resultaba más amigable. La extraoficial es la que cuenta Eszterhas. Según el guionista, no se habría reunido a mujeres sino a varios hombres del equipo técnico para que digan cuál de las tres les atraía más. Sea cual sea la verdad, la mayoría votó por Jennifer Beals.
“No era la mejor bailarina, pero era muy dulce”, aseguró el director que vio en aquella estudiante de ascendencia irlandesa y rostro angelical la mejor opción para representar a esas mujeres que Flashdance quería retratar. Será por eso que Alex Owens tiene mucho de la actriz, desde su misma fecha de nacimiento hasta el look. Por ejemplo, la icónica sudadera que usa esta aspirante a bailarina es la misma prenda que acompañó a Beals lo largo de toda su adolescencia. Esa a la que cuando ya no le iba más le hizo un agujero en el cuello para poder seguir usándola. De hecho, fue el ítem que lució en el casting y que, al parecer, le trajo suerte.
Más allá del significado de esta remera y el toque personal que le dio Beals, esta prenda se convirtió en uno de los sellos de Flashdance y en tendencia entre todas las jovencitas de la época. “De repente, en todas partes donde iba, todo el mundo llevaba remeras con un solo hombro” recuerda Lynda Obst, la primera en confiar de lleno en esta historia. Otro aporte de la actriz fue la acción de quitarse el corpiño sin sacarse la remera. El director la vio hacerlo en los reiterados cambios de vestuario y decidió incorporarlo al personaje.
Para el papel de ese jefe millonario que la dobla en edad y termina enamorándola, las opciones también fueron muchas. Se dice que los productores tantearon a Pierce Brosnan, Robert de Niro, Richard Gere, Mel Gibson, Tom Hanks, Jack Nicholson y John Travolta, aunque ninguno mostró demasiado interés por el proyecto. Mientras que Burt Reynolds rechazó la propuesta por temas de agenda, Gene Simmons (el bajista de Kiss) dijo que no por miedo a que este personaje afectara su imagen de “chico malo”. Quien sí audicionó para interpretar a Nick Hurley fue Kevin Costner, alguien que por entonces no era conocido aunque terminó perdiendo el rol en manos de Michael Nouri, el elegido.
Un éxito inesperado
Antes del gran estreno, lo cierto es que nadie confiaba en el proyecto. Mientras esperaban el día D sin ningún tipo de expectativas, Beals volvió a Yale para estudiar literatura americana y Paramount vendió el 25% de los derechos anticipándose a la debacle, el peor error que pudo cometer ya que inesperadamente la película fue un éxito.
Si bien las primeras críticas no fueron para nada alentadoras (apuntaban directamente contra la credibilidad del argumento, tildándola de un “simple relato romántico intercalado por una sucesión de escenas de baile”), el público la amó y rápidamente la convirtió en un fenómeno. No solo esas escenas de baile calaron hondo en el corazón de los espectadores sino que fueron tomadas como ejemplo para futuras producciones.
Convertida en la tercera película más taquillera del año, la vida de esta aspirante a bailarina profesional que, en el camino se enamora de su jefe, se convirtió en referente para miles de chicas que no solo tenían sueños sino que sufrían en carne propia el tabú de enamorarse de alguien que las doblara en edad.
Además del mensaje de que hay que luchar por el amor, los sueños y la superación personal, la banda de sonido de este film se convirtió en un fenómeno tan importante como la trama. Es que sus temas “Maniac” y “What a feeling” pusieron a bailar a toda una generación, superando las 700.000 copias vendidas a las dos semanas del estreno y obteniendo el reconocimiento de un premio Oscar, dos Globo de Oro y un Grammy por esta última canción.
Mientras que “Maniac” fue escrita por Michael Sembello, la multipremiada “What a feeling” fue una creación del italiano Giorgio Moroder, una leyenda dentro de la industria musical. Si bien la primera versión fue junto al cantante Joe Esposito, esta melodía no fue del agrado de la productora, quien sugirió volver a grabarla. Dado que el personaje principal era una mujer, los expertos consideraron que esta debía ser interpretada por una voz femenina y fue así como contrataron a Irene Cara. La cantante reescribió la letra original (en compañía de Keith Forsey) mientras viajaba en auto al estudio de grabación y terminó ganando un Oscar por su performance.
Lo cierto es que Flashdance marcó un antes y un después en la carrera de todos a los que interpeló tanto frente como detrás de cámara. Es que este film fue la primera colaboración entre Don Simpson y Jerry Bruckheimer, dos titanes de la industria que posteriormente trabajaron en megaproducciones como Top Gun, Armageddon, Pearl Harbor, Transformers y Días de trueno. También fue el primer éxito de Eszterhas, quien posteriormente estuvo detrás otros taquilleros guiones como el de Bajos instintos.
En el caso de su director, Adrian Lyne, ocurrió algo parecido cuando posteriormente se lució en títulos como Atracción Fatal, Propuesta Indecente e Infidelidad. Según confesó a Enterteiment Weakly: “Cuando leí el guion por primera vez pensé que era un poco tonto, de verdad. Pero, al final, es un cuento de hadas. Creo que es por eso que atraía a la gente: si querés algo verdaderamente, podés obtenerlo. Es una especie de idea ingenua, pero creo que funciona. Recuerdo haber trabajado muy duro con el productor Don Simpson por fomentar su lado inspirador”.
Controversias post estreno
A pesar del suceso que esta película significó, después de su estreno se desataron algunas polémicas en torno a las verdaderas artífices de esta historia y a la protagonista encargada de contarla. Es que cuando Mauren Marder y Gina Healey vieron la película en Toronto pusieron el grito en el cielo. Sus vidas no habían servido de inspiración sino que estaban reflejadas a la perfección en la pantalla. A pesar de haber dado su consentimiento (y del cheque de 2300 dólares recibido), las bailarinas iniciaron una demanda contra la productora que estaba recibiendo millones a costilla de ellas.
Otro de los conflictos fue cuando se descubrió que Jennifer Beals en realidad no bailaba y había usado dobles para todas sus performances. La encargada de la mayoría de los pasos y de recibir ese gran chorro de agua (que luego se convirtió en una de las escenas más recordadas del film) fue la actriz francesa Marine Jahan. Sin embargo, no fue la única. Para la escena final, fueron necesarias otras dos personas más. Mientras que la gimnasta Sharon Shapiro se encargó de las acrobacias, Richard Colón (un portorriqueño de 16 años) fue quien le puso el cuerpo al momento del breakdance, ese que enloquece al jurado y define la entrada de Alex a la academia. Crazy Legs, como lo llamaban en el set, aceptó usar una peluca y depilarse las piernas para hacer esta escena, pero se negó a afeitarse el bigote, algo que según los fanáticos si miramos con atención podemos ver de refilón en una de las tantas piruetas.
Si bien el uso de dobles es muy habitual en el cine, el problema en este caso fue que Marine Jahan ni siquiera apareció en los créditos de la película, generando un gran enojo en la artista francesa. Según explicó la productora, su nombre se mantuvo oculto porque no querían arruinar la ilusión de que Beals bailaba. “Si yo no podía hacer algo, entonces entraba alguien más para hacerlo y si esa persona no podía, entonces venía otro gimnasta. Hubo hasta un chico de 16 años que hizo los saltos, giros y piruetas más complicadas y se tuvo que afeitar hasta las piernas”, confirmó Beals tiempo después.
¿Se viene la serie?
Tras el éxito arrollador de Flashdance, Paramount se planteó la posibilidad de una secuela, pero la protagonista se negó a hacerla por miedo al encasillamiento. “Quiero ser parte de proyectos atractivos y no tengo ningún prejuicio. Flashdance fue una experiencia inolvidable, pero la recuerdo como una de las más exigentes y difíciles de mi carrera”, confesó la actriz en una entrevista, quién nunca más disfrutó de un título que supere la popularidad que le dio este papel.
Casi cuatro décadas después, la esencia de Flashdance sigue intacta. A lo largo de estos años, fue homenajeada en la canción “I’m Glad” de Jennifer Lopez, en el tema “It’s Raining Men” de Geri Halliwell y hasta el Señor Burns ha parodiado alguno de sus pasos en Los Simpson. En el último tiempo, y con el auge de las plataformas de streaming, la posibilidad de hacer una serie también cobró fuerza. Según The Hollywood Reporter, Paramount+ será la encargada de llevar a cabo este proyecto basado en la icónica película de 1983.
Con Lynda Obst como productora ejecutiva y Tracy McMillan como guionista, estos nuevos capítulos se centrarán en una joven afroamericana que baila en un club de striptease y que emprenderá un viaje emocional para cumplir su sueño de seguir una carrera en el ballet.
¿Sabías que…?
*Jennifer Beals tenía la mitad de la edad de Michael Nouri cuando se filmó esta película. Ella tenía 18 y él, 36.
*En la película hay varios guiños a la realidad. Por ejemplo, cuando Alex Owens completa el formulario para entrar a la famosa academia de baile pone como fecha de nacimiento el 19/12/63, fecha real en que nació Beals. A su vez, sus padres en la ficción tienen el mismo nombre que sus padres en la vida real: Alfred y Jeanne Therese Anderson.
*El policía que la protagonista imita con una melodía de Carmen de Bizet es famoso en Pittsburgh. Su nombre es Vic Cianca y fue conocido por sus divertidas coreos al dirigir el tránsito durante más de 30 años.
*La iluminación que se utilizó durante el rodaje, especialmente en las escenas de baile, era bastante oscura. ¿La razón? Evitar que se descubran los dobles de cuerpo que usaba Beals.
*Adrian Lyne quería incluir una historia de abuso sexual en la infancia de Alex Owens. El guionista Joe Eszterhas se horrorizó pensando que perjudicaría la trama y, después de una gran puja (en la que intervinieron hasta los productores), el director desistió de esta idea.
*En los borradores, Alex tenía un mejor amigo gay. Al director le gustaba este detalle, ya que era algo original para la época, sin embargo no fue contemplado en el guion final.
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