Estrenos de cine: Halloween: la noche final, la impactante despedida de un clásico sobre la representación del mal
La película que nos trae el enfrentamiento final entre Laurie Strode y el temible asesino serial Michael Myers recupera con logrados recursos uno de los temas preferidos del creador de la saga, John Carpenter
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Halloween: la noche final (Halloween Ends, Estados Unidos/2022). Dirección: David Gordon Green. Guion: Paul Brad Logan, Chris Bernier, Danny McBride y David Gordon Green, a partir de personajes creados por John Carpenter y Debra Hill. Fotografía: Michael Simmonds. Música: John y Cody Carpenter. Edición: Timothy Alverson. Elenco: Jamie Lee Curtis, Andi Matichak, Rohan Campbell, Will Patton, James Jude Courtney, Nick Castle, Michele Dawson. Distribuidora: UIP. Duración: 111 minutos. Calificación: solo apta para mayores de 16 años. Nuestra opinión: muy buena.
Esta vez coincidieron el calendario real y el de la ficción. Los 44 años que separan a la primera película de Halloween, creada y dirigida por John Carpenter en 1978, de este episodio final equivalen con exactitud al tiempo vital de su gran protagonista, Jamie Lee Curtis, dentro de esta historia.
Curtis tenía 19 años cuando se enfrentó por primera vez como Laurie Strode a un temible y enmascarado psicópata llamado Michael Myers, perpetrador de asesinatos seriales cada vez más horripilantes, enmarcados de manera deliberada alrededor de los festejos de la Noche de Brujas.
Este cierre cumple por fin con todas las expectativas que se abrieron en 2018, momento en que David Gordon Green volvió directamente a las fuentes de la historia original de Carpenter, que reasumió un lugar influyente como productor ejecutivo, autor de la banda sonora (junto con su hijo Cody) e “inspirador” de la trilogía final.
Esa influencia queda bien a la vista en esta eficaz conclusión que corrige el decepcionante rumbo del episodio anterior, Halloween Kills: la noche aún no termina, lleno de esquematismos, conductas previsibles y fórmulas rutinarias. Se dirá ahora que esa transición sirvió nada más que para preparar el terreno de un muy logrado desenlace, cuya mayor virtud es la de mostrarse genuinamente carpenteriano.
Toda la trama de Halloween: la noche final está atravesada por el gran tema del cine de Carpenter: la representación del mal. El gran personaje es Corey Cunningham (el excelente Rohan Campbell), a quien vemos en el prólogo, cuatro años atrás, como artífice involuntario de una tragedia ocurrida en plena Noche de Brujas.
Corey es otro hijo dilecto de Haddonfield, la pequeña ciudad de Nueva Jersey en la que Myers ejecuta todas sus horribles tropelías. Sabemos por lo que pasó en la película anterior que el asesino enmascarado logró escapar una vez más después de ejecutar a la hija de Strode. Lo que sugiere el recorrido final de este largo relato es que el terror no se reduce a la presencia temible de un único criminal al acecho. Haddonfield ahora parece completamente poseída por ese espíritu maligno.
En este nuevo contexto, Myers ya no expresa solamente la imagen de un homicida de carne y hueso que parece indestructible. Su corporalidad ahora aparece completamente difusa, extendida por todas partes como una suerte de energía diabólica. Ahora entendemos por qué a Myers se lo identifica en los títulos finales como “The Shape”, palabra del inglés cuya traducción literal es “la forma”. También alude a términos como presencia, fantasma o espíritu.
El mal deja de pertenecer solo a una persona y empieza a extenderse como idea. Puede adquirir otro rostro, pero sobre todo múltiples configuraciones. En ese sentido, Halloween: la noche final nos lleva más de una vez al recuerdo de Christine (1983), una de las obras maestras de Carpenter. Arnie (Keith Gordon), el protagonista de esa película, tiene un visible aire de familia con Corey Cunningham, y el parecido entre ambos parece completamente deliberado.
La exposición a esa corriente maligna deja a la mayoría de los personajes de este capítulo final completamente a merced de este impulso inmanejable. Como ocurre siempre en las buenas historias, cada uno tiene algo importante que decir; ante todo, dejar a la vista cuál es el motivo que en algún momento los llevará a convertirse en víctimas. Las mejores escenas de la película aparecen cada vez que se activa el movimiento de esa cadena mortal.
Hasta Laurie Strode, que parece estar de vuelta de todo, corre el riesgo de sucumbir a esa maquinaria. Mucho más comprometida se muestra su nieta Allyson (Andi Matichak), para quien Corey funciona como un imán irresistible. Hasta que Green y, seguramente, también Carpenter, nos recuerdan que Halloween se escribió en el cine durante más de 40 años y Laurie (con las marcas del tiempo reflejadas cada vez más en la magnífica y encallecida expresión de Curtis) recurre a la memoria como único antídoto posible a la amenaza definitiva de un enemigo perpetuo.
En este capítulo final, la idea del mal queda representada con mucha sutileza a través de la visible degradación del modo de vida tradicional en la geografía profunda de Estados Unidos. La historia concluye tal vez del modo en que Carpenter la imaginó desde el comienzo. Como una celebración que nace de la manera más inocente y empieza a transformarse en otra cosa cuando aparecen, invocadas por el destino, fuerzas oscuras e incontenibles. El mal en estado puro.
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