Epica histórica descafeinada
"Cruzada" ("Kingdom of Heaven", Estados Unidos/2005). Dirección: Ridley Scott. Con Orlando Bloom, Liam Neeson, David Thewlis, Eva Green, Brendan Gleeson, Jeremy Irons, Edward Norton, Iain Glen. Guión: William Monahan. Fotografía: John Mathieson. Música: Harry Gregson-Williams. Edición: Dody Dorn. Diseño de producción: Arthur Max. Producción hablada en inglés con subtítulos en castellano presentada por 20th Century Fox. Duración 145 minutos. Para mayores de 13 años con reservas.
Tras el enorme éxito a escala mundial que logró con "Gladiador", Ridley Scott reunió al mismo equipo técnico para regresar al género de la épica histórica con otra superproducción de 130 millones de dólares rodada en España y Marruecos. El resultado, más allá de las inevitables comparaciones, es apenas discreto: "Cruzada" difícilmente genere una gran desilusión y hasta ofrece un par de escenas de masas de gran destreza y espectacularidad, pero los excesivos 145 minutos del film tampoco dejan demasiado espacio para la sorpresa o la emoción.
Bastante solemne y artificial, sustentada en un esquema elemental de vieja telenovela y llena de personajes estereotipados y de escasa carnadura (con un héroe de nulo carisma y malos que resultan risibles ya desde sus miradas a cámara), lo mejor de "Cruzada" -y lo que la diferencia de otros exponentes recientes del género como "Rey Arturo", "Alexander" o "Troya"- es su revisionismo histórico, su mirada desmitificadora concretada desde los parámetros de la corrección política tan en boga en Hollywood respecto del lugar siempre brutal, vulgar y exento de toda nobleza que le ha reservado el cine a los musulmanes. "Cruzada" es una contundente (por momentos algo obvia y subrayada) denuncia de los abusos de las guerras y del fanatismo religioso, dos males que permiten trazar ciertos paralelismos con la realidad actual. En este sentido, se trata de un avance no menor frente a otras recreaciones históricas tan manipuladoras como tenebrosas.
El film está ambientado en el año 1180, en medio de la cruzada de miles de nobles, caballeros, curas y mercenarios de todo tipo que viajan desde toda Europa hacia la Tierra Santa de Jerusalén. Respetando a grandes rasgos los personajes y los hechos reales, la película se centra en la odisea de Balian (Orlando Bloom), un joven herrero que ha perdido a su esposa e hijo y, por lo tanto, también la fe y la autoestima. Su triste destino cambia cuando arriba al pueblo Godfrey de Ibelin (Liam Neeson), que resulta no sólo ser su padre, sino el único hombre capaz de sacarlo de su depresión e instruirlo en el universo guerrero (y moral) de los caballeros. Lo que sigue es una saga de traiciones, revueltas y batallas entre cristianos y musulmanes con el control de Jerusalem como principal objetivo. Todo matizado con una inevitable subtrama romántica en la que aparece la bella Eva Green (la sex-symbol de "Los soñadores", de Bernardo Bertolucci).
Más allá de la rudimentaria caracterización psicológica -no hay aquí contradicciones ni matices- de la mayoría de los personajes secundarios (interpretados por solventes actores como David Thewlis, Jeremy Irons o Brendan Gleeson), lo que más se extraña en "Cruzada" es un héroe de acción con la fuerza y la empatía como para cargar el peso de casi dos horas y media de aventuras. En este sentido, Orlando Bloom (visto en "El señor de los anillos" y "La maldición del Perla Negra") parece muy lejos aún del Russell Crowe de "Gladiador" o incluso del Mel Gibson de "Corazón valiente".
Scott, versión impersonal
La indudable categoría del equipo técnico (encabezado por el notable director de fotografía inglés John Mathieson) se advierte en las secuencias bélicas, especialmente durante el ataque final a la fortaleza de Jerusalem- donde se advierte nuevamente todas las posibilidades creativas que actualmente ofrecen los efectos visuales generados por computadora.
En cuanto al veterano Ridley Scott, que abusa de la cámara lenta y de las distintas técnicas publicitarias, parece condicionado por el éxito previo de "Gladiador" y por una película demasiado prefabricada, que en muchos pasajes no fluye y en la que se extraña tanto la visceralidad como el sentido del humor. Lejos de aquel gran director de "Blade Runner", "Los duelistas", "Alien" y "Thelma y Louise", Scott resulta, apenas, un profesional tan eficaz como impersonal. Características que se extienden al resto de la producción.