Fabio Manes nos deja una colección de recuerdos
Fabio Manes alegró la vida de quienes creen que el cine no tiene sentido si es mirado solamente desde un presente perpetuo. Exuberante en su conocimiento, recatado en el trato de todos los días, Manes fue construyendo con paciente y obsesiva dedicación un extraordinario acervo de latas y afiches que atesoraba en su casa de Boedo, a partir del cual estableció su indiscutido reconocimiento como uno de los grandes coleccionistas argentinos. "Si llegaba a enterarse de que un cine del interior estaba por cerrar era capaz de tomarse un ómnibus al instante, viajar toda la noche y volver cargado de afiches", recordaba uno de sus mejores amigos en la medianoche del miércoles último.
Ese día, una cruel enfermedad lo venció definitivamente, con apenas 49 años. "Falleció en su casa entre sus películas, sus libros, sus afiches y sus gatitos", escribió Fernando Martín Peña al anunciar la tristísima noticia en las redes sociales. Desde Filmoteca , una de las ideas más felices de la actual etapa de la TV Pública, Peña y Manes convertían cada noche en una celebración de todo lo que puede entregar el cine de ayer, de hoy y de siempre. Las charlas entre ambos previas a cada función eran un disfrute de humor, conocimiento, delirio e información. Allí, Manes había encontrado su lugar más feliz después de una fecunda vida de investigador, editor televisivo, programador y maniático del cine de género. En su mirada ninguna expresión era menor y todo (hasta el título más bizarro , palabra que ayudó a divulgar en su significado cinematográfico) merecía verse, comentarse y disfrutarse.
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