En Mud, un colosal Matthew McConaughey encarna a un fugitivo en un mundo de fábula de Mark Twain
Hace una década, McConaughey y Reese Whiterspoon compartieron cartel en El niño y el fugitivo, un logrado thriller de Jeff Nichols que fue aplaudido de pie en el Festival de Cannes y que nunca se estrenó en cines en nuestro país; ahora puede descubrirse en la plataforma HBO Max
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Matthew McConaughey tenía 15 años cuando empezó a escribir los diarios personales que forman parte de su descarnada (y muy elogiada) autobiografía, Greenlights, aparecida en octubre de 2020. Ese particular detalle, así como el renovado interés por ese libro en el mundo de habla hispana, reaparecieron hace unos días gracias a una nota del diario español El País, de la que se hizo eco LA NACION.
Hace casi diez años, exactamente el 26 de septiembre de 2011, comenzó en el sur de Arkansas el rodaje de una de las mejores películas protagonizadas por McConaughey. Su título original es Mud (referencia al apodo del personaje encarnado por el actor texano) y de manera inexplicable nunca pasó por los cines argentinos. En 2012 fue seleccionada para competir por la Palma de Oro en el Festival de Cannes y su primera proyección allí culminó con el público de pie y 18 minutos de aplausos. Apareció por fin hace unos años en los canales premium de la TV paga como El niño y el fugitivo, Y así está ahora disponible en streaming a través de HBO Max.
En la película, un colosal McConaughey encarna al fugitivo en cuestión. Es descubierto en una isla del delta del Mississippi por dos chicos deslumbrados por otro hallazgo simultáneo, el de una lancha a motor que terminó (vaya uno a saber cómo) atrapada entre la copa de dos árboles. Uno de ellos, llamado Ellis, es el otro gran protagonista del relato. Su intérprete, Tye Sheridan, tenía por entonces 14 años. De haberse decidido a escribir un diario como el que inició McConaughey con un año más seguramente tendríamos detalles muy atractivos sobre su precoz talento, del que sobran testimonios. A partir de ese momento, Sheridan inició una carrera ascendente tan rápida que lo llevó en pocos años a ocupar un papel central en una película de Steven Spielberg (Ready Player One) y a sumarse como Scott Summers (o Cíclope) al renovado elenco de los X-Men.
El excelente Sheridan y otro actor infantil lleno de sagacidad y llamativo aplomo llamado Jacob Lofland (Neckbone), más tarde figura de las películas de Maze Runner, serán los únicos amigos de Mud, el fugitivo. Tratarán de ayudarlo para escapar de quienes siguen su rastro y lo ayudarán a reencontrarse con el amor de su vida, Juniper, personificada por alguien que también fue noticia en los últimos días. Reese Witherspoon acaba de convertirse en la actriz más rica del mundo gracias a la millonaria venta de una parte de Hello Sunshine, la productora que creó en 2016 con la idea de generar más oportunidades para las mujeres de la industria delante y detrás de las cámaras.
Para el director de El niño y el fugitivo, Jeff Nichols, Witherspoon tiene el aspecto exterior de una estrella de cine y el talento interior de una actriz capaz de superar cualquier desafío interpretativo. Entrega aquí un papel breve y decisivo, nada ocioso dentro de un relato coral en el que cada personaje (hasta el de apariencia más inadvertida) aporta algo valioso. Todos tienen un común denominador: soportan pérdidas, dolores y culpas profundas causadas por conductas equivocadas. Quizás no se arrepientan de ellas y decidan persistir en el error, pero detrás de esos comportamientos (que parecen marcados por un destino a veces trágico) a la mayoría les queda tiempo y lugar para intentar alguna redención.
Es posible que algunos no tengan remedio como los cazadores de recompensas (los bounty hunters de tantos thrillers y películas del Oeste) que persiguen a Mud luego de que éste matara a un hombre en Texas. Pero el propio Mud y todos los personajes adultos que sobrevuelan el mundo observado por los dos chicos son personas a las que la vida en algún momento les ofrece una oportunidad para mostrar que también existe nobleza detrás de cada expresión dura y cada frase áspera.
A Nichols le gusta narrar historias con personajes a los que les cuesta sostener lazos afectivos. Forman parte de familias complejas, enfrentadas, distanciadas, expuestas a toda clase de incertidumbres o directamente rotas. Sus películas transcurren en escenarios del Sur profundo de Estados Unidos y suelen mezclar elementos reales y fantásticos, aunque solo en la excelente (e inédita en la Argentina) Midnight Special es posible encontrar referencias ligadas a la vida extraterrestre.
Lo fantástico, como en el caso de El niño y el fugitivo, suele expresarse en las películas de Nichols a través de elementos que no están desligados de la experiencia cotidiana de sus protagonistas. Y en este caso se acerca mucho a las fábulas de Mark Twain, mezcladas en este caso con situaciones propias de un policial y la descripción de un entorno en el que abundan penurias sociales y retratos de seres marginados. A la vez, el entorno envuelve y modela las conductas. El río puede servir para que algunos reconozcan su identidad y para que otros simplemente encuentren ideal ese lugar para protegerse o escapar del mundo exterior.
Nichols contó que les hizo leer a sus pequeños protagonistas Las aventuras de Huckeberry Finn. Ellos, como el inmortal personaje de Twain y su amigo Tom Sawyer, también tienen entre 13 y 14 años, recorren el río y descubren el mundo a través de esa aventura. Pero en Mud la fábula se desarrolla en un escenario mucho más oscuro, denso y peligroso. Ellos son apenas adolescentes, pero por momentos parecen ver las cosas con más claridad que los adultos supuestamente responsables de ellos.
Nichols es un guionista y director de escasa suerte en la Argentina. Su ópera prima, Shotgun Stories, pasó muy brevemente por el circuito más estrecho de la exhibición de cine de autor y solo Atormentado (Take Shelter), la película con la que se dio a conocer al mundo, pudo tener una presencia más o menos razonable en la pantalla grande local. En ambos casos el protagonista es Michael Shannon, actor fetiche del realizador, presente en toda su filmografía. También forma parte de El niño y el fugitivo, con un personaje instalado de la manera más contundente en las profundidades del entorno. Shannon se suma a un elenco extraordinario, que también integran Joel McKinnon, Sarah Paulson y el gran Sam Shepard, en un papel digno de un gran western.
Ni El niño y el fugitivo ni Midnight Special pudieron estrenarse en la Argentina. Tampoco su siguiente proyecto, Loving, el caso real de un matrimonio interracial en tiempos de segregación, cuando había leyes estatales de Estados Unidos que imponían restricciones severas a uniones de ese tipo. Otra historia del Sur profundo. Quizás haya más suerte con su próximo proyecto, pensado en principio como secuela de Un lugar en silencio 2, pero con personajes e historias renovadas dentro de ese universo posapocalíptico.
Mientras tanto, El niño y el fugitivo deja a la vista la madurez y el talento de uno de los mejores directores independientes surgidos en el cine norteamericano durante los últimos quince años. Y muestra de manera ideal la soñada transformación de su actor principal. McConaughey luce a primera vista en la película el mismo bronceado, el mismo cabello ensortijado y la misma masculinidad de su historia previa en el cine, la de un seductor canchero, despreocupado y entrador. Pero esa apariencia se pone al servicio de otra clase de personaje más exigente, más introspectivo, más complejo, más inquietante, más incómodo.
A los 51 años, muy cómodo en esta nueva etapa de su carrera, McConaughey sale a buscar nuevos horizontes. Es uno de los dueños del Austin FC, el club de fútbol que acaba de sumarse a la Major Ligue Soccer de Estados Unidos y tiene como flamante figura al exdelantero de River Sebastián Driussi. Y también coquetea con algún futuro en la política (¿candidato a gobernador de Texas?). Haga lo que haga, tendrá más capítulos para sumar a su autobiografía.
El niño y el fugitivo (Mud) está disponible en HBO Max.
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