Escándalo o cómo cambió Hollywood tras la explosión del #Metoo
El escándalo (Bombshell), que llega hoy a las salas de la Argentina, es el primera ficción del cine mainstream sobre el movimiento #Metoo. Basada en hechos reales, la película muestra la caída del ya fallecido Roger Ailes (John Lithgow), expresidente del canal Fox News, luego de que un grupo de empleadas de la cadena, incluidas dos de sus presentadoras más famosas, Gretchen Carlson (Nicole Kidman) y Megyn Kelly (Charlize Theron), lo denunciaran por acoso sexual.
El caso, que explotó durante la campaña presidencial de 2016 y alcanzó gran repercusión en los Estados Unidos, no tuvo mucha difusión en nuestro país dado que Fox News no está en nuestras pantallas y tanto Kelly como Carlson son desconocidas entre nosotros. Las presentadoras no son muy apreciadas por el público progresista norteamericano debido a sus frecuentes comentarios racistas, xenófobos y homofóbicos al frente de sus programas. El film borra este aspecto para no erosionar la empatía del público con sus protagonistas. La decisión es comprensible aunque, en este contexto, resulta cuestionable porque implica que hay dos categorías de víctimas: las que nos caen bien y la que no.
Tanto las casi 60 mujeres que se atrevieron a exponerse públicamente como víctimas de Bill Cosby a lo largo de 2014 y 2015 como las 23 empleadas de Fox News que, alentadas por la querella iniciada por Carlson, denunciaron al mandamás de la cadena entre 2016 y 2017 sentaron las bases del #Metoo. Este hashtag, que retoma una consigna creada por la activista Tarana Burke en 2006, bautizó al movimiento de mujeres luego de que la actriz Alyssa Milano apoyara en Twitter la acusación de su colega Ashley Judd contra el productor cinematográfico Harvey Weinstein. Milano tuiteó: "Si fuiste abusada escribe #Metoo como respuesta a este tuit". En pocos minutos, el posteo recibió más de 200 mil respuestas e inició una revolución.
La repercusión de las denuncias contra estos hombres protegidos durante años por su poder, dinero y privilegio demostró que ya no eran intocables y produjo una onda expansiva que alcanzó a toda la industria del entretenimiento. Paralelamente a las revelaciones sobre Weinstein (quien enfrenta múltiples querellas por violación que probablemente lo lleven a la cárcel), una enorme cantidad de celebridades fue expuesta públicamente por su conducta sexual.
El caso más emblemático quizás haya sido el de Kevin Spacey, que además dejó en claro que no solo las mujeres son víctimas de los depredadores sexuales. Spacey fue denunciado por el actor Anthony Rapp (Stamets en Star Trek: Discovery) quien reveló que la estrella de House of Cards había intentado abusar de él cuando tenía 14 años. Aunque Spacey intentó desestimar el hecho (ocurrido 32 años antes) como un acontecimiento sin importancia y olvidado de su juventud, el clima de época había cambiado y una denuncia por abuso ya no podía ser barrida bajo la alfombra. En consecuencia, perdió su trabajo en la serie de Netflix y fue borrado del film Todo el dinero del mundo: el director Ridley Scott debió volver a filmar todas las escenas en las que aparecía con Christopher Plummer en su lugar. Desde ese momento, el actor no volvió a trabajar, aunque intentó recuperar el favor del público con una bizarra serie de videos en los que se dirigía a la cámara como su personaje de House of Cards. Estos fueron muy mal recibidos y, dado que Spacey usaba un personaje que no le pertenece sin permiso, llevaron a la reflexión de que aún no había aprendido de qué se trataba el consentimiento.
En los meses siguientes, decenas de figuras del espectáculo recibieron acusaciones de mala conducta sexual, con consecuencias devastadoras para su imagen pública y sus carreras, entre ellos el cómico Louis CK, el conductor televisivo Matt Lauer, el "chef de los famosos" Mario Batali, el conductor de orquesta James Levine, el productor y director Brett Ratner, el músico Ryan Adams, el divulgador científico Neil deGrasse Tyson, los actores James Franco, Morgan Freeman, Tom Sizemore, Jeremy Piven y Cuba Gooding Jr.
La avalancha de denuncias, que resultó una confirmación escalofriante de lo extendido que se encuentra el abuso en nuestra cultura, fue celebrada como el fin de una era de silencio e impunidad. A la vez, también encontró críticas, incluso entre las mujeres: un grupo de 100 activistas francesas, encabezadas por la actriz Catherine Deneuve, denunciaron al #Metoo como una nueva forma de puritanismo sexual, en línea con las objeciones al regodeo en la victimización realizadas por intelectuales como la escritora Virginie Despentes o la crítica cultural norteamericana Camille Paglia. Otras objeciones apuntaron a señalar que el sistema de justicia se basa en la presunción de inocencia y que si bien toda denuncia, en particular ante delitos que suceden en la intimidad y fueron acallados por décadas, debe ser tomada en serio, ello no implica asumir automáticamente que quien es acusado sea culpable.
En este sentido, otro caso emblemático es el de Woody Allen, quien en 1992 fue acusado por su pareja Mia Farrow de abusar sexualmente de su hija adoptiva Dylan, de 7 años. La acusación se dio en medio de una separación muy tormentosa, dado que Allen había iniciado una relación amorosa con otra de las hijas adoptivas de Farrow, Soon Yi Previn, de 21 años, hoy su esposa. En ese momento, dos grupos de investigadores independientes concluyeron que la denuncia no tenía fundamento porque la niña había sido manipulada por su madre y el fiscal debió retirar su acusación. El caso ni siquiera llegó a juicio y Allen parecía reivindicado. Desde entonces, hizo 28 películas, trabajó con las estrellas más respetadas de Hollywood (incluida Cate Blanchett, quien ganó un Oscar por su rol en Blue Jasmine), tuvo su éxito de público más resonante con Medianoche en París, y hasta ganó un nuevo Oscar como guionista por este film. Sin embargo, en 2017, en medio del torbellino del #Metoo, Dylan Farrow publicó un artículo de opinión en el diario Los Angeles Times en el que contó su versión del caso a la generación de millennials que no la conocía. Como consecuencia, Allen fue automáticamente "cancelado" y la película que filmó ese año Un día lluvioso en Nueva York (estrenada recientemente en la Argentina) permanece sin estrenarse en los Estados Unidos. Los actores jóvenes que participaron del film como Rebecca Hall (quien no había tenido problema en trabajar con el director unos años antes en Vicky, Cristina, Barcelona) o Timothée Chalamet inmediatamente rechazaron cualquier vínculo con Allen, pidieron disculpas y donaron sus salarios a organizaciones que asisten a personas abusadas. Amazon Studios, que tenía un contrato de cinco film con el realizador, lo dio de baja y Allen no volvió a filmar en los Estados Unidos. Su último trabajo, Rifkin´s Festival, aun sin fecha de estreno, es una coproducción española filmada en San Sebastián.
Es inevitable que un cambio de paradigma presente confusiones y excesos. En un momento en que todo es sometido a un permanente escrutinio público a través de las redes sociales, el contacto con alguien tocado por el #Metoo es radioactivo y, desde el punto de vista de las relaciones públicas, para una celebridad o una empresa lo más provechoso es desafiliarse inmediatamente de cualquier acusado, sin que importe el calibre o la veracidad de las acusaciones. También sumarse al señalamiento es una forma de encontrar validación en la propia tribu. Sin embargo, la proliferación de denuncias anónimas seguidas de "cancelación" o escraches fulminantes generaron un retroceso no buscado: se denunció que durante el año pasado, la política elegida por algunas corporaciones para evitar problemas fue reducir la contratación de mujeres.
Como consecuencia del #Metoo, y para intentar crear un espacio que brinde a seguridad a las mujeres pero también a los hombres, el gremio de los productores de cine de los Estados Unidos redactó una guía de conducta para prevenir el abuso sexual en el medio. Entre otras medidas, se aconseja la designación de veedores en los rodajes a los que cualquier trabajador puede acudir si sufrió o fue testigo de una conducta impropia, así como un curso "anti acoso" que se dicta antes del inicio de cada filmación. Este conjunto de recomendaciones se puso en práctica en año pasado. La mujer maravilla 2, protagonizada por Gal Gadot, quien se había negado a trabajar con el productor y director Brett Ratner, sobre quien penden varias denuncias (y quien terminó excluido de la producción), es el primer film completado bajo el amparo de estas nuevas reglas. La película se estrenará a mediado de este año.
A cuatro años de su origen, el movimiento #Metoo generó un cambio de época tal que actitudes machistas que hace menos de una década estaban naturalizadas hoy parecen tan inadecuadas como las que mostraba un episodio de Mad Men. Su gran logro es haber iniciado el fin de una cultura del abuso y la impunidad. Es cierto que también alimentó otra de la cancelación y la victimización, pero seguramente para todos nosotros será mucho más sencillo corregir estos problemas de lo que resultó para las mujeres solas lograr, finalmente, ser escuchadas.
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