Emma Thompson, una actriz arriesgada que le puso el cuerpo a sus personajes y a los sinsabores de su vida
La protagonista de la flamante producción Buena suerte, Leo Grande tiene una larga carrera en su haber, en donde demostró la fuerza de su talento y su oficio
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Emma Thompson vuelve a dar cátedra. El inminente estreno de Buena suerte, Leo Grande no solo la muestra como una viuda que decide contratar un taxi boy para expandir su vida sexual, sino como una mujer madura que se aventura en un cambio de vida. Una vida con deseo y sin pedir permiso. Pero en ese terreno, el de los cambios y las aventuras sin permiso, Emma Thompson sigue demostrando que puede ser la mejor, sostener el timing de los diálogos a fuerza de talento y oficio, pero también de una seguridad adquirida con el correr de los años. Desde Shakespeare a Jane Austen, pasando por los dramas judiciales y las comedias del desencanto, Emma Thompson ha sabido impregnar su profesión de riesgos y consistente reflexión, sin temor a sintonizar con el clima de época, a saltar a géneros menospreciados, a contagiar a sus personajes de su estado de ánimo, sus inquietudes personales, los sinsabores de su propia vida.
En Buena suerte, Leo Grande, esa pieza de cámara que Thompson juega con el joven Daryl McCormack, en la que la cama se convierte en un escenario, de las pasiones y de la propia consciencia del tiempo, también desfilan sus personajes del pasado, los más lejanos, los más emblemáticos, inclusos aquellos que creíamos haber olvidado. Recorrer algunos hitos de sus carrera, aunque sea los disponibles en streaming por estos días, prepara nuestro reencuentro, nos invita a ver a Thompson en pleno ejercicio de su maestría, a disfrutar de su arte inagotable que siempre nos deja satisfechos.
Volver a morir (1991), de Kenneth Branagh
Fue la segunda colaboración de Emma Thompson y el que entonces ya era su marido, Kenneth Branagh. Juntos habían compartido el paraguas de Shakespeare en Enrique V (1989) y ahora el mundo inquietante de Hitchcock y la soleada ciudad de Los Ángeles se convertían en el territorio de una pasión que atraviesa años y maldiciones. Sobre los créditos –en los que Thompson aparece rezagada frente a nombres como los de Andy García, Derek Jacobi y la fassbinderiana Hanna Schygulla-, asoma la noticia del crimen brutal de Margaret Strauss, una eximia pianista, a manos de su esposo, un compositor de ópera condenado a pena de muerte. Ese pasado parece perturbar en sueños a una mujer que llega a las puertas de un hogar católico y termina al cuidado del detective privado Mike Church, un expupilo de aquella institución. Lo que hace Branagh es una efectiva alquimia de varios títulos de Hitchcock (Rebecca, Psicosis, El caso Paradine, y algunos otros) en la que la historia de amor que une a Mike y la desmemoriada Grace tiene el magnetismo suficiente para perdonar algunos traspié con el verosímil, cierta previsión en los engranajes del misterio, y una estética que abusa de ralentis y trucos de cámara para alcanzar el rutilante final. Disponible en Apple TV y Google Play.
En el nombre del padre (1993), de Jim Sheridan
Basada en la autobiografía de Gerry Conlon, En el nombre del padre es la historia de los cuatro de Guildford, como los llamó la prensa, acusados y condenados a cadena perpetua como terroristas del IRA por el atentado a un pub de la ciudad en 1974. Lo que revela Conlon es cómo él y sus tres amigos fueron incriminados por la policía británica que necesitaba un golpe de efecto contra el accionar del IRA en aquellos años. Más allá de los hechos históricos, la película de Jim Sheridan asume la tragedia como horizonte desde la voz de quien, sin ser un ciudadano ejemplar, carga con un crimen que no cometió. Vemos a Conlon (Daniel Day Lewis, en uno de sus primeros papeles consagratorios), un irlandés oriundo de la ciudad de Belfast, que roba a prostitutas y sale de juerga con sus amigos, confinado a una celda y encerrado de por vida. La clave en su suerte está en la presencia de su padre, un hombre honrado que inspirará su propia defensa, y en la abogada que interpreta Thompson, capaz de asumir el caso contra todo pronóstico y emprender una lucha sin cuartel contra la injusticia. Este rol de Emma Thompson en los meandros judiciales, convertida en oradora sagaz o en adalid de una justicia que no siempre depara lo mejor, es clave para comprender la espesura de su talento como actriz, incluso a la hora de interpretar personajes grises o laterales, que en sus manos adquieren una grandeza inigualable. Disponible en Apple TV y Google Play.
Sensatez y sentimientos (1995), de Ang Lee
Sensatez y sentimientos es una de las grandes adaptaciones de Jane Austen en clave de reinvención, lo que demuestra que no hace falta traicionar su espíritu para hacerla contemporánea. Dirigida por Ang Lee pero adaptada por la misma Thompson, la película elude la exigencia de literalidad a la hora de trasponer un texto clásico y sostiene su fidelidad al pensamiento de Austen al reflexionar sobre la autonomía de la mujer y la relación con su independencia económica. Las hermanas Dashwood representan el contrapunto perfecto de razón y sentimientos: Elinor (Thompson) es reflexiva y paciente; Marianne (Kate Winslet) es pura pasión e impulso. La historia comienza cuando, tras la muerte del padre (Tom Wilkinson), la segunda esposa del señor Dashwood y sus hijas quedan sometidas al infortunio de las estrictas reglas de la herencia inglesa. A partir de allí, el amor se convierte menos en una oda al romanticismo que en una partida de ajedrez para encontrar el mejor y más conveniente partido. Thompson desde la reescritura logró impregnar los diálogos de un aire coloquial sin absurdos ni banalidades, y vistió a los torpes hombres de Austen, sobre todo al tímido Edward Ferrars (Hugh Grant), de un encanto inusual, acorde con la vital comedia romántica de los 90. Tanto Thompson como la ascendente Winslet se convirtieron en la encarnación exquisita de la mirada de Austen sobre el amor, en una época que tanto le debía sin saberlo. Disponible en Netflix, Apple TV y Google Play.
Los Meyerowitz: La familia no se elige (2017)
Las familias disfuncionales de Noah Baumbach siempre han tenido su atractivo, desde los Berkman de Historias de familia (2005) hasta la de los hermanos Greenberg justamente en Greenberg (2010); todas signadas por la neurosis, los amores contrariados y las irremediables separaciones, pero ninguna como la de los Meyerowitz. El patriarca es Harold (Dustin Hoffman), un escultor cuya obra ha quedado algo olvidada, y cuyo ego sostiene gran parte de su legado, vuelto a casar con Maureen (Thompson), una alcohólica en recuperación que intenta llevar con paciencia y sin olvidos ese vínculo excéntrico que los une. Pero los Mayerowitz se completan con los hijos de Harold, todos ellos dependientes de esa expansiva figura paterna: Danny (Adam Sandler) y Jean (Elizabeth Marvel), atados a silencios y rencores, ataviados de patetismo y calidez, y el exitoso Matthew (Ben Stiller), habitante de la costa oeste y que en su rechazo al dinero y al legado familiar también acusa su inevitable dependencia. Baumbach bebe de aquel cine inolvidable de los 70, sobre todo de Woody Allen, de las comedias de Paul Mazursky, de esos retratos filosos sobre familias que se quieren y maltratan con igual dedicación. En ese panorama, Thompson ofrece un contrapunto exquisito a la pérfida manipulación del Harold de Hoffman, convertido en un tirano con achaques, demandante de una devoción que no admite medias tintas. Con sus aires excéntricos, Maureen esquiva los dardos venenosos con deliberada inconsciencia, convirtiéndose en la partenaire perfecta para esa dinámica en la que se pueden perder los pelos y la gloria, pero nunca las mañas. Disponible en Netflix.
Un acto de esperanza (2017)
Un acto de esperanza es una película de decisiones. En los primeros minutos, la jueza de familia Fiona Maye (Thompson) debe decidir si autorizar o no una intervención quirúrgica en dos hermanos siameses. Si realiza la operación, uno sobrevive; si no se realiza, los dos corren un riesgo seguro de morir. Ante la presión de la prensa y de la familia, la magistrada debe decidir, en un panorama en el que se trata de optar por el mal menor. Pero allí no concluyen sus dilemas, sino que se trasladan al ámbito doméstico. Su matrimonio de años con Jack (Stanley Tucci) ha llegado a tal punto de desencuentro que su marido le avisa que se buscará una amante. ¿Qué decidir entonces? ¿Dejar su absorbente profesión por una vida personal plena o buscar a alguien que acepte sus condiciones? En esa encrucijada, Fiona también debe asumir la responsabilidad de un caso que implica a la fe, la libertad de elección y el derecho a la vida de un adolescente Testigo de Jehová que rechaza una transfusión de sangre. Nuevamente los interrogantes personales se enredan con la declaración de justicia. Basada en una novela de Ian McEwan (Expiación), Un acto de esperanza cuenta con una de las mejores actuaciones de Thompson de los últimos años, en un terreno en el que muchos actores suelen jugar su oficio y prestigio como es la arena de un tribunal. Disponible en Amazon Prime Video, Movistar Play, Claro Video, Apple TV y Google TV.
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