El largometraje de Jonathan Demme cumple tres décadas y aún resuenan en Hollywood los ecos de su impacto; escrito por Ron Nyswaner, se convirtió en un éxito de taquilla y tuvo ineludibles repercusiones
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Cuando Filadelfia se estrenó en los Estados Unidos, el 22 de diciembre de 1993, una de las primeras personas en pronunciarse respecto al film de Jonathan Demme fue el activista por los derechos de la comunidad LGBTQI+ y excelente dramaturgo, Larry Kramer, quien en 1985 había publicado The Normal Heart, una de las obras fundamentales sobre la epidemia del VIH. Para Kramer, el largometraje de Demme escrito por Ron Nyswaner estaba mirando el devastador panorama desde afuera. “Es una película que no tiene nada que ver con el VIH, que no conoce el mundo gay que yo conozco; no le encontré verdad, no le encontré nada genuino que se aproxime a lo que atravesó la comunidad o a lo que yo mismo vi con mis propios ojos. Simplemente está ambientada en otro universo”.
La palabra de Kramer caló hondo en el recordado Demme, quien venía de consagrase con El silencio de los inocentes, pero él tenía muy en claro su propósito. El director quería, inspirado por los relatos de su amigo, Nyswaner, abordar la epidemia desde la perspectiva de un individuo que es paulatinamente alejado de su entorno, un abogado llamado Andrew Beckett (Tom Hanks), quien es despedido de la firma de letrados en la que trabaja cuando sus jefes se enteran que tiene VIH.
“En el rodaje de Filadelfia forjé relaciones que todavía mantengo en la actualidad”, le confió el guionista del film a LA NACION en plena promoción de su flamante serie de Paramount+, Compañeros de viaje, que tiene varios puntos de contacto con el drama. “Jonathan Demme fue la persona que me llevó desde la universidad del cine al mundo del cine propiamente dicho. Lo conocí a él y de repente era un guionista que estaba trabajando y al que le pagaban por lo que escribía. Jonathan me cambió la vida y siempre recuerdo lo que decía en el rodaje de Filadelfia: que como cabeza de equipo tenés que ser amable con cada uno de los integrantes, desde la estrella protagónica hasta quienes se ocupan de estacionar los autos en el garage. Eso siempre se quedó conmigo”, apuntó Nyswaner sobre el clima colaborativo que se generó en la puesta en marcha de la producción que comenzó a filmarse con un presupuesto de 26 millones de dólares.
“Había una necesidad moral por parte del estudio (TriStar Pictures) de hacer la película”, compartió el guionista en diálogo con Queerty. “Con Jonathan les dijimos a los ejecutivos lo que queríamos hacer y nos dijeron que en ese momento en Hollywood se estaban haciendo films únicamente centrados en personajes heterosexuales y que eso les resultaba inmoral, que querían responder, mostrar resistencia, así que hablamos con las personas adecuadas para hacer la película”.
El artista que inspiró a Jonathan Demme
Si bien el personaje de Andrew Beckett que había concebido Nyswaner era apócrifo -al igual que el de su letrado, Joe Miller (Denzel Washington), y el de su pareja, Miguel (Antonio Banderas), el guionista sí tomó algunos episodios reales para la construcción del film situado en la denominada “ciudad del amor fraternal”. “El guion lo empecé a escribir en los 80, impulsado por lo que estaba sucediendo, pero Jonathan tenía un amigo cercano en quien me basé para el personaje de Tom”, explicó. En efecto, el realizador había forjado un vínculo muy estrecho con el artista Juan Botas, sobre quien ya había realizado un documental sobre su vida y obra que se estrenó dos años después del fallecimiento del pintor e ilustrador español, a causa del VIH.
“Decidí que mi película no tenía que mostrar los pormenores de la epidemia porque ya muchas personas habían perdido a sus seres queridos o habían sobrevivido, por eso el objetivo era llegar a las personas que tenían un profundo desconocimiento sobre el tema”, declaró el cineasta. Por lo tanto, Demme decidió centrarse en la cotidianidad de un hombre que padece discriminación de la forma más brutal. En línea con ese leitmotiv fue concebido el personaje de Joe, el abogado que, al comienzo de su relación con Andrew, tiene conductas abiertamente homobóficas, pero atraviesa un cambio durante el film y aprende de lo que Beckett le muestra y le relata.
Por otro lado, el cineasta, junto a Nyswaner y su equipo de guionistas, también tomó casos reales para la trama del litigio, como lo que le sucedió a Geoffrey Bowers, quien fue despedido de una firma de abogados de Nueva York cuando sus jefes se enteraron de que tenía VIH. Aunque las intenciones del equipo fueron buenas, el mal asesoramiento del estudio hizo que la familia de Bowers, quien murió en 1987, seis años antes del estreno del film, realizara una demanda contra los productores por tomar parte de su historia para el largometraje sin consulta previa. La Justicia falló a favor de la familia del abogado cuando tanto el director como el guionista reconocieron haberse inspirado en lo que le sucedió a Bowers.
La inesperada “pelea” con Daniel Day-Lewis
El memorable trabajo de Tom Hanks le dio su merecido premio Oscar en 1994 -al año siguiente volvería a ganarlo por Forrest Gump-, pero el actor no fue la primera opción de Demme para interpretar a Andrew sino Daniel Day-Lewis. Sin embargo, para su sorpresa, el británico rechazó el papel y el cineasta se mostró disgustado ante ello. “Estaba muy enojado realmente, llegué a pensar: ‘¿Cómo se atreve a decirle que no a esta historia?’. Pensaba que era una película muy importante y me molestaba que él no la considerara del mismo modo, pero luego tuve un almuerzo con Tom y eso me cambió el humor”. ¿La respuesta del intérprete? “Sí, claro que quiero hacer esto”.
Luego, cuando se empezó a barajar el nombre de Robin Williams para el rol de Joe Miller, Nyswaner pensó que no era conveniente darle a ese personaje un tinte cómico como se había pensado originalmente, ya que la amistad que forjan Andrew y Joe es un aspecto clave del largometraje para el que había que manejar muy bien el tono. Un día, mientras el productor del film se encontraba en un vuelo leyendo el guion, fue interrumpido por Denzel Washington, quien por curiosidad le preguntó de qué se trataba. El hombre le cedió el texto y el actor, en ese mismo momento, se “postuló” para el papel que terminaría obteniendo.
“Tuve una conversación telefónica con Denzel en la que le manifesté mi miedo a que el público no quisiera ver el film por su temática”, recordó Demme. “Le dije que necesitaba de su carisma para el personaje de Joe y me pidió que confiara en él, con toda la razón del mundo”, añadió el director. El casting para su film fue perfectamente pensado, con nombres como los del gran Jason Robards, la mítica Joanne Woodward y una joven Mary Steenburgen en el rol de la abogada de la firma demandada.
Para la actriz, el rodaje fue muy movilizante. “Fue muy difícil interpretar a Belinda, no quería estar de ese lado de las cosas”, le reveló a The Hollywood Reporter. “El primer día de rodaje no pude ir, no estaba preparada emocionalmente, había perdido a mi mejor amigo por el VIH, estaba destruida y le dije a Jonathan que lo conveniente fuera que eligiera a otra actriz, pero no quiso saber nada, me remarcó la importancia del film, me hizo darme cuenta de que, por lo que había experimentado, tenía un compromiso con la historia y con quienes ya no estaban”.
De hecho, Demme ya se había asegurado que el estudio contratara a 50 extras con VIH para que integren el film, lo que generó un clima muy especial en un set en el que Steenburgen no fue la única en emocionarse antes, durante y después de la creación de secuencias memorables, reforzadas por esa gran composición ganadora del Oscar (y de cuatro premios Grammy) de Bruce Springsteen, “Streets of Philadelphia”, por la música de Howard Shore y por otra canción enorme, “Philadelphia”, de Neil Young, que empieza a sonar en un final tan íntimo como sublime.
Un estreno que hizo historia
El desembarco en salas de Filadelfia fue todo un éxito. El largometraje conectó con el público, despojando así los miedos de su director. La película recaudó 206 millones de dólares a nivel global y es considerada la primera producción mainstream de Hollywood en abordar la epidemia del VIH, que ya había hecho el largometraje televisivo Y la banda siguió tocando, de Roger Spottiswoode.
Cuando Hanks ganó el Oscar, su discurso fue sumamente emotivo, ya que el actor recordó a su profesor de teatro, Rawley Farnsworth y a su compañero, John Gilkerson, por ser “los dos hombres gays más increíbles que tuve la fortuna de conocer, no estaría aquí de no ser por ellos, me inspiraron muchísimo en una edad bisagra de mi vida”. Posteriormente, se gestó una leyenda urbana de que Hanks había sacado del clóset a Farnsowrth sin su consentimiento, lo que fue aclarado de inmediato por ambas partes.
"La gente todavía se me acerca para agradecerme por la película"
Tom Hanks
El intérprete, preparado ante un posible triunfo, lo llamó previamente para preguntarle si podía nombrarlo. De todos modos, se generó un revuelo tal que inspiró a la comedia de Frank Oz, ¿Es o no es?, que comienza justamente con el personaje de Matt Dillon ganando un Oscar y agradeciendo a su “profesor gay de teatro”, interpretado por Kevin Kline, quien ve su vida sacudida por ese discurso que cambia los planes de boda con quien iba a ser su esposa. Más allá de esa anécdota que surgió en los premios de la Academia, Hanks se queda con las palabras que recibe de la gente. “La respuesta a la película es muy emocional, muchas personas se me acercan en la calle para decirme simplemente gracias por el film”, le manifestó el actor a Interview Magazine.
“Nuestra meta siempre fue la de hablarle a la gente desde un lugar masivo sobre el VIH y sobre la comunidad LGBT”, expresó Nyswaner. “Queríamos saber si, de tener en cartelera a Filadelfia y a, no sé, algo como Duro de matar en un mismo cine, la gente iba a elegir Filadelfia”. Por otro lado, el guionista se sinceró respecto a cómo le hubiese gustado que se dejen en el corte final más escenas del vínculo entre Andrew y su pareja. “Nadie me dijo ‘esto es más demasiado gay’, solo fueron cuestiones de montaje, pero sí peleamos mucho por la escena en la que Andrew se quiebra escuchando ópera, era un momento clave del que no íbamos a prescindir, no podía faltar”.
Filadelfia, de Jonathan Demme, está disponible en HBO Max.
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