Enredos de oficina, un film de culto, en el que Jennifer Aniston jugó un rol clave y fue un fracaso cuando se estrenó
Es una producción de 1999 y aunque ese año no logró una gran taquilla, con el tiempo se volvió una película imprescindible
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Office Space -acá conocida en el momento de su estreno como Enredos de oficina- es una de las películas fundamentales sobre el mundo del trabajo. Una comedia, ese género tan difícil de hacer y demasiadas veces mirado con desdén por los adictos a la gravedad como sinónimo del mejor arte. Así como Tiempos modernos de Charles Chaplin de 1936 es el film clave acerca de las líneas de ensamblaje y la conversión del trabajador en una máquina en tiempos de la Gran Depresión, Office Space es la película clave del trabajo de oficinas de fines del siglo XX. Una comedia sobre estar sentado en un cubículo con una computadora recibiendo memos -¿qué serán los memos?, se pregunta la nueva generación-, sobre “procedimientos” para “afinar sistemas”, pensando en cuántos lugares para decimales había o no había en ellos. Una película sobre las impresoras trabadas, sobre el jefe parado con la taza del café dando órdenes absurdas con vocabulario todavía más absurdo, leyendo con exasperante lentitud lo mismo que ya estaba en los memos o en los mails, que para muchos eran en ese momento toda una novedad; también una película sobre el miedo a que nos citaran a trabajar a la oficina el sábado a la mañana.
Enredos de oficina es, hoy en día, una película con legado, una película con culto propio. Una película que no pueden no haber visto, una comedia fundamental, de esas que entendieron algunas zonas erróneas de la vida y las pasaron por ácido. Una de esas películas que han quedado en la memoria colectiva o memoria del cine; esa que, sí, antes tenía más peso en la memoria de todos. Hay secuencias, imágenes, diálogos, muletillas, actitudes de Office Space que reconocemos inmediatamente quienes la hemos visto, algunos varias veces, porque es adictiva: el secuestro y destrucción con furia de la impresora, las amenazas de Milton ante la enésima mudanza de su escritorio y del “robo” de su amada abrochadora, la entrevista de evaluación de trabajo en la que el protagonista dice lo que se le da la gana y sus bravuconadas a favor de la holgazanería son tomadas como grandes ideas por los “expertos en recursos humanos” y muchos etcéteras, como los chistes con Michael Bolton.
Office Space se estrenó en los Estados Unidos en febrero de 1999. Fue un fracaso en los cines y quedó en el puesto 134 de la taquilla estadounidense ese año, con una recaudación cuarenta veces menor a la de la ganadora, que fue Star Wars - La amenaza fantasma. (Su estreno en la Argentina fue en abril de 1999. Fue en cines, pero en pocos, muy pocos, y apenas duró dos semanas en cartel.) Sin embargo, Office Space es hoy recordada y vuelta a ver -y citada- en mucha mayor medida que la mayoría de las 133 películas que le ganaron en cuanto a venta de entradas. Incluso ya no recordamos algunas de las del top 20 de ese año pero seguimos recordando Enredos de oficina y a los tres compañeros de trabajo que planean una venganza laboral, una forma de quedarse con unos centavos de cada transacción -porque los programas no tenían todos los decimales que tenían que tener- para hacer “la gran estafa”. Seguimos recordando a Peter Gibbons, el que quedaba en estado de hipnosis y apagaba el despertador y no iba a trabajar el sábado, y después se presentaba lo más orondo en chancletas y no hacía nada con las patas sobre el escritorio, ¡y no corregía el código para que no ocurriera el Y2K con el cambio de siglo! ¿Recuerdan que se iban a caer un montón de aviones porque en los sistemas de las empresas en lugar de cuatro decimales para poner el año había solamente dos?
Office Space se convirtió en éxito después de salir de los cines: un éxito en el mercado hogareño de esos tiempos, con el VHS y el DVD. Un éxito tan sorprendente que los responsables del estudio (20th Century Fox) ni se habían dado cuenta hasta que les preguntaron en una entrevista. Y es de los éxitos más relevantes, los que permanecen, una de esas películas que quedan, que se quedan con nosotros. Y fue un éxito a tal punto que le ofrecieron a su creador hacer una secuela, pero no quiso. ¿Y quién es el creador de Office Space? Es Mike Judge, el mismo señor que inventó a Beavis & Butt-Head, el mismo que hizo la comedia clave de lo que va del siglo XXI: Idiocracy (La idiocracia), otro tremendo fracaso en cines que se ha convertido también en otra película de culto, el mismo detrás de la serie Silicon Valley. Mike Judge -estadounidense nacido en Guayaquil, Ecuador en 1962 debido al trabajo de sus padres en ese momento- es uno de los grandes autores cinematográficos americanos de estos tiempos pero, claro, su reconocimiento nunca será tan grande como el de aquellos menos brillantes que no saben hacer comedia y disfrazan esa incapacidad de gravedad impostada. El cine y la televisión de Judge saben que occidente parece encaminarse hacia el desastre y la decadencia y lo dice de forma salvajemente sarcástica en sus comedias. Adolescentes que apenas gruñen, la educación bombardeada por la televisión, la lectura como una práctica antigua, las noticias como una explosión de estupideces a los gritos, el trabajo como lugar de ineficaz embrutecimiento, el desprecio por el conocimiento, la pésima organización de casi cada cosa a la que nos enfrentamos diariamente, como por el colapso de las autopistas en las horas de desplazamiento a los trabajos.
Claro, en 1999 había mucho menos trabajo remoto -igualmente las autopistas siguen colapsando- y el principio de Office Space era un embotellamiento gigante de autos ocupados cada uno por una sola persona; autos que apenas se movían y que eran superados por un anciano caminando con dificultad. Había que llegar al trabajo, a un edificio suelto en medio de la nada, o de esas nadas descentralizadas americanas con más metros cuadrados para estacionar los coches que para otra cosa. Al lado, otro playón para autos con lugares para comer alrededor (lugares, claro de cadena, o encadenados). De playón a playón es difícil caminar a pesar de la cercanía, porque el sistema no está pensado para caminar, y otro de los grandes chistes urbanísticos de la película es cómo muestra ese desplazamiento. En uno de esos restaurantes de cadena trabajaba como moza Joanna, interpretada por Jennifer Aniston, la estrella cuya inclusión logró que el estudio diera luz verde a esta película hecha con algunos de los materiales más perdurables del cine: la gracia, la inteligencia, nuestros modos de vida pasados puestos en perspectiva satírica, personajes inolvidables, momentos a los que volver una y otra vez y una abrochadora, una abrochadora roja creada para la película que finalmente logró que se volvieran a hacer abrochadoras de ese color, ya que ya no estaba de moda. El de Judge es el verdadero cine hecho para cambiar el mundo. Judge es un convencido, también un dibujante, alguien que había sembrado el germen de esta película a principios de los noventa con un corto animado de dos minutos llamado Milton que pueden encontrar muy fácil en YouTube. Y, sobre todo, pueden encontrar Office Space (Enredos de oficina) en Star+ y, si nunca la vieron, solucionar ese problema a la brevedad. ¿O necesitan un memo?
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