Felicidad y desdicha en familia
La obra de teatro basada en la vida del director Javier Daulte llega al cine de la mano de Mausi Martínez
Nunca estuviste tan adorable fue un espectáculo con un recorrido extraño. Adorable y encantador, acotaría una tía. Nació en el marco de un proyecto de investigación en el cual un director/dramaturgo debía plasmar en el escenario la vida de una persona viva. En ese ciclo, llamado Biodrama, hubo de todo: desde piezas para un tipo de espectador pendiente de codearse con vanguardias a historias aptas para todo público, como ésta que escribió Javier Daulte. Y tan para todos fue ese recorrido en el cual Javier se paseaba por la vida de sus abuelos, tíos y padres que el espectáculo se bancó el paso de una sala dedicada a obras experimentales al circuito comercial. Y, cuando se pensaba que el recorrido de Nunca estuviste tan adorable había llegado a su fin, resulta que no. Mañana llega al cine, ahora en manos de Mausi Martínez en su primer film de ficción.
Al frente de ese entramado de seres que coquetean con la felicidad y la desdicha, tanto en la versión teatral como en la de cine estuvieron y están Mirta Busnelli y María Onetto, dos brillantes actrices que saben nadar en las aguas de la televisión, el teatro experimental o las películas de firma de autor y que, de todo ese combo tan amplio, se las ingenian para salir muy bien paradas. Ellas dos, junto con Luis Luque, son los seres centrales de este bello entramado de personas que les toca vivir tiempos tan adorables y conflictivos como son ellos mismos.
Antes de estrenar la obra, María Onetto había dicho que indagar en esta familia era una forma de indagar en la propia. Por lo pronto, su Marta de ficción (abuela de Javier Daulte) hizo todo lo posible para irse a vivir a Olivos cumpliendo el mandato de crecimiento social y entrar de lleno al mundo de las apariencias. La familia de María vivió en Martínez, y su mamá trabajó en Olivos.
"Hay algo que conozco del mundo de Blanca porque mi madre tuvo su esplendor también en la década del cincuenta. Es una mujer que, junto a sus seis hermanas, eran como las reinas de Martínez. El mundo de los vestidos y de transformarse en especie de mujeres codiciadas, como la presencia de la vecina que se instala en la casa, son cosas que había escuchado de chica, que lo tenía muy presente. Todo eso conforma un universo pre psicoanálisis que a Daulte le sirve también para hablar del mundo de lo callado, de lo reprimido. Y ahí el texto entra de lleno en el mundo de las apariencias, el que vivió tanto mi madre como la madre de Javier. Yo siempre escuchaba todo eso, será por eso que después me analicé como 20 años.
-No solamente eso: sos psicóloga.
-Claro. Y a pesar de que mi madre ha tenido una existencia bastante feliz se dio cuenta de que parte de la humanidad de alguien implica mostrar sus problemas.
Así fue que tanto unos -padres, madres, tíos y vecinos pre Woody Allen- como otros -hijos, sobrinos y vecinos pos-Tarantino- se pueden ver reflejados en esta historia que la película respeta del original con el mismo amor con el que Daulte puso su mirada sobre el universo de sus padres.
"Cuando Mausi Martínez vio la obra -cuenta María- le pegó la situación. En la película reproduce el entusiasmo y el amor del autor por contar una historia, por no traicionarla; por pintar el espíritu de los años 50 y los 70. Todos, los que somos del elenco original y los nuevos, acompañamos esa situación."
La película se filmó a principios del año pasado íntegramente en interiores y cuenta con un minucioso trabajo de arte. "Con el director de cámaras fuimos chequeando cada escena siguiendo una marcación casi coreográfica. Hubo mucho cuidado con el vestuario y la escenografía y una directora muy atenta a la situación del actor", acota.
Toma uno. Toma dos
Antes de estrenar la obra, María también había dicho que darle vida a ese personaje era como hacer realidad el sueño del pibe (o de la piba),
-¿A qué te referías?
-A que es un personaje que daba enormes posibilidades de actuación. Tenía zonas de comedia, mucha de drama, paso del tiempo. Mujer hermosa, mujer decadente. Situaciones de cierta densidad sutilmente planteadas. Había muchos elementos. Yo ya había tenido un relativo protagónico en teatro que fue La escala humana, pero con Nunca estuviste? sentía que estaba muy al frente.
-En La escala humana eras la protagonista y la rompías.
-No... [se ríe]. Había algo más equilibrado... Acá se me iba a ver en una variedad expresiva enorme. Fue un trabajo que me dio muchísimas satisfacciones. Fue a partir de esta obra que se me abrió el paso a la televisión, por ejemplo.
-A partir de ahí se dio Montecristo .
-Sí.
-Y Lucrecia Martel te llamó para protagonizar La mujer sin cabeza .
-Lucrecia vio Nunca estuviste tan adorable, pero nunca hablamos de lo que le pareció. Igual, entiendo que quedé para La mujer sin cabeza a partir de esta obra aunque se traten de trabajos muy distintos.
-Claro, tanto en la obra como en la película que se estrena el jueves tu personaje se la pasa exteriorizando sus emociones y en el film de Martel tu personaje casi no habla.
-Cierto. Supongo que hubo una combinación de elementos para que Martel me llamara. Pero es verdad que, sobre todo en cine, hay que jugarse. A veces es muy difícil demostrar quién sos o mostrar otras zonas tuyas. Yo venía jugando papeles de mujeres más sufridas o más decadentes y en Nunca estuviste? había que ser adorable, ser linda. Eso es lo que más me costaba.
En ese juego, pasó de ser la madre serial asesina de La escala humana , a una de las atormentadas hermanas de La casa de Bernarda Alba , o a la mujer sin respuestas interiores de la película de Martel, o a la que guardaba los secretos más ocultos de Montecristo o a la que intenta elaborar los secretos de Cecilia Roth en Tratame bien . En cada caso, ella tuvo y tiene la habilidad de construir a personajes que no pasan inadvertidos. "Las elecciones pasan por probar otras zonas de la actuación", dice ella.
Una prueba, un riesgo actoral que, en la película de Mausi, comparte con Mirta Busnelli, Luis Luque, Lucrecia Oviedo, Lorena Forte, Willy Prociuk y Gonzalo Valenzuela. Son ellos los que cuentan una trama en clave de las películas de teléfono blanco argentina y la influencia glamorosa de Hollywood que se da frente a la realidad política de los años 50 y 70 en medio de un entramado circular. Una historia, digámoslo claramente, adorable.