Calabozos y dragones es un bienvenido llamado a la aventura para los adolescentes de todas las edades
Bajo la conducción del equipo creativo de Spiderman -Jonathan Goldstein y John Francis Daley-, esta reinvención del universo del juego de rol supera todas las expectactivas con buenos actores, un gran uso del sentido del humor pavote y una trama efectiva y muy clásica
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Calabozos y dragones: honor entre ladrones (Dungeons & Dragons: Honor Among Thieves, Estados Unidos/2023). Dirección: Jonathan Goldstein y John Francis Daley. Guion: Jonathan Goldstein, John Francis Daley y Michael Gillio. Fotografía: Barry Peterson. Edición: Dan Lebental. Música: Lorne Balfe. Elenco: Chris Pine, Michelle Rodriguez, Hugh Grant, Regé-Jean Page, Justice Smith, Sophia Lillis, Chloe Coleman, Daisy Head y Jason Wong. Distribuidora: UIP. Duración: 134 minutos. Calificación: apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: bauena.
Calabozos y dragones es el más famoso y, a 49 años de su lanzamiento, uno de los más viejos juegos de rol, ciertamente el primero en incorporar elementos de fantasía a su mundo. En 2000, la alquimia de Hollywood lo transformó en un film con Justin Whalin y Marlon Wayans como dos ladrones de poca monta y con Jeremy Irons en su primer rol como mercenario (léase en su carrera: en la película aparece quince minutos haciendo de un hechicero llamado Profion). La adaptación fue un rotundo y merecido fracaso que, sin embargo, generó dos secuelas rodadas sin actores reconocibles fuera de su núcleo familiar y que nadie esperaba ni necesitaba: una de ellas se estrenó directamente en TV y la otra solo en video. Como se ve, este rebooteo de la franquicia no tiene la más ilustre de las estirpes y, sin embargo, no solo no decepciona (aunque esto era difícil dada la profundidad del sótano en el que estaban las expectativas) sino que hasta sorprende con un ingenio y brío ausente en toda su genealogía.
Los responsables de sus méritos son indudablemente los guionistas y directores Jonathan Goldstein y John Francis Daley, el mismo equipo creativo que se hizo cargo del rebooteo de Spiderman con Tom Holland. Es hoy inevitable que un film de acción y fantasía dirigido al público juvenil –que es como se autoperciben los jugadores de juegos de rol aunque hayan comenzado en la actividad en 1974– tenga algo de película de superhéroes, tal es el virus que Marvel esparció por toda la industria. Sin embargo, esta historia se permite abrevar en otras fuentes para construir a sus personajes y sus circunstancias, como la mitología de El señor de los anillos, el humor de La princesa prometida o el vértigo de las Indiana Jones. No hay una gran dosis de originalidad en su creación, pero la recombinación de elementos está hecha con competencia y precisión, como no es frecuente en la cuarta iteración de un pretendido blockbuster.
La historia es clásica en el sentido de que recurre, como buena parte del cine actual de superhéroes, a cada una de las funciones narrativas que se encuentran en el cuento popular desde la Edad Media: el héroe que pierde un objeto mágico, el antagonista que se apodera de tal objeto, la búsqueda de ayudantes para la gesta heroica, el destinatario que recibirá el beneficio de tal acción, etc. Con nombres propios, la historia es así: Edgin (Chris Pine) es un vividor de buen corazón que, tras el asesinato de su esposa, debe criar a su hija Kira (Chloe Coleman), a quien eventualmente pierde a manos del villano Forge (Hugh Grant, canalizando a su personaje de Paddington 2). Para revivir a su mujer y recuperar a su hija debe encontrar la Tabla de la Resurreción, pero antes de eso también el Casco de la Disyunción. Para tamañas tareas cuenta con la ayuda de la bárbara (como gentilicio y como calificativo) Holga (Michelle Rodriguez) y de un grupo variopinto de pícaros y hechiceros a los que recluta a medida que avanza su derrotero hasta llegar a la gran batalla final contra la maga roja Sofina (Daisy Head), un dragón con sobrepeso y otras fuerzas del mal.
La película va más allá de la aplicación mecánica de estos dispositivos y se encarga de potenciarlos con un ritmo narrativo que no decae y elevadas dosis de humor entre inventivo e irreparablemente idiota que no siempre da en el blanco, pero sí contribuye eficazmente a incrementar el carisma de los personajes. Como en Indiana Jones, muchos problemas son resueltos a través del bienvenido humor antes que con las reglas que se impone a sí mismo este mundo. Una escena en la que el protagonista malgasta torpemente las únicas cinco preguntas que puede formularle a un muerto tras un trabajoso trabajo de resurrección resulta especialmente efectiva. No solo no es necesario conocer nada de la extensa mitología de Calabozos y dragones para disfrutar de este film, sino que dada su inspiración recurrente en el cine de los 80, es probable que resulte incluso más atractivo para quienes nunca lo jugaron.
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