INCAA: en medio de una gran crisis, el gobierno aparta a Luis Puenzo del organismo
El funcionario mantuvo hoy una larga reunión con el ministro de Cultura, Tristán Bauer, y según pudo averiguar LA NACION, en las próximas hora se anunciaría su salida
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“La decisión de su salida ya está tomada y se publicaría esta misma noche en el Boletín Oficial”. Las recientes palabras de una alta fuente de la Casa Rosada rompieron con la incertidumbre que envuelve por estas horas el futuro del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). El mensaje cerró una larga jornada durante la cual estuvo todo el tiempo en discusión la continuidad del actual presidente del organismo, Luis Puenzo, ahora mucho más cerca del adiós que de su idea original de permanecer al frente del organismo.
La incertidumbre y las versiones cruzadas se mantuvieron hasta ya entrada la noche, después de una larga y decisiva reunión entre el ministro de Cultura, Tristán Bauer, y Puenzo, que se inició a las 16 en el despacho del primero y se prolongó por más de tres horas. “Tuvimos una buena reunión con Tristán, que seguirá mañana”, había expresado escuetamente un optimista Puenzo a LA NACION poco después de las 21.30.
Pero la situación había elevado tanto su temperatura que las definiciones no podían demorarse, según se habría evaluado en la Casa de Gobierno. Los sectores del quehacer cinematográfico más enfrentados con Puenzo habían prometido volver a movilizarse este miércoles, a las 15, frente a la sede del organismo, si el funcionario seguía en el cargo. Un nuevo capítulo de la recurrente crisis que atraviesa la gestión pública de la producción cinematográfica local, en este caso también atravesada por las tensiones internas que vive el oficialismo, empezó a escribirse en el comienzo de la Semana Santa.
Crisis e incertidumbre en el INCAA
Anteanoche, el Gobierno había decidido pedirle la renuncia a Puenzo y colocar a Bauer en un rol mucho más activo en cuanto al manejo y la orientación del INCAA, con una virtual intervención al organismo por parte de esa cartera. Bauer, como se sabe, es un funcionario muy identificado con el ala que responde a Cristina Kirchner.
Sin embargo, durante todo el martes, Puenzo sostuvo su intención de permanecer en el cargo al que llegó en diciembre de 2019 por pedido del presidente Alberto Fernández. “Yo no me quiero ir del INCAA, por lo menos hasta terminar lo que estoy haciendo”, señaló Puenzo a Radio con Vos.
Una vez que empezó a trascender la intención del Gobierno de pedirle la renuncia a Puenzo comenzaron a circular algunos nombres de posibles reemplazantes del cineasta en la cúpula del INCAA. Se mencionó en ese sentido, siempre de manera informal, a la productora Vanessa Ragone (actual titular de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica) y al actor Pablo Echarri, aunque ambas versiones fueron rápidamente desmentidas por sus protagonistas.
Otras versiones mencionaron con más fuerza a Lucrecia Cardoso, actual secretaria de Desarrollo Cultural de la Nación y funcionaria de estrecha confianza de Bauer, además de haber sido ya titular del Incaa entre 2014 y 2015, y de una transición a cargo del actual vicepresidente del organismo, el productor Nicolás Batlle.
El detonante de esta nueva crisis fue el crecimiento de las quejas contra la actual conducción del INCAA, planteadas sobre todo en la movilización que se produjo anteayer frente a la sede del Incaa y que concluyó en medio de varios incidentes. Las quejas unieron en los últimos días a varios sectores muy enfrentados desde hace tiempo con la actual dirigencia del Instituto con otras entidades que optaron por tomar distancias de las medidas de acción directa. Entre ellas aparecen el Colectivo de Cineastas y DOCA (Documentalistas Argentinos).
Lo que más se le reprocha a Puenzo es que no se haya puesto a la cabeza del reclamo por la continuidad de las políticas de fomento para el cine argentino. El temor de estos sectores es que a fin de año se pierdan los fondos que recibe directamente el INCAA como organismo autárquico para el fomento del cine argentino a través de la llamada Ley de Cine, la 17.741, sancionada en 1994 y en vigor desde entonces.
En efecto, la ley 27.432, sancionada el 27 de diciembre de 2017, fija en el inciso “e” de su artículo 4 que los impuestos a la entrada de cine (el 10% de cada ticket) y a la venta de videos hogareños asignados directamente al INCAA para fomentar la producción nacional dejan de tener vigencia el último día de 2022.
Si llegara a concretarse el alejamiento de Puenzo, el posible control provisional del INCAA por el ala del gabinete nacional más identificada con Cristina Kirchner augura futuras tensiones dentro del organismo, conducido hasta ahora por una figura que siempre se definió como “apolítica” pero había llegado al cargo a instancias del presidente Alberto Fernández. Y traslada esa tirantez al Congreso, ámbito en el que debería discutirse de aquí a fin de año la posible prórroga de esas asignaciones específicas para financiar actividades culturales oficiales. Además del INCAA, también corre riesgo el fomento a los institutos del teatro y de la música.
Un contexto “nuevo” y difícil
Esta situación aparece en el peor contexto posible. La pandemia redujo sensiblemente las cifras de concurrencia de público a los cines y el menor flujo de entradas equivale a una automática disminución de los ingresos que llegan al INCAA a través del impuesto aplicado al valor de cada entrada.
Paralelamente se observa una merma significativa en el poder de convocatoria del cine argentino en las salas. Cuando llegó el Covid, El robo del siglo (protagonizada por Guillermo Francella y Diego Peretti) había superado los dos millones de entradas vendidas. Dos años después, la producción nacional más vista en lo que va de 2022 es el thriller Ecos de un crimen, con algo más de 97.000 tickets.
En ese cortísimo lapso cambiaron dos factores clave: los hábitos de consumo del público (menos salidas al cine y más películas en el hogar) y el interés de las principales plataformas de streaming (Netflix, HBO Max, Paramount+, Amazon Prime Video) en producir cada vez más contenidos locales.
Al concentrarse la mayoría de las mejores y más ambiciosas oportunidades de trabajo para el sector audiovisual en este terreno existe paralelamente, según el consenso general de la industria, una disminución notoria de las producciones más chicas e independientes que deberían contar con el estímulo del INCAA. Según las entidades que más venían cuestionando la gestión de Puenzo, la aparente inacción del organismo en los últimos tiempos amenazaba el sentido mismo de la idea de fomento cinematográfico.
El propio Puenzo, desde el comienzo de su gestión, alentó expresamente la idea de un impuesto al consumo de esas plataformas, cuya recaudación serviría para compensar la baja de ingresos registrada en las entradas de cine. Hoy, el abonado a una plataforma como Netflix ya paga un 21% de IVA, un 8% del impuesto PAIS y un 35% de adelanto a cuenta de Ganancias o Bienes Personales. A esos valores se agregan contribuciones provinciales o territoriales.
En el ánimo de buena parte de la opinión pública no caería muy bien el agregado de otro impuesto al abono hogareño de las plataformas, sobre todo si empiezan a pesar cuestiones de opinión como el financiamiento con esos recursos de un cine que para muchos pasa inadvertido, carece de la mínima repercusión o sostiene un tipo de producción que no apunta a otra cosa que a sostener las ideas que expresa el actual oficialismo, corriente con la que se identifica buena parte del sector audiovisual.
El debate en realidad es más amplio y se simplifica en una sola pregunta: ¿quiere tener la Argentina una industria cinematográfica? Quienes defienden esta idea señalan que muy pocos países en el mundo (no más de dos o tres) logran sostener esta actividad sin el apoyo o el sostén de alguna instancia estatal, sea nacional o regional.
Y que de otra manera la existencia misma de la actividad sería imposible de llevar adelante, sobre todo en lo que tiene que ver con aquella producción de carácter menos masivo que llega a los festivales internacionales más importantes y permite el estímulo de la obra de creadores nuevos. “Cineastas como Damián Szifron y Pablo Trapero tuvieron ese origen”, señalan en la industria y recuerdan además que los fondos de fomento también sostienen la escuela de cine (el Enerc) que funciona dentro del INCAA y otras iniciativas como el Festival de Cine de Mar del Plata.
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