Estudio sobre la realidad
"El ladrón de orquídeas" ("Adaptation.", Estados Unidos/2002). Dirección: Spike Jonze. Con Nicolas Cage, Meryl Streep, Chris Cooper, Tilda Swinton, Cara Seymour, Brian Cox, Judy Greer, Maggie Gyllenhaal y Ron Livingston. Guión: Charlie Kaufman y Donald Kaufman, basado en el libro "The orchid thief", de Susan Orlean. Fotografía: Lance Acord. Edición: Eric Zumbrunnen. Música: Carter Burwell. Diseño de producción: K. K. Barrett. Presentada por Columbia Pictures. Duración: 114 minutos.
Nuestra opinión: muy buena
Tres años después de sorprender al mundo con esa delirante comedia surrealista que fue "¿Quieres ser John Malkovich?", el director Spike Jonze y el escritor Charlie Kaufman redoblan la apuesta con una película sobre la imposibilidad de hacer una película en la que ofrecen un derroche de creatividad para mostrar las desventuras de un guionista que sufre un bloqueo mental.
Este fascinante ensayo cinematográfico, filosófico y psicológico sobre la obsesión, la pasión, la originalidad, la culpa, la esquizofrenia, la soledad y -claro- sobre los 30.000 tipos de orquídeas existentes en el mundo tiene como protagonista al propio Charlie Kaufman, un prestigioso guionista que resulta el perfecto antihéroe hollywoodense: patético, miserable, tímido patológico, maníaco-depresivo y acomplejado por su gordura y la caída del pelo, que mantiene una relación simbiótica y enfermiza con su hermano Donald, un mediocre escritor que triunfa con un libreto sobre un asesino serial.
Entre la comedia triste y el drama absurdo, "El ladrón de orquídeas" resulta un apasionante estudio sobre la realidad y la representación de la realidad, un complejo juego de espejos y estructura de cajas chinas que ahonda en los distintos procesos de investigación y desarrollo de un proyecto periodístico, literario y cinematográfico.
Elenco de lujo
Nicolas Cage interpreta a los neuróticos hermanos Kaufman con gran hondura y convicción, mientras que Meryl Streep (como la periodista de la revista New Yorker y autora del libro que el protagonista debe adaptar) y Chris Cooper (como un experto en orquídeas que se dedica al tráfico de especies exóticas y a la pornografía en Internet) entregan otros dos trabajos admirables por sus matices y contradicciones. El elenco principal se completa con los tres amores imposibles que rodean al protagonista (Tilda Swinton, Cara Seymour y Judy Greer), con una interesante participación del director Curtis Hanson ("Los Angeles: al desnudo" y "8 Mile" ) y cameos de los creadores de "¿Quieres ser John Malkovich?" como el realizador Jonze, Catherine Keener, John Cusack y el propio Malkovich.
Jonze se atreve prácticamente a todo a la hora de construir (o mejor, deconstruir) su no-película: desde un flashback de 4000 millones de años hasta la aparición del mismísimo Darwin hablando sobre la evolución de las especies, pasando por imágenes en video del rodaje de su opera prima, permanentes saltos temporales, estilísticos y estéticos (va desde el surrealismo onírico hasta el seudodocumental televisivo), constantes cambios del punto de vista y un trabajo sofisticado, ampuloso y de corte literario con las diversas voces en off.
Autoparodia
En este sentido, los autores no pierden oportunidad para la autoparodia, ya que el desdichado Kaufman termina concurriendo por recomendación de su hermano a un workshop dictado por un gurú del guión (un excelente Brian Cox) en el que éste le grita: "¡Es estúpido utilizar la voz en off para explicar los pensamientos de los personajes!" Es decir, exactamente lo que guionista y director hacen durante todo el desarrollo de este brillante despropósito que es "El ladrón de orquídeas".
Para el debate quedará cierta frialdad propia de una maquinaria tan sofisticada y virtuosa como la aquí desarrollada por los realizadores y la media hora final del film, que apela de manera premeditada a los peores estereotipos de la producción hollywoodense (diálogos supuestamente profundos y emotivos, frases didácticas dominadas por la cursilería, persecuciones ampulosas y un heroísmo trágico).
Pero aunque algunos espectadores puedan sentir que semejante desenlace es un giro demasiado brusco y burdo, el vuelco de la trama está absolutamente justificado a partir del giro decisivo, la epifanía, la revelación que se produce en lo más íntimo del protagonista. Una polémica más dentro de una película tan ambiciosa como provocativa, que parece destinada a una discusión apasionada que el cine estadounidense contemporáneo suele generar muy de vez en cuando.