Estrenos de cine: El teléfono negro demuestra la mejor forma del terror en un cruento relato de iniciación
Scott Derrickson regresa al género que supo revitalizar con una notable adaptación del cuento de Joe Hill sobre un niño en la Denver de los años 70 perseguido por un asesino serial y la violencia que se respira en su casa
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El teléfono negro (The Black Phone, Estados Unidos/2021). Dirección: Scott Derrickson. Guion: Scott Derrickson y C. Robert Cargill (sobre un cuento de Joe Hill). Fotografía: Brett Jutkiewicz. Edición: Frédéric Thoraval. Elenco: Mason Thames, Madeleine McGraw, Ethan Hawke, Jeremy Davies, E. Roger Mitchell, Troy Rudeseal, James Ransone. Distribuidora: UIP. Duración: 102 minutos- Calificación: apta mayores de 16 años con reservas. Nuestra opinión: muy buena.
Luego de su paso por la factoría Marvel de la mano de la primera Doctor Strange, el director Scott Derrickson regresa al terror, que fue el origen de su obra con las excelentes El exorcismo de Emily Rose y Sinister, ahora de la mano del sello Blumhouse, en un registro seco y violento del género que consigue situar el Mal en los confines del mundo conocido. Para ello, Derrickson y su habitual coguionista C. Robert Cargill adaptan el cuento homónimo de Joe Hill, hijo del célebre Stephen King, ambientado a fines de los años 70 en la ciudad de Denver, en el corazón de Colorado. Es el tiempo posterior al estreno de La masacre de Texas, la década de los asesinos seriales como fenómeno social, la edad de oro del Nuevo Hollywood como fuente de una mitología duradera. En ese universo inmejorable, el director rastrea sus influencias y sitúa el horror en la mirada de un niño sobre el mundo de los adultos, violento e implacable, y su posible liberación en la alianza entre los fantasmas de la imaginación y los duros límites de la realidad.
El mundo es un lugar hostil para Finney (Mason Thames). No solo en el colegio, donde debe sortear las golpizas de los matones de turno, sino en su propia casa, donde su padre alcohólico e irascible gobierna en un estado de terror permanente. El principal remanso para Finn es la complicidad con su hermana Gwen (Madeleine McGraw), pícara y desafiante de esa violencia que circunda como un espiral interminable, dotada de la clarividencia que llevó a su madre a la locura y a ella a una devota resistencia. Ese horror que emana del mundo doméstico adquiere un cruel espejo en las calles de Denver, asediadas por la sombría presencia del Raptor (Ethan Hawke), un secuestrador de niños disfrazado de mago y envuelto en un racimo de globos negros (en un claro guiño a El vampiro negro de Fritz Lang). Derrickson construye el mundo alrededor de Finney con paciencia y dedicación, sin golpes bajos ni volteretas argumentales, afirmado en un terror epidérmico que adquiere descarga ocasional en la pantalla televisiva o en los lanzamientos certeros en la cancha de béisbol.
Como ocurría en El exorcismo de Emily Rose y en la olvidada Líbranos del mal, lo componentes sobrenaturales se integran al mundo real como ecos de los traumas pasados, sea la represión religiosa o las consecuencias de una guerra indebida, al igual que el Raptor adquiere para Finney la máscara feroz de todos sus miedos.
Impulsado por el esqueleto ideado por Hill, Derrickson profundiza la carnadura de sus personajes, la magnitud de los lazos que construyen bajo el paraguas de la necesidad o la desesperación. Hacía tiempo que el género no ofrecía una película compleja y adulta como El teléfono negro, sin extraviar a sus personajes en la caricatura o el cinismo, si atar la puesta en escena a los truquitos efectistas de siempre. El villano creado por Ethan Hawke, actor que regresa como una bendición desde su aparición en Sinister, es el rostro impenetrable de esa grisura circundante, ese mundo de crueldades e injusticias que adquiere la impostura de una máscara dentada y sonriente.
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