Estilo "Shaft"
Hace casi treinta años, el llamativo éxito de tres películas ambientadas en medios urbanos negros y realizadas por directores negros encendió la lamparita de los productores de Hollywood, preocupados como siempre por encontrar la fórmula mágica capaz de atraer al público a las salas. Una de esas tres películas era "Shaft", y su protagonista era encarnado por Richard Roundtree, un detective privado siempre listo para la acción, ya se tratara ésta del combate de los delincuentes o de la conquista de las más atractivas señoritas. El atildado justiciero, aun con sus métodos poco ortodoxos, era una especie de caballero andante que calzaba exactamente en el ánimo de la platea: un hombre atento a la lucha por los derechos civiles, galán intrépido e irresistible, enemigo de los mafiosos pero también de los policías racistas y/o corruptos; un negro, en fin, que triunfaba contra el sistema blanco. Una especie de vengador, o por lo menos un reparador de injusticias.
A nadie se le ocurriría incluir aquel film de Gordon Parks entre los que han dicho algo importante acerca de la situación de los negros en la sociedad norteamericana: en realidad, era una especie de versión en negativo de las más clásicas batallas de detectives versus gángsters, apenas complementada con las pinceladas eróticas derivadas del acalorado temperamento del protagonista. Pero apareció en el momento justo e inauguró -junto con otros dos títulos de 1971 igualmente exitosos- la larga lista de las blaxploitation movies : films de presupuesto reducido sobre héroes negros, que apuntaban directamente al público de ese origen pero estaban producidos -y muchas veces también dirigidos- por blancos. A la hora de los negocios, ya se sabe, nadie tiene tiempo de reparar en paradojas.
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La moda duró unos años y después se desvaneció, como todas: un poco por la evolución de las condiciones políticas y sociales y otro poco porque una nueva generación de realizadores negros quiso terminar con los estereotipos y diversificar el retrato de la gente de su raza. La cuestión es que el cine destinado a la audiencia afroamericana ha cambiado mucho desde que Shaft vivió sus últimas aventuras en la TV. Y él también: tanto que ahora vuelve con la glacial fiereza de Samuel L. Jackson, convertido en policía, nada mujeriego, mucho más violento y dispuesto a "hacer justicia sin reparar en los métodos". Casi casi el tipo de uniformado que el viejo Shaft no hubiera dudado en combatir. Otra paradoja.
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