Fernando Heredia: actor de carácter y galán a la hora del té
El juvenil actor de cine (formato que abordaría muy ocasionalmente); el pionero de las emisiones televisivas (donde pasó de galán de telenovelas a puestista mucho antes de que se agotara su imagen juvenil); el hombre de teatro (antes de los 30 años ya tenía su propia compañía, y llegaría a régisseur en el Teatro Colón y en el Argentino de La Plata); el artista íntegro, que disfrutaba de su retiro voluntario alojado en la Casa del Teatro y con una dieta cotidiana que incluía una copa de vino, un plato de pastas y una función teatral: todo eso fue Fernando Heredia, quien murió a los 94 años anteayer, un nombre esencial en la historia de las artes populares nacionales en más de siete décadas de trayectoria.
Nacido el 10 de octubre de 1923 como Enrique Alonso, encontró su precoz vocación en el cine. A los 23 años intervino en Inspiración, dirigida por el fugaz Jorge Jantus, junto a María Concepción César y Alberto de Mendoza. Un año después -en 1947-participó en Los hijos del otro (de Catrano Catrani) junto a otras promesas juveniles como Juan Carlos Altavista y Pola Alonso, y los consagrados Luis Arata y Maruja Gil Quesada.
Pero no hubiera llegado al cine sin que existiese el teatro, la escuela donde se formaban los grandes artistas (y también los otros). En 1950 fue dirigido por Cunill Cabanellas en La dulce enemiga, junto a Alberto Closas y Alberto Bello, dos actores que ya estaban bendecidos por el séptimo arte. Pocos años más tarde formó su compañía con Nélida Bilbao, otra figura también consagrada en la pantalla grande. Con ella presentaría -entre otras cosas- Variaciones sobre un mismo tema, de Eduardo Pappo, destacado dramaturgo que también incursionara en el grotesco.
Hasta que Heredia encontró otro espacio donde canalizar su oficio: la naciente televisión, que lo cobijó como uno de sus prohombres. Formó parte de la primera generación de protagonistas junto a Fernando Siro, Norma Aleandro, Beatriz Taibo e Inda Ledesma. Pionero de las telenovelas, en 1954 protagonizó el Teleteatro de la tarde, con Fernanda Mistral, cuando la única pantalla era Canal 7. Ese mismo año, en el ciclo "Romances célebres", interpretó Romeo y Julieta, con Norma Aleandro. En 1957 participó del "Teatro del sábado", con Raúl Rossi, María Aurelia Bisutti y Ernesto Bianco. Y en 1958 obtuvo su rol consagratorio en el Teleteatro para la hora del té, junto a María Aurelia Bisutti, con el que obtuvo récords de audiencia. Un año más tarde se encargaría de la puesta en escena. Entonces, sin dejar de actuar, comenzó a expresarse en su otra pasión: la dirección.
En los años 60, muchas de sus participaciones televisivas tuvieron que ver con su formación teatral: Heredia intervino en ciclos como Teatro argentino de ayer, de hoy y de siempre, Tele-radioteatro Odol de la tarde, Teatro 13 y Gran teatro universal, según la exhaustiva investigación del historiador Jorge Nielsen en su saga La magia de la televisión argentina. En 1993 se lo vio por última vez en la pantalla chica en Primer amor, una novela multinacional escrita por la venezolana Mariela Romero, estelarizada por Grecia Colmenares y Gabriel Corrado.
Un año antes, había intervenido por última vez en el cine en la producción española Después del sueño, dirigido por Mario Camus. Aunque para el cine argentino ya se había retirado en 1972, en La sonrisa de mamá (de Enrique Carreras), junto a Niní Marshall y Palito Ortega.
Heredia, quien solía transitar las cercanías de la Casa del Teatro -donde vivió sus últimos años- y frecuentaba los cafés de la avenida Santa Fe, tuvo su despedida teatral en 2009, con una obra de título profético: El último encuentro. Lo hizo con dos antiguos y queridos compañeros de tablas, Hilda Bernard y Duilio Marzio. Aunque se había retirado, fue su postrer homenaje a la profesión que le dio todo: amigos para siempre, reconocimientos y premios -como el Trinidad Guevara a la trayectoria- y el eterno cariño y gratitud del público.
Temas
Más leídas de Cine
Con ojos norteamericanos. Gaucho gaucho es un atípico acercamiento a la vida rural en el Norte argentino
Hugh Grant, en su veta más malévola. El actor es lo mejor de este film de suspenso entretenido y bien realizado
Con ruido político de fondo. Se inaugura hoy el Festival de Cine de Mar del Plata, con invitados internacionales y una muestra paralela crítica al gobierno