Este año el Oscar no brilla: quedó oculto tras las sombras de un episodio violento que dejará huellas profundas
El cachetazo de Will Smith a Chris Rock abrió una fuerte grieta en Hollywood y puso al actor entre la espada y la pared; la Academia de Hollywood condenó la conducta del flamante ganador del premio al mejor actor y puso en marcha un análisis completo de los hechos, con posibles sanciones
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A un año de aquella ceremonia triste y olvidable en la estación ferroviaria de Los Ángeles que para muchos ni siquiera debió haberse hecho, el Oscar recuperó el centro de la atención y estará en boca de todos por muchísimo tiempo. Que nadie busque la explicación en el reparto de los premios, que cumplieron en todos los casos con el pronóstico de los especialistas y no aportaron la más mínima sorpresa, incluyendo la consagración final de CODA: señales del corazón como la mejor película del año.
A casi 48 horas del desenlace de una ceremonia única en la historia del Oscar, a nadie parece interesarle demasiado saber por qué ganaron los que ganaron. La atención excluyente está puesta en las derivaciones del histórico cachetazo de Will Smith a Chris Rock, en vivo y en directo, frente a las cámaras de televisión y a la vista de todo el planeta.
Una situación completamente inesperada, uno de esos giros que suelen sorprendernos en algunas películas y alteran la perspectiva de todo lo que veníamos viendo hasta allí. Sólo que aquí no fue producto de la imaginación de algún guionista, sino de la pura realidad.
La bofetada partió en dos una ceremonia que hasta allí funcionaba como una esforzada (y bastante tediosa) muestra de cómo la industria del cine se proponía salir de la encrucijada de la pandemia, celebrando como siempre la afirmación de su propia identidad. La fiesta quedó atrás. Ahora, la Academia de Hollywood deberá analizar la situación y estudiar si el comportamiento de Smith viola alguno de los mandatos del código de conducta que le impone a sus miembros.
Ayer al mediodía la entidad condenó expresamente la conducta de Smith y anunció el comienzo de un análisis completo de todo lo ocurrido. “Iniciamos una revisión formal y exploraremos futuras acciones y consecuencias de este incidente de acuerdo con nuestros estatutos, normas de conducta y la ley de California”, agregó. Los medios de Hollywood ya especulan con la posibilidad de que el actor reciba algún tipo de sanción disciplinaria, pero parece bastante poco probable que tenga que renunciar al premio que acaba de ganar como mejor actor.
Mientras tanto, el día después encontró a la industria entera en medio de un torbellino inimaginable. Tras el episodio, Smith, flamante ganador del Oscar al mejor actor protagónico, y su familia participaron como si nada de una de las fiestas post-Oscar que marcaron este año el regreso a cierta normalidad. En esas imágenes volvimos a encontrarnos con uno de los mayores astros del cine de Hollywood, alguien que trabajó toda la vida por transmitir al mundo una imagen que expresa valores positivos y convertirla en su marca registrada. Hasta el domingo por la noche.
Todo lo que Smith había construido a fuerza de carisma y surgía naturalmente de su clásica expresión ruidosa y amigable se desmoronaría en pocas horas como un castillo de arena. En un primer momento se supo que la policía de Los Angeles sobrevoló el incidente con sus protocolos, primero para comprobar si Rock había sufrido algún daño físico y después para intervenir sobre Smith y llevárselo detenido en el caso de que fuese denunciado por agresión. Nada de eso ocurrió. Personas muy influyentes y el propio Rock, que no levantó ningún cargo, lograron que todo siguiera más o menos normal.
Fue decisivo también el aporte a la tranquilidad que hizo Denzel Washington, alguien que demostró que para ser estrella también se requieren virtudes como el equilibrio y la templanza. Pocos minutos después, al agradecer entre lágrimas el premio al mejor actor, un Smith muy afectado reconoció expresamente a Washington, que competía con él por la misma estatuilla. “Denzel me dijo que cuando estás en lo más alto siempre viene el diablo a visitarte”, señaló.
Ayer empezaron a escucharse algunas voces que urgieron a la Academia, inclusive, a despojar a Smith del merecido Oscar que acaba de lograr por su excelente personificación del padre de las tenistas Venus y Serena Williams en Rey Richard: una familia ganadora. Whoopi Goldberg, cuatro veces conductora de ceremonias del Oscar y representante de los actores en la junta directiva de la Academia de Hollywood, adelantó el lunes desde su programa de TV, The View, que eso no iba a ocurrir. “Seguramente habrá consecuencias, pero no le vamos a quitar ese Oscar, entre otras cosas porque Rock no presentó ninguna denuncia”, dijo.
El episodio puso a sus protagonistas frente a uno de los escenarios más complicados que enfrenta cualquier actor. Improvisar, salir del paso sin depender de algo previamente escrito y ensayado. Ya sabemos en detalle todo lo ocurrido, que parece ser el nuevo episodio de una vieja rivalidad. Comenzó cuando Rock, instalado en el escenario para entregar el premio al mejor documental, hizo un chiste muy desafortunado y fuera de lugar que aludía a la salud de Jada Pinkett, la esposa de Smith. Éste lo recibió como un agravio, que se tradujo primero en palabras muy pesadas y luego en el famoso cachetazo que impactó en la cara del comediante.
Let me tell you something, it’s a very bad practice to walk up on stage and physically assault a Comedian.
— Kathy Griffin (@kathygriffin) March 28, 2022
Now we all have to worry about who wants to be the next Will Smith in comedy clubs and theaters.
Si hasta ahora se pensaba que el erróneo anuncio de la mejor película en 2017 (de La La Land a Moonlight) era el mayor escándalo en la historia del Oscar, lo que acaba de ocurrir supera todo lo imaginado. Referentes de la Academia discutieron en ese momento algunos cursos de acción. Entre ellos, exigirle a Smith que abandonara el teatro, pero todo ocurrió muy rápido y no estaba claro en un principio si se trataba de algo ensayado previamente. Además, se acercaba el anuncio del premio al mejor actor y nadie dudaba de que Smith se lo llevaría. ¿Qué hacer en esas circunstancias?
En cuanto a Rock, que alguna vez fue maestro de ceremonias del Oscar, se dio cuenta enseguida que hasta las lenguas más filosas tienen para Hollywood un límite no escrito. Debería haberle pedido consejo a un experto como Ricky Gervais para evitarse esos contratiempos. Y a Smith, que había sido recibido como el seguro ganador del premio al mejor actor y fue ovacionado de pie por todo el Teatro Dolby cuando ganó como mejor actor, el episodio lo obligó a salir de la zona de confort que hasta ayer manejaba a la perfección y hablar con bastante extrañeza de su misión “protectora” dentro de la comunidad hollywoodense.
En ese momento hubo un primer pedido de disculpas públicas que no incluyó a Rock, algo que finalmente ocurrió en las últimas horas de la tarde del lunes. “La violencia en todas sus formas es venenosa y destructiva. Mi comportamiento de anoche fue inaceptable e inexcusable. Las bromas a mi costa son parte del trabajo, pero una broma sobre la condición médica de Jada fue demasiado para mí y reaccioné emocionalmente. Me gustaría disculparme públicamente contigo, Chris. Estaba fuera de lugar y me equivoqué. Estoy avergonzado y mis acciones no fueron indicativas del hombre que quiero ser. No hay lugar para la violencia en un mundo de amor y bondad”, señaló el actor desde su cuenta de Instagram. Smith tal vez haya querido anticiparse de esta manera a alguna probable sanción por parte de la Academia.
Lo que ocurrió dejará efectos bastante incómodos, empezando por una grieta manifiesta entre quienes justifican a Smith y quienes condenan sin vueltas una muestra de “masculinidad tóxica y violenta”. Tiffany Haddish lideró al grupo que salió en defensa del actor. “Tal vez al mundo no le guste cómo sucedió todo. Pero para mí fue lo más hermoso que he visto en mi vida porque me hizo creer que todavía hay nombres que aman y se preocupan por sus mujeres y sus esposas”, dijo.
Del otro lado, una voz muy escuchada en el mundo de la comedia en Estados Unidos, Kathy Griffin, advirtió por Twitter: “Déjenme decirles algo: es una muy mala práctica subir al escenario y agredir físicamente a un comediante. Ahora todos tendremos que preocuparnos por quién quiere ser el próximo Will Smith en los clubes de comedia y los teatros”.
En el medio, Sean “Diddy” Combs reveló en la madrugada del lunes que Smith y Rock se reconciliaron luego de la ceremonia. “Eso ya no es un problema –dijo sobre el incidente en el escenario del Oscar-. Eso se acabó. Puedo confirmarlo. Es todo amor, son hermanos”. Pero la división ya es evidente. y seguramente pesará en el ánimo de la Academia cuando le toque reunirse para estudiar la situación y decidir qué hacer con Smith, a esta altura enfrentado por primera vez en su vida a una situación en la que se debate hacia adelante si seguirá como hasta ahora siendo uno de los grandes héroes de Hollywood o se transformará en un villano sin perdón.
Todo lo ocurrido dejó en un completo segundo plano el resto de la ceremonia del Oscar, la consagración de CODA y la frustración de El poder del perro, la gran derrotada de la noche, que derrumbó por cuarto año consecutivo las expectativas de Netflix de soñar con un triunfo histórico. De sus 12 nominaciones solo ganó una, el premio a la mejor directora para Jane Campion, categoría que por segundo año consecutivo consagró a una mujer.
Más frustrante todavía para Netflix debe haber sido el hecho de que Apple TV+ le haya quitado el título de ser la primera plataforma de streaming en llevar uno de sus títulos hasta la cima del Oscar. Este hecho sí puede modificar las ecuaciones, las estrategias y los comportamientos de la industria en los próximos años con mucha más fuerza de las que probablemente tracciona CODA, una película modesta, sencilla, noble y llena de buenas intenciones que fue este año el vehículo ideal para lo que la industria de Hollywood quiere decirle al mundo.
La película ganadora es una historia que muestra en sus personajes disposición al cambio, comprensión, humanismo y superación personal a través del talento artístico. Es, para usar una palabra de moda, una película llena de resiliencia. Es la mejor respuesta que hoy podría encontrar Hollywood frente a un mundo complicado que requiere miradas optimistas para imaginar el futuro. De paso, el acercamiento que hace CODA al mundo de las personas con dificultades para escuchar (reflejadas en los premios al actor hipoacúsico Troy Kotsur y al guion adaptado escrito por su directora, Sian Heder) es la mejor contribución del Oscar a su proclamada prédica en favor de la diversidad.
A la fiesta del Oscar le faltaron decisión y profundidad para afirmarse en un rumbo y unas cuantas señales visibles de identidad. Todo funcionó de manera espasmódica, agregando momentos y cuadros que parecían pensados como pruebas para futuras experiencias. El cuadro musical de apertura, con Beyoncé cantando el tema nominado de Rey Richard al aire libre desde Compton, el suburbio de Los Ángeles en que transcurre buena parte de la historia, fue una experiencia aislada que nunca pudo enlazarse con los otros momentos musicales, sobre todo la inexplicable decisión de sumar un tema ajeno a las nominaciones surgido de la película animada Encanto. ¿Complejo de culpa porque tuvo muchísimo más éxito que la canción nominada? La Academia nunca lo admitirá.
Lo mismo puede decirse de los tributos a las películas que cumplieron aniversarios redondos. Los 60 años de James Bond se vivieron con más intensidad en el triunfo de la canción original de “Sin tiempo para morir” (de Finneas y Billie Eilish) que a través del clip armado en homenaje a las 25 películas de 007. ¿Tanto costaba juntar a los actores vivos que encarnaron a Bond?
Las restantes (Los blancos no saben saltar, La joven vida de Juno, Tiempos violentos, El padrino) no fueron más allá de la presencia en el escenario de algunos de sus protagonistas, aunque en el último de los casos, la breve aparición de tres leyendas cinematográficas como Francis Ford Coppola, Al Pacino y Robert De Niro le devolvió por un momento a la velada una mística cinematográfica que parecía extraviada. Hubo otro parecido, cuando Kevin Costner recurrió a su memoria para exaltar los valores del cine antes de anunciar el premio para Jane Campion. Demasiado poco.
Igual de perdidas parecían las tres anfitrionas de la noche, con una participación mucho más corta de lo imaginado y algunos momentos francamente olvidables, desde el “tour” gratuito y promocional por el Museo de la Academia de Hollywood guiado por Wanda Sykes hasta el desafortunado momento de sexismo al revés a cargo de Regina Hall. Con la excusa de hacer chistes sobre la pandemia se comportó frente a un puñado de famosos de un modo que sería completamente repudiable si se hubiese invertido el sexo de los personajes que participaron de la acción.
Solo Amy Schumer, en su intervención inicial, entregó algunos chistes ingeniosos y divertidos sobre las películas en competencia que fueron dignos de sus mejores antecedentes como comediante. El escaso aprovechamiento de sus magras apariciones y el escándalo Smith-Rock dejaron al final al trío completamente inadvertido. Casi como los seis premios para Duna, la película con mayor cantidad de estatuillas gracias a su previsible predominio en los rubros técnico-artísticos.
La transmisión que llegó por TV a la Argentina omitió el minuto de silencio que se hizo en solidaridad con Ucrania y dejó al final la conmovedora aparición de Liza Minnelli, que desde una silla de ruedas y con aspecto visiblemente frágil anunció el premio a la mejor película. El Oscar 2022 será recordado por todo esto y también por la curiosa decisión de apartar ocho de los 23 premios de la ceremonia principal y entregarlos una hora antes del comienzo del show televisado. No hubo cámaras siguiendo en vivo ese segmento, pero sí multitud de mensajes de personas que estaban en el teatro (ocupado en un 80 por ciento) anticipando los resultados en las redes sociales. Cuando esas menciones se incluyeron en la ceremonia principal, junto a extractos de los discursos de los ganadores, todo el mundo ya sabía lo que había ocurrido.
La Academia y la TV habían justificado esa controvertida decisión en la promesa de llevar adelante una ceremonia “mucho más ágil” y recuperar el rating perdido, después de padecer las mediciones más bajas de la historia del premio el año pasado. Ayer se supo que el rating subió este año un 56% por ciento en Estados Unidos respecto de 2021, pero los números siguen muy lejos de lo que era habitual en ediciones previas. “Bueno, dije que este año no sería aburrido”, ironizó en la madrugada del lunes Will Packer, el productor general del Oscar 2022. Esta vez nadie podrá decir que la ceremonia misma levantó el rating. Todo cambió a partir de un imprevisto mayúsculo en forma de cachetazo, que el propio Packer definió más tarde como “doloroso en muchos sentidos”. Esta vez, el glamour y los brillos quedaron al margen, al igual que los ganadores.
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